El aplauso art¨ªstico del pintor invisible para los sanitarios de Santander
El creador Pejac pinta tres murales en el hospital de Valdecilla para agradecer su labor durante la pandemia
El artista invisible ha aparecido bajo los nubarrones de la pandemia, esta vez, sin aprovecharse de la oscuridad para actuar con nocturnidad ni alevos¨ªa, sino para contribuir a iluminar a trav¨¦s de sus obras el lugar donde m¨¢s necesaria es la luz: un hospital. El santanderino Pejac, al que llaman el Banksy espa?ol y que pertenece a esa estirpe de creadores callejeros poco amiga de dejarse ver, ha conmemorado a los sanitarios del hospital de Valdecilla, en su ciudad, con tres murales que plasman esta nueva era del coronavirus. Caricia, Social Distancing y Superaci¨®n adornan ahora las instalaciones c¨¢ntabras. El lienzo son las s¨®lidas paredes y no las desechables batas blancas, que han vivido un sufrimiento que si se transportara al arte se asemejar¨ªan m¨¢s a las Pinturas Negras de Goya que al reivindicativo y preciso trazo de Pejac. O Duelo a garrotazos, concede el c¨¢ntabro, si se refiere al ¨¢mbito pol¨ªtico.
Habla un hombre alto, tocado de gorra y miranda profunda, de marcada nariz, pelo negro y largo donde alguna cana deja ver que ya no es el chaval de 18 a?os que pint¨® en la pared de la facultad de Bellas Artes de Salamanca un mensaje con tanta carga pol¨ªtica que apenas dur¨® 24 horas. Pejac, ahora afincando en Madrid y que ha vaciado cubos de pintura por todo el mundo, se niega a dar m¨¢s detalles. No escasean cuando explica el porqu¨¦ de este homenaje a los sanitarios de su ciudad. La palabra ¡°regalo¡± la desecha de su cat¨¢logo. Tan solo, y le parece poco, quer¨ªa inmortalizar el sacrificio del gremio a trav¨¦s de su arte, t¨¦rmino que ni sabe ni quiere definir. Se conforma con referirse a todo aquello que genera un est¨ªmulo, un cosquilleo, ¡°de cuello para arriba¡±.
La obra se halla delante del ¨¢rea de pediatr¨ªa y los ni?os ingresados han colaborado estampando sus dedos en el muro
No miente. Superaci¨®n muestra a un ni?o que se levanta de su silla de ruedas conectada a un gotero y pinta con sus manos un paisaje impresionista e impresionante con campos amarillos, verdes bosques y vivaces cielos que muestran que el soporte es hormig¨®n armado de ilusi¨®n. La obra se halla delante del ¨¢rea de pediatr¨ªa y los ni?os ingresados han colaborado estampando sus dedos en el muro. La mascarilla que protege a Pejac tambi¨¦n lleva su sello, pues de tanto coloc¨¢rsela mientras dibujaba ha creado una tela colorida y con un vistoso gotel¨¦ multicolor. Sus ropas tambi¨¦n lucen este adorno improvisado gracias a horas pincel en ristre. Otro de sus homenajes se encuentra a la entrada de Valdecilla. All¨ª las separadas sombras de dos siluetas oscuras, una de una enfermera y otra de un paciente, quiebran la distancia social obligatoria y se rozan con la estampa de los nen¨²fares de Monet, unas flores acu¨¢ticas que ilustran la belleza de las relaciones humanas cuando hay salud de por medio.
Esta es la creaci¨®n favorita de Rafael Tejido, gerente del centro, porque cree que ¡°la salud es la sensaci¨®n de bienestar¡± y estas pinturas pueden levantar los ¨¢nimos de quienes visitan el hospital, que no lo hacen voluntariamente sino porque no queda otra. Le emociona esta Caricia porque las sombras no han perdido el contacto que ellos s¨ª a?oran, y necesitan, con los pacientes. Roc¨ªo Lobeira, enfermera de hematolog¨ªa, observa la creaci¨®n y celebra que los ni?os hayan podido colaborar y romper con la rutina y el aislamiento que tanto los oprime. Su compa?era Mar¨ªa Ter¨¢n lo resume cual cr¨ªtica de arte: ¡°Simboliza la realidad de la enfermer¨ªa y el v¨ªnculo con el paciente¡±. Unos metros m¨¢s all¨¢, un pediatra ayuda al peque?o Gael, un rubito ni?o al que tratan de corregir la pisada. Adelante, atr¨¢s, aplausos, risas. Y as¨ª, con una sonrisa infantil que trasciende la mascarilla, la realidad muestra lo que insin¨²a la pared.
Pejac recuerda que todo hubiera sido m¨¢s dif¨ªcil sin esos profesores que no le rega?aban cuando llenaba de dibujos los deberes, las pizarras o los ex¨¢menes
Pejac, que se deshace en elogios hacia el hospital y su equipo, sonr¨ªe cuando le agradecen su contribuci¨®n y recuerda que todo hubiera sido m¨¢s dif¨ªcil sin esos profesores que no le rega?aban cuando llenaba de dibujos los deberes, las pizarras o los ex¨¢menes. Su comprensi¨®n le hizo atreverse a explorar nuevas dimensiones. El c¨¢ntabro relata c¨®mo se fue forjando en los lienzos callejeros sin saber, como ahora, si lo que hace se puede llamar arte. Tampoco quiere poner etiquetas sino que su obra ¡°hable por s¨ª misma¡±. S¨ª admite que lo suyo es un trabajo, pues sigue sintiendo la pasi¨®n por componer y animar a otros con sus mismas inquietudes. As¨ª lo hizo con la cuarentena, cuando recab¨® m¨¢s de 50 propuestas internacionales para realizar obras desde casa, con las ventanas como aliadas.
¡°No soy un artista urbano¡±, prosigue, ¡°sino un tipo creativo¡±. Pretende hacer pensar, generar excitaci¨®n intelectual a trav¨¦s de sus colores. El mural Social distancing requiri¨® escaso uso de la paleta: le basta con el blanco y el negro para dibujar lo que parece una grieta. Hace falta aproximar la mirada y aprovechar el sol que ba?a Santander para percibir que el agujero oscuro no son sino individuos, cual peque?as hormigas, que tratan de escapar del hoyo. Solo lo logran a base de colaboraci¨®n, con peque?os monigotes que se agarran respectivamente de los brazos para evocar, seg¨²n confiesa Pejac, c¨®mo esta crisis puede servir como oportunidad para reforzar los lazos sociales. Optimismo no le falta.
Babelia
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