¡°Somos mujeres, miedo no tenemos¡±
La directora Amparo Climent filma con Marisa Paredes el horror y el sufrimiento de la guerra en ¡®Las cartas perdidas¡¯
Marisa Paredes toma asiento en la silla m¨¢s antigua del Gij¨®n. Al fondo un joven toca al piano m¨²sica cl¨¢sica. Cuando suben las notas en el viejo caf¨¦ vac¨ªo, ella exclama algo que dice en la pel¨ªcula que rueda estos d¨ªas: ¡°Qu¨¦ bien que somos mujeres, miedo no tenemos¡±. La escucha, con los ojos acuosos, la directora del filme, la tambi¨¦n actriz Amparo Climent. Enfrente de Marisa, con la mascarilla que le deja al descubierto el asombro de sus ojos, el dramaturgo Lluis Pasqual. La m¨²sica suena, y la actriz eleva el grito que la convierte en Clara, una de las mujeres que protagonizan Las cartas perdidas, la pel¨ªcula en curso. ¡°No desesper¨¦is, compa?eras, mientras haya una mujer viva la guerra no estar¨¢ perdida, y ellos no podr¨¢n borrar los colores de nuestras casas, ni las miradas de nuestros amores, ni los olores de nuestros hijos¡ Que mi nombre no se borre de la historia¡±. La m¨²sica acaba cuando termina el recitado de esta mujer de blanco, que le pide perd¨®n al pianista por tener su sonido de fondo.
En el rodaje la dirige Amparo, que aqu¨ª mira a Marisa decir la carta de su personaje. Clara pudo existir, como las autoras de otras que se escribieron sin respuesta desde la guerra, la prisi¨®n o el exilio. Dice Clara: ¡°Escribo esta carta desde la c¨¢rcel en la que he pasado los ¨²ltimos cuatro a?os. Un lugar donde los sue?os recorren los muros imbatibles y en los que, a veces, una brizna de hierba se cuela entre ellos (¡) Desde aqu¨ª se me llevar¨¢n esta noche y ya no volver¨¦¡¡±. Con Marisa estas son las actrices que encarnan el drama m¨²ltiple y an¨®nimo de la guerra: Alba Flores, Nora Navas, Luisa Gavasa, Julieta Serrano, Gloria Vega, Karmele Aranburu, Ana Gracia, Ana Labordeta, Chupi Llorente, Resu Morales, Mar¨ªa Isasi, Miriam Esobe y Miriam Tejedor. Ana Bel¨¦n es la voz que dice la historia de estas claras que proclaman el orgullo de resistir escribiendo cartas contra ¡°la violencia fascista¡±. ¡°Es la historia¡±, dice Marisa, ya devuelta a su ser actual, espa?ola de 2020, ¡°y es nuestra; hay que reivindicar a esas mujeres. Eternamente¡±.
Amparo Climent mantiene en su rostro el aire que no ha perdido desde que nos record¨®, en su silla del caf¨¦, el primer impulso de contar el drama humano de la historia. Fue en Melilla, en 2015, cuando subi¨® al Monte Gurug¨² y vivi¨® la desesperaci¨®n de miles de subsaharianos que se enfrentaban a la muerte y cuyo porvenir estaba tapiado por las rejas puntiagudas de la frontera. Estuvo dos a?os ¡°escuchando historias de mujeres y de ni?os y de hombres que quer¨ªan superar la valla para alcanzar humanidad o esperanza¡±. De ah¨ª surgieron una exposici¨®n, ¡°que incluy¨® dibujos que hac¨ªan para contarme su desolaci¨®n¡±, y una pel¨ªcula, Las l¨¢grimas de ?frica, que son como las que ahora aparecen en su mirada mientras Marisa exclama su parte en esta nueva incursi¨®n de Amparo en la historia de los desesperados, esta vez, las mujeres perseguidas a ra¨ªz de la Guerra Civil. En medio de ambas aventuras, estuvo su viaje a la historia de los refugiados en Grecia, que dio de s¨ª Los sue?os de Idomene. ¡°Aquello fue terrible, y aun es peor lo que pasa ahora¡±.
Las mujeres cuyas cartas perdidas son la piedra central del tormento de la guerra vivieron exilio, c¨¢rcel, pena de muerte¡ Amparo filma el horror ¡°para que no se repita¡±. Dice, tras las palabras de Marisa Paredes: ¡°No es abrir heridas, es cerrarlas¡±.
Babelia
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