Pasi¨®n mort¨ªfera

Con la base de un guion que se cae de las manos, el director catal¨¢n Ventura Duvall retoma con La ofrenda uno de los asuntos vertebrales de su filmograf¨ªa: el perd¨®n y la culpa. El director del documental El perd¨®n y la ficci¨®n Las dos vidas de Andr¨¦s Rabad¨¢n, ambas sobre el llamado asesino de la ballesta, se enreda m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de aquel debut en una ficci¨®n sobre la obsesi¨®n y los remordimientos. Duvall, curtido en la experiencia de una larga lista de proyectos documentales, teje un entramado cogido por los pelos que si levanta cabeza es gracias a sus competentes y kamikazes int¨¦rpretes, en especial Anna Alarc¨®n, aunque tambi¨¦n Ver¨®nica Echegui y Claudia Riera, todas en la piel de mujeres enganchadas de forma inexplicable al mismo hombre, un sujeto que las ha vuelto locas en momentos diferentes de su vida aunque el espectador no acierta a entender por qu¨¦.

La trama fluct¨²a entre el pasado y el presente para contar la historia del mencionado rompe corazones, un tipo que suelta frases lapidarias sobre el infierno y que tiene una estramb¨®tica empresa dedicada a hacer llegar mensaje finales de personas difuntas. ?lex Brendem¨¹hl, que ya se meti¨® en la piel de Rabad¨¢n en la primera pel¨ªcula de Duvall, hace lo que puede con un personaje (Jan) imposible de sostener, del que solo sabemos que vive obsesionado con reparar sus errores pasados y, en concreto, el da?o a la mujer que en su juventud destruy¨®, Violeta. Claudia Riera, en el papel de Violeta joven, y sobre todo Anna Alarc¨®n en el de adulta, cargan con el personaje y, de paso, con la pel¨ªcula. A Jan/Brendem¨¹hl le ayuda en su existencial misi¨®n su nueva compa?era, Rita, una actriz porno dispuesta a todo para agradar a su amante. Ver¨®nica Echegui resulta excesiva pero, como siempre, sabe ser convincente en su papel de mujer marginal y al l¨ªmite. Sea como sea, el esfuerzo cae en saco roto porque el conjunto no soporta un combate y pese a alg¨²n destello y cierto suspense en su voltaje er¨®tico, todo est¨¢ sujeto a un guion absurdo, que pretende ser descarnado y visceral, pero solo resulta inveros¨ªmil y pasado de rosca.