La pasi¨®n de un alquimista del teatro
Gerardo Vera domin¨® el coraz¨®n del hecho teatral y vivi¨® siempre con la agitaci¨®n del artista
Gerardo Vera conoc¨ªa un secreto que pocos llegan a descubrir: el de quien sabe transformar lo que sucede sobre el escenario en un acontecimiento en la vida del espectador. A la hora de componer un reparto, de imaginar un espacio, de pedir una luz o un sonido, de proponer a los actores una pausa o un gesto, una aproximaci¨®n o una distancia, ¨¦l intu¨ªa algo que, ante el espectador, producir¨ªa el milagro. Por eso, porque dominaba esa rar¨ªsima alquimia que est¨¢ en el coraz¨®n del hecho teatral, quien haya asistido a un espect¨¢culo de Gerardo Vera no lo habr¨¢ olvidado ni lo olvidar¨¢.
Tuve la inmensa suerte de trabajar con ¨¦l en los montajes de Divinas palabras, Rey Lear, Un enemigo del pueblo, Woyzeck y Platonov. Cada an¨¢lisis del texto, cada ensayo, era una lecci¨®n magistral. Como lo era cada conversaci¨®n con ¨¦l, se hablase de lo que se hablase. Gerardo hab¨ªa vivido mucho, hab¨ªa observado mucho, hab¨ªa le¨ªdo mucho, hab¨ªa pensado mucho. Y todo lo compart¨ªa con pasi¨®n.
Desde luego, dirigi¨® con pasi¨®n el Centro Dram¨¢tico Nacional (CDN). Otros, mejor que yo, podr¨¢n hablar de su trabajo en el cine y de sus logros, tan fecundos e influyentes, como escen¨®grafo. Yo puedo dar fe de que, al frente del CDN, adem¨¢s de construir espect¨¢culos mayores que quedar¨¢n en la historia de nuestra escena, abri¨® espacio a creadores que a menudo practicaban lenguajes muy distintos del suyo. Desde luego, su confianza fue decisiva para, entre otros, Alfredo Sanzol, Jos¨¦ Luis Arellano, Salva Bolta, Alejandro And¨²jar, Ricardo S¨¢nchez Cuerda, ?lvaro Luna y quien esto escribe, que tenemos hacia ¨¦l una deuda impagable. Pero es todo el teatro espa?ol el que le debe mucho.
Entre aquellos montajes que levant¨® en el Valle Incl¨¢n o en el Mar¨ªa Guerrero, ¨¦l sent¨ªa especial afecto hacia Rey Lear, que arm¨® junto a otro coloso: Alfredo Alc¨®n. Todav¨ªa me recordaba aquella aventura hace apenas una semana, cuando convers¨¢bamos sobre su pr¨®ximo, esperado Macbeth. Eso me alivia un poco en esta noche de insomnio, cuando acabamos de perderlo: que se haya ido con varios proyectos entre las manos y muchos m¨¢s en la cabeza. Como vivi¨® siempre, con la agitaci¨®n del aut¨¦ntico artista.
Tambi¨¦n me alegra recordar su buena risa. Y saber que su compa?ero en la vida y en el arte, Jos¨¦ Luis Collado, est¨¢ viendo cu¨¢nto lo admir¨¢bamos y c¨®mo lo quer¨ªamos.
Juan Mayorga es dramaturgo y miembro de la Real Academia Espa?ola.
Babelia
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