El Drogas, honestidad y croquetas roqueras
Un documental ilustra la carrera y la vida del m¨²sico, exl¨ªder de Barricada
Cuando Enrique Villarreal El Drogas se sienta delante de un periodista, se est¨¢n sentando el aita, el aitatxi (abuelo en euskera) Enrique, el m¨²sico que fund¨® y lider¨® Barricada, un furibundo lector, el vecino m¨¢s popular de Txantrea -barrio de Pamplona que nunca ha abandonado-, y, a sus 61 a?os, uno de los m¨¢s respetados rockeros actuales. Adem¨¢s, es el protagonista de documental El Drogas, de Natxo Leuza, que se proyecta en el Zinemaldia antes de su estreno comercial el pr¨®ximo viernes. ¡°Todos son yo, y otras cosa¡±, responde el aludido. ¡°Cuando salgo al escenario, me invento un Enrique. Yo soy doctor Jekyll y mister Hyde y Pinocho y Alicia...¡±.
Sin embargo, la vida de El Drogas est¨¢ absolutamente intrincada con su m¨²sica. ¡°As¨ª de claro. Lo sab¨ªa de manera inconsciente y ahora, gracias a Natxo, lo constato¡±. Y de paso, agradece sentir que forma parte ¡°de la vida de tanta gente¡±. ?Acept¨® a la primera la propuesta f¨ªlmica? ¡°Rodamos tan r¨¢pido¡±, cuenta el m¨²sico, ¡°que no me dio tiempo a dudar. A¨²n no s¨¦ por qu¨¦ dije que s¨ª. No tengo claro qu¨¦ inter¨¦s tiene mi vida privada, y al inicio pens¨¦ que iba a centrarse en mi carrera¡±. Tampoco es dado a la melancol¨ªa. ¡°El documental me lo tom¨¦ como si mirara un ¨¢lbum de fotos viejas. Y me provoc¨® los mismos sentimientos, porque te acuerdas no solo de la imagen, sino de lo que ocurr¨ªa en el momento en que se sac¨®. Te hace saltar una chispa en el coraz¨®n. Nada m¨¢s. No me gusta revisitar viejos tiempos. Lo que pas¨®, pas¨®. Y gracias a todo ese pasado puedo vivir este presente. Oye, con lo bueno y con lo malo¡±. La perilla escapa, marcando territorio, de la mascarilla del m¨²sico, y su mirada se alborota divertida tras sus gafas con lentes amarillas. La bandana subraya que hoy Villarreal est¨¢ trabajando. ¡°Un artista obtiene muchas m¨¢s experiencias cada vez que mete la pata, que suelen ser adem¨¢s en mayor n¨²mero, que con los triunfos¡±, subraya. ¡°Al final este oficio me ha permitido esconder mi timidez. De joven mi otro inter¨¦s era la mec¨¢nica, as¨ª que hubiera sido un mec¨¢nico de coches t¨ªmido¡±.
El Drogas pertenece a una generaci¨®n de m¨²sicos honestos. A lo largo del metraje del filme, ese adjetivo es repetido por los diversos entrevistados. Esa honestidad le llev¨® a rechazar mudarse a Madrid, a seguir con su pareja, Mamen (¡°Mi socia¡±), con la que lleva 41 a?os, y que comparten hasta d¨ªa de cumplea?os, que no edad. Esa honradez la saca ante la c¨¢mara para hablar de sus adicciones, de su inter¨¦s por la memoria hist¨®rica o para agradecer tanto inter¨¦s por su persona. ¡°Soy de pueblo, muy de barrio. No nac¨ª en Madrid porque aunque mi padre trabajaba con los camiones en la Cruz de los Ca¨ªdos, mi madre dijo que no sal¨ªa de Pamplona. Y ¨¦l tuvo que ceder. Eso marca¡±, confiesa. ¡°Para m¨ª la vuelta a casa es fundamental¡±. Su casa es tambi¨¦n sus intereses, como su lucha por la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica de Pamplona. ¡°Apartar de nosotros la ignorancia para que entrara esa memoria nos har¨ªa un bien como pa¨ªs, como colectivo.¡±
Durante d¨¦cadas, y en ello sigue, las letras compuestas por El Drogas han levantado testimonio del estado emocional colectivo, y a la vez del suyo, en un brillante equilibrio. ¡°Nunca me he encontrado c¨®modo en historias comerciales masivas, fuera cuando estaba en Barricada, al que durante algunos momentos le rode¨® el histerismo, fuera en discogr¨¢ficas de peso¡±, recuerda. ¡°Yo no digo que sea el adalid de la honestidad, sino que necesito un punto de honradez de cara al p¨²blico, No me enga?o, mis discos son un producto que hay que vender, pero al menos que contenga mucho de lo que yo quiero reflejar¡±. Y describe su proceso creativo: ¡°Para m¨ª una canci¨®n es como una croqueta. El envoltorio, la m¨²sica, es muy importante, es la presentaci¨®n. Pero el alma, la chicha, est¨¢ en la letra. Nunca lo entender¨¦ de otra manera¡±.
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