Sorogoyen, el rey de la adrenalina
Todo es veraz, tenso, duro y apasionante en los dos primeros cap¨ªtulos de la serie ¡®Antidisturbios¡¯
En la secuencia inicial de la serie espa?ola Antidisturbios una mujer joven que practica un juego casero con su familia se mosquea hasta la crispaci¨®n con su padre porque cree que este la ha enga?ado en la partida, le niega algo en lo que ella cree estar cargada de raz¨®n. Y siento cierto desconcierto en ese arranque. Pero imagino que esa secuencia no es gratuita. Que servir¨¢ para explicar la conducta posterior del personaje. Ella ser¨¢ una de los polic¨ªas de asuntos internos que investigar¨¢n a un grupo de Antidisturbios acusados del homicidio de un senegal¨¦s durante un desahucio. Y sospecho que la testaruda dama llegar¨¢ hasta el fondo al sentirse manipulada, convencida de que el poder le oculta datos y pruebas.
Empleo la palabra imaginar porque solo he visto los dos primeros cap¨ªtulos. Y salgo deslumbrado con la experiencia. Pero como soy humano, por mucha fascinaci¨®n que me haya provocado el inicio, me veo incapaz de permanecer en la sala seis horas seguidas en compa?¨ªa de la agobiante mascarilla. O sea, necesito poder fumar a solas en la terraza de mi habitaci¨®n sin que ning¨²n neur¨®tico o polic¨ªa vocacional te quiera crucificar, oyendo el viento que provoca la galerna, observando el diluvio y un mar aullante. Ser¨ªa maravilloso disfrutar de todas esas cosas mientras veo completa la serie en una televisi¨®n gigantesca. Pero no se puede tener todo, afirmaba mi posibilista y santa madre.
Y las sensaciones que me proporcionan la extraordinaria c¨¢mara, el sentido visual y la atmosfera de Rodrigo Sorogoyen, las situaciones y los di¨¢logos que inventan los notables guionistas Isabel Pe?a, Eduardo Villanueva y el propio Sorogoyen, la adrenalina que te contagian, son de primera clase. Hace que te sientas en la piel, en la cabeza, en el coraz¨®n, en el volc¨¢nico estado nervioso, en el miedo, en la incertidumbre del grupo de polic¨ªas que siguiendo unas ordenes tan irresponsables como turbias debe desalojar de una casa a las treinta personas que se han reunido para impedir el desahucio. Y te ocurre lo mismo con el grupo que protesta, que sabe que la violencia va a estallar en cualquier momento. Y te acojonas, est¨¢s dentro de la impresionante trama, dejas de ser un mir¨®n. Cada gesto, cada mirada, cada grito, te resulta insoportablemente real. Se necesita mucho talento para implicar de esa forma al espectador. Todo es veraz, tenso, duro y apasionante en estos dos primeros cap¨ªtulos. Y los int¨¦rpretes parecen no interpretar, sino que est¨¢n filmando un documental, que lo que hacen y dicen, su entorno y sus circunstancias, lo que expresan y lo que callan, pertenece a la vida misma.
Quiero pensar que la calidad de Antidisturbios va a mantenerse hasta el desenlace, tambi¨¦n que va a entrar en juego la sordidez pol¨ªtica, incluso alguien muy parecido al siniestro Villarejo. Tengo razones para albergar cierto mosqueo. El corto Madre, que se invent¨® Sorogoyen, me pareci¨® una obra maestra. Al transformarlo en un largometraje consigui¨® un desastre pretencioso.
No hay nada interesante que contar de la disparatada pel¨ªcula china Wuhai. Y todo el mundo cin¨¦filo sabe que la directora japonesa Naomi Kawase es muy sensible, conoce su afici¨®n a plasmar la poes¨ªa de la naturaleza, a filmar amaneceres y atardeceres, flores, ¨¢rboles, el murmullo del mar y de los r¨ªos, esas cosas tan l¨ªricas. En True Mothers no renuncia a esa est¨¦tica, pero se centra (y se alarga un mont¨®n) en el calvario de una pareja que adopt¨® a un ni?o y al que ahora reclama su presunta madre biol¨®gica. De acuerdo, Kawase posee delicadeza y sentimiento. A veces la respeto, otras me carga, nunca logra apasionarme.
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