C¨®mo ¡®El Drogas¡¯ salv¨® a su familia
Lejos los tiempos salvajes, el ex de Barricada vive su vida: 60 a?os, dos hijos, dos nietos, y un disco qu¨ªntuple de 42 canciones
Enrique Villarreal El Drogas se acuesta todos los d¨ªas sobre las 22.30. Se ha resignado a descansar en un brumoso duermevela: se echa dos horas, se levanta un rato, escucha la radio o lee un poco, luego se queda traspuesto otras dos horas. ¡°Si duermo cinco horas seguidas es la hostia¡±, dice. Se levanta definitivamente sobre las 4.00 y aprovecha para escribir. A las seis ya ha apurado dos tazas de caf¨¦. Sale a la calle sobre las 11 camino de la residencia donde vive su madre. Tarda diez minutos andando. Todo est¨¢ en el barrio donde se cri¨®, Txantrea, en Pamplona. Nieves, la madre de El Drogas, tiene 85 a?os. Le diagnosticaron hace ocho alzh¨¦imer. El Drogas habla con ella, la acaricia, la cambia, la lava¡¡°Es curioso lo del contacto f¨ªsico. En ocho a?os he tocado mucho m¨¢s a mi madre que en 50¡±, explica. El Drogas tiene dos hijos, dos nietos y una pareja, Mamen (¡°mi socia¡±, la llama) con la que lleva 41 a?os.
El Drogas, como todo el mundo sabe, tambi¨¦n es m¨²sico. Acaba de publicar un disco qu¨ªntuple, Solo quiero brujas en esta noche sin compa?¨ªa, 42 canciones escritas la mayor¨ªa en esas noches insomnes. La entrevista transcurre en Madrid, en un hotel de categor¨ªa media del centro. El m¨²sico pamplon¨¦s, que acaba de cumplir 60 a?os, va vestido¡ como El Drogas: pa?uelo pirata anudado a la cabeza, rastas, aros en los l¨®bulos, pantalones pirata¡ ¡°Un cristo del cop¨®n¡±, por utilizar una expresi¨®n de ¨¦l mismo. Su conversaci¨®n est¨¢ decorada por muchos ¡°la hostia ?no?¡± y tiene habilidad para inventarse palabras: torrones (algo de mucho volumen), churubitas (estrellitas)¡
Su tono, a pesar de los tacos y de la franqueza con la que habla, es c¨¢lido, a veces dulce. Durante la larga charla se emociona varias veces, sobre todo cuando habla de su madre. Su padre muri¨® hace 18 a?os.?Nieves Armend¨¢riz fue una de esas supermadres de la posguerra. Trabaj¨®, lo dej¨® para cuidar a cuatro hijos en un barrio obrero y, cuando estos se hicieron mayores, regres¨® a la vida laboral. En una f¨¢brica montando cables. Estaba afiliada a Comisiones Obreras y se enfrentaba a quien se pusiera por delante si se trataba de defender los derechos laborales. Era una navarra corajuda. Hasta que lleg¨® la enfermedad.
Los dos primeros a?os del alzh¨¦imer los pas¨® viviendo con El Drogas y su familia. Las 24 horas del d¨ªa. El m¨²sico no dulcifica el relato: ¡°Al principio ten¨ªa ganas de matarla. Unas veces por compasi¨®n, porque me entristec¨ªa verla as¨ª, con lo peleona que hab¨ªa sido toda la vida. Y otras por p¨¦rdida de paciencia. Ah¨ª s¨ª que eran noches sin dormir. Ella andaba de aqu¨ª para all¨¢, se hac¨ªa pis en la cama, hab¨ªa que cambiarla, cinco minutos despu¨¦s otra vez¡ Le dabas las pastillas y ?paff!, las expulsaba. Era la ni?a de El Exorcista. Era la hostia (risas). En fin, duro, duro¡±.
El Drogas contact¨® con otros familiares de enfermos con la misma patolog¨ªa. Le alivi¨® saber que les pasaba lo mismo. Empez¨® a aprender, a asimilarlo. Y llegaron los momentos felices. Cuenta una historia que puede chocar. Es tan escatol¨®gica como tierna: ¡°Una de las historias m¨¢s bonitas que me ha pasado con ella es cuando ten¨ªa que limpiarle el culo. La sentaba y mientras la aseaba empezaba a cantar. A ella siempre le ha gustado cantar copla, con una voz preciosa. Yo le cantaba cosas escatol¨®gicas (y entona): ¡®Nos fuimos a Granada y nos echamos la gran cagada¡¯. Jo¨¦, se re¨ªa la hostia¡±.
Se recrea contando c¨®mo se relacionan su madre y su nieto. Bisabuena con bisnieto. ¡°Iban los dos juntos por la calle. El cr¨ªo apenas hablaba, pero se entend¨ªan. Yo me pon¨ªa con mi hijo detr¨¢s e ¨ªbamos llorando los dos de emoci¨®n. Esto hace que tu familia tenga unos lazos de uni¨®n impresionantes. Yo con mi nuera, por ejemplo. Todo se lo debemos a ella, que desde que naci¨® el ni?o quiso que tuviese contacto con su bisabuela. Fue incre¨ªble¡±. Los dos nietos, de cuatro y siete a?os, son de su hijo, de 33 a?os. Su otra hija tiene 22. Mamen, su pareja, pasa en ese momento cerca de donde estamos sentados y sonr¨ªe al escuchar la historia. Los dos han hecho el camino juntos. Tambi¨¦n se apoyaron, m¨¢s que nunca, cuando decidieron dejar las drogas. Coca¨ªna fundamentalmente.
En 2006 la situaci¨®n era l¨ªmite. ¡°O dej¨¢bamos las sustancias o se romp¨ªa la familia. Hab¨ªa en marcha una destrucci¨®n familiar y decidimos que ten¨ªamos un proyecto muy interesante con dos hijos, una casa, un oficio¡Y decidimos retirarnos completamente¡±. Necesitaron ayuda. La mutua y la exterior: uno de ellos ingres¨® en un centro por un a?o. Y se limpiaron. Trece a?os sin consumir, ni siquiera alcohol. ¡°Visto con la distancia de los a?os parece coser y cantar, pero entonces al ir a coser te pinchabas el dedo y al ir a cantar no te sal¨ªa la voz. Pero una vez que llegas al punto de sobriedad de ahora es acojonante¡±.
Habla del ambiente en el que se mov¨ªa: ¡°Yo era de los gilipollas que cre¨ªan que la perica no engancha. La perica es como el Mimos¨ªn. Todos somos colegas: ¡®Eres mi mejor amigo, Andr¨¦s¡¯. ¡®No, que me llamo Paco¡¯. ¡®Pues Paco, eres mi mejor amigo¡¯. ¡®Venga, vamos a pillar m¨¢s¡¯. Acab¨¦ aburrido. Uno se va consumiendo por dentro: qu¨¦ hago metido en esto¡±.
El ¨²nico tema con el que se le ve inc¨®modo es cuando se menciona a Barricada, el grupo que le dio la fama y las tablas, 30 a?os y un referente en el rock espa?ol. A El Drogas lo echaron de la banda por el deterioro de las relaciones personales. Dice que fue muy duro, pero que a la larga le vino bien: arranc¨® su carrera en solitario.
Recientemente hubo un acercamiento. El Drogas y Javier Fern¨¢ndez Boni, guitarra y voz de Barricada, se han visto varias veces durante los ¨²ltimos meses. A Boni le diagnosticaron c¨¢ncer de laringe y seguramente esta fatalidad provoc¨® el encuentro. Fue en Pamplona el a?o pasado, en el camerino de un concierto de Rosendo. El padre musical de ambos fue el anfitri¨®n. ¡°Para m¨ª encontrarme con Boni ha sido un descanso bastante importante. Mi cometido ahora es estar para lo que ¨¦l me diga¡±. Con el otro miembro de Barricada, el guitarrista Alfredo Priedrafita, sin embargo, no se habla.
Pasa el tiempo y apenas hemos charlado de su nuevo trabajo, ese qu¨ªntuple disco donde destacan unas letras que hablan de las preocupaciones del m¨²sico: la crisis de los refugiados, el racismo, los muros, el cinismo de los pol¨ªticos, el amor¡ Musicalmente hay de todo: un disco ac¨²stico, otro rockero, uno de rhythm & blues y tonadillas barriales, otro industrial¡ No va a ser f¨¢cil para el aficionado. ¡°No voy a un rollo masivo. Busco sorprender a esa gente que espera que les sorprenda. Y muchas veces lo haces para bien o para mal. Pero mientras les sorprenda estar¨¦ contento. Con Barricada acab¨® siendo una rueda durante alg¨²n tiempo. No me gusta hacer canciones redondas, me gusta hacer garabatos¡±, explica para defender su densa propuesta. Y ha hecho sus c¨¢lculos: con 500 personas por concierto ya le es rentable.
Al despedirnos Mamen cuenta que est¨¢ preocupada por su hija. Tiene 22 a?os y estudia Trabajo Social. La chica quiere irse a trabajar a M¨¦xico. El piloto del instinto de protecci¨®n maternal se le ha encendido a Mamen y est¨¢ intentando disuadirla para que se quede en Pamplona. Pero dice: ¡°Seguro que va, porque es tan cabezota como su padre¡±.
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