Indulto a la dulzura
Finito pasea cuatro orejas y un rabo de una muy noble corrida de Zalduendo
El tercer toro de la tarde, Doctor de nombre, fue indultado despu¨¦s de que durante m¨¢s de media hora, desde que sali¨® de toriles hasta que volvi¨® por donde hab¨ªa venido, ofreciera toda una lecci¨®n de dulzura, generosidad, clase, movilidad y calidad, especialmente en una interminable faena de muleta en la que Finito traz¨® con la mano derecha muletazos de cartel, apropiados a la exquisita colaboraci¨®n que le ofrec¨ªa su oponente.
Mucho ha tardado en llegar el indulto en esta Gira de Reconstrucci¨®n de la tauromaquia. Una pena, sin embargo, que un hecho excepcional en la historia del toreo se haya devaluado hasta el punto de que ha perdido gran parte del valor que supone perdonar la vida a un toro bravo, fiero, encastado, combativo y noble.
Doctor no era as¨ª. Un buen toro, sin duda, que embisti¨® atropelladamente a los capotes, no pele¨® en varas, acudi¨® con templanza en el segundo tercio, y repiti¨® incansable por el lado derecho al cite de su toreador. Escarb¨® con frecuencia y su embestida no fue la misma por el pit¨®n izquierdo.
ZALDUENDO/FINITO, BOL?VAR
Cuatro toros de Zalduendo, correctos de presentaci¨®n, mansos, muy nobles y con clase; el tercero fue indultado.
Finito de C¨®rdoba: estocada trasera y tendida (dos orejas); dos avisos (dos orejas y rabo simb¨®licos).
Luis Bol¨ªvar: bajonazo y estocada (ovaci¨®n); estocada _aviso_ (oreja).
Plaza de Antequera (M¨¢laga). 9 de octubre. Sexta corrida de la Gira de Reconstrucci¨®n. Mil cien espectadores.
Pero era un toro buenagente, un amigo, engendrado y criado para mayor gloria del toreo artista. De hecho, Finito no necesit¨® salir de su zona de confort, y lo tore¨® a placer, confiado, sonriente, con esa innata elegancia que lo define. Hasta catorce tandas se contaron en su haber, doce de ellas con la mano derecha, y no m¨¢s que leves detalles con la zurda; sonaron dos avisos mientras el presidente debat¨ªa su decisi¨®n preso de las dudas, hasta que por fin, apareci¨® el pa?uelo naranja, y la plaza vibr¨® ante el perd¨®n.
Ni que decir tiene que Finito dibuj¨® muletazos hermosos, magn¨ªficamente abrochados con los pases de pecho; no es una sorpresa que lo hizo siempre de manera ventajista, luciendo m¨¢s su galanura que su heroicidad. Tampoco el toro se lo exigi¨®, esa es la verdad.
Pinceladas, detalles y aroma despleg¨® por el ruedo ante su primero, otro noble animal que mereci¨® una obra redonda que no lleg¨®.
Finito hab¨ªa entrado en el cartel en sustituci¨®n de Castella que hace unos d¨ªas anunci¨® su retirada; y Bol¨ªvar lo hizo por amistad con el franc¨¦s.
El primero se ha encontrado con la perita en dulce de un indulto, y el torero colombiano -que ya luce canas en su rizada cabellera- lidi¨® por vez primera en su vida dos toros de Zalduendo, y pudo demostrar que su toreo tiene m¨¢s hondura que el que hasta ahora le han permitido las corridas duras.
Se luci¨® a la ver¨®nica en sus dos toros. Inici¨® la faena de muleta a su primero con el cartucho de pescao y dibuj¨® varias tantas de naturales con entrega y buen gusto. Se empe?¨® en alargar el trasteo, mat¨® mal y todo se emborron¨®. Volvi¨® a torear muy bien con la mano derecha al cuarto, pero casi nadie se lo tuvo en cuenta despu¨¦s de la borrachera del indulto. Dej¨® claro, no obstante, que no solo es un gladiador del toreo.
Y todos tan contentos con el primer indulto; porque habr¨¢ m¨¢s¡
Babelia
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