El Museo Metropolitan revisa su historia
La muestra 'Making the Met¡¯, que conmemora en 150 aniversario del gran centro de arte en Nueva York, reconstruye la creaci¨®n de la colecci¨®n sin omitir sus fallos e injusticias
Apaguen las luces, entonen el ¡°cumplea?os feliz¡±, enciendan las velas y, cuando el ni?o ya ha llenado de aire sus pulmones y se dispone a soplar, retiren s¨²bitamente la tarta y vuelvan a encender las luces. Eso es, b¨¢sicamente, lo que le pas¨® al museo Metropolitan de Nueva York cuando, a finales de marzo, se dispon¨ªa a celebrar por todo lo alto su 150? aniversario, y un odioso ser microsc¨®pico con el prosaico nombre de SARS-CoV-2 irrumpi¨® para llevarse por delante toda la magia. ¡°Digamos que fue abrupto, muy dram¨¢tico para todos nosotros¡±, recuerda Andrea Bayer, directora adjunta de colecciones del Metropolitan y comisaria de Making the Met (¡°Hacer el Metropolitan¡±), la exposici¨®n estrella del aniversario. ¡°Est¨¢bamos a cinco d¨ªas de completar la instalaci¨®n de todas las piezas. La exposici¨®n implica a los 17 departamentos curatoriales del museo, a los cinco departamentos de conservaci¨®n, todos est¨¢bamos all¨ª trabajando y, de repente, lleg¨® la orden de cerrar. Tuvimos que retirar todo lo que se hab¨ªa instalado. Literalmente, hubo escalofr¨ªos en estas salas¡±.
Lo que vino despu¨¦s es conocido. Nueva York se convirti¨® en el epicentro global de una terrible pandemia. La vida cultural de la ciudad, o la vida de la ciudad a secas, qued¨® dram¨¢ticamente interrumpida. Y 2020 quedar¨¢ marcado en la historia del Metropolitan, pero el texto que acompa?ar¨¢ al a?o en las cronolog¨ªas ser¨¢ muy diferente al previsto.
Apenas hab¨ªa dejado de abrir m¨¢s de tres d¨ªas seguidos en toda su historia, y ahora el museo ha permanecido cerrado m¨¢s de cinco meses. Prev¨¦n p¨¦rdidas de ingresos de cerca de 150 millones de d¨®lares este a?o. Uno de cada cinco trabajadores del museo ha sido despedido. El Met Breuer, ap¨¦ndice de la instituci¨®n para alojar su colecci¨®n de arte moderno, inaugurado en 2016 en el edificio del arquitecto de la Bauhaus en la avenida Madison que albergaba antes el museo Whitney, ya no volver¨¢ a abrir sus puertas. ¡°Hemos tenido que encoger la instituci¨®n en un 20% mientras nos preparamos para un pr¨®ximo par de a?os muy duros¡±, resume el director del museo, Max Hollein, en una entrevista con EL PA?S.
Pero ahora, aplanada por el momento la curva de contagios en la ciudad, el sentimiento en el museo es de ilusi¨®n. La que produce en estos d¨ªas cualquier atisbo de normalidad. La emoci¨®n del reencuentro del arte con su p¨²blico, que se produjo cuando el pasado 28 de agosto, con el aforo reducido al 25%, el museo abri¨® de nuevo sus puertas de la Quinta Avenida. As¨ª, la exposici¨®n Making the Met, pensada como un recorrido por 10 momentos clave en el desarrollo y la evoluci¨®n del Metropolitan, se convierte en una oportuna reflexi¨®n sobre c¨®mo un museo con vocaci¨®n enciclop¨¦dica debe relacionarse con su pasado y con su presente, y cu¨¢l debe ser su papel futuro, en la ciudad, el pa¨ªs y el mundo.
¡°Hemos escogido 10 momentos que cre¨ªmos que fueron absolutamente significativos para la instituci¨®n, y que cambiaron al museo en una direcci¨®n importante. Y ahora sentimos que estamos en el und¨¦cimo¡±, explica Bayer. ¡°No solo el coronavirus y la crisis econ¨®mica, tambi¨¦n la llamada urgente de justicia social que se ha producido en Estados Unidos este verano, todo ello ha dado forma a la manera en que nos sentimos respecto a la historia anterior del museo. Dir¨ªa que somos m¨¢s conscientes que nunca del papel, para bien y para menos bien, que el museo ha desempe?ado en la sociedad¡±.
Durante los meses en que permaneci¨® cerrado el Metropolitan, recorri¨® el pa¨ªs un clamor por la justicia social encarnada en las protestas bajo el lema de Black Lives Matter. Una llamada a confrontar las esencias racistas del pa¨ªs, que se extiende tambi¨¦n a una instituci¨®n cuya historia, como reconoci¨® el propio director, ¡°est¨¢ conectada con una l¨®gica de lo que se define como supremac¨ªa blanca¡±. Entrando en esa conversaci¨®n, el museo hizo p¨²blica una lista de 13 compromisos con la diversidad y el antirracismo, que afectan a la contrataci¨®n y formaci¨®n de trabajadores, la composici¨®n del patronato y tambi¨¦n a la colecci¨®n misma.
En medio de ese debate, Making the Met ofrece una plataforma para asomarse al pasado y pensar en el futuro. Bayer y su equipo escogieron m¨¢s de mil objetos, que luego fueron reducidos a 251, y los ordenaron no en funci¨®n de la fecha en la que fueron creados, sino de la fecha en la que fueron adquiridos por el museo. Algo que permite trazar, sala a sala, a trav¨¦s de sorprendentes yuxtaposiciones, una historia del museo, de la sociedad estadounidense y del acto mismo de coleccionar y documentar.
Ya la sala central que articula la visita, con un ¨®leo de Van Gogh, un bronce de Rodin, un m¨¢rmol de Noguchi, una Marylin de Richard Avedon y un fetiche congole?o de la cultura yomb¨¦, aporta la medida de la profundidad y la riqueza de la colecci¨®n de un museo creado, en medio del optimismo tras la Guerra de Secesi¨®n, a imagen y semejanza de los europeos, a los que pronto super¨®.
¡°La sociedad neoyorquina blanca y protestante¡±
En las primeras adquisiciones pes¨® m¨¢s la aspiraci¨®n que el rigor. Los fundadores ¨C empresarios procedentes, como se encarga de indicar la cartela, de ¡°la sociedad neoyorquina blanca y protestante¡±¨C empezaron la colecci¨®n con un sarc¨®fago romano, seguido de una colecci¨®n de pinturas de grandes maestros, antig¨¹edades chipriotas, escultura maya, pintura estadounidense y armaduras japonesas. Un ajuar que reflejaba el amplio espectro de intereses de los coleccionistas neoyorquinos, y en el que escaseaban las obras maestras y abundaban las falsas atribuciones.
A principios del siglo XX se incentiv¨® la vocaci¨®n did¨¢ctica del Metropolitan y su ambici¨®n de trascender al p¨²blico elitista, adquiriendo colecciones de objetos funcionales, incluidos instrumentos musicales y prendas de vestir. Con los a?os 20 llegaron las grandes excavaciones arqueol¨®gicas, y el hoy controvertido principio del partage, por el que los museos se repart¨ªan los artefactos excavados con el pa¨ªs anfitri¨®n.
En los textos que acompa?an el recorrido ¨Cel 10% de los cuales fueron modificados durante el verano a la luz de las protestas por la justicia racial, seg¨²n la comisaria¨C el equipo del museo no tiene reparos en enfrentarse a lo que, desde un juicio anacr¨®nico, ser¨ªan sus verg¨¹enzas. Incluida la trayectoria de algunos de sus grandes benefactores hist¨®ricos, como la familia Havemeyer, cuyas decisivas donaciones de maestros impresionistas, que ocupan una de las salas de la muestra, no impiden que en un texto se destaque la explotaci¨®n de esclavos, las penosas condiciones laborales y las pr¨¢cticas monopol¨ªsticas sobre las que los Havemeyer levantaron su imperio azucarero.
Abordar las ausencias
Los textos de la exposici¨®n tambi¨¦n lamentan que el museo se relacionara con el arte moderno ¡°de manera cautelosa y err¨¢tica¡±, y se resistiera a abrazar vanguardias como el cubismo o el surrealismo, hasta el punto de que rechaz¨® la donaci¨®n de la colecci¨®n de Gertrude Vanderbilt Whitney, que acabar¨ªa dando lugar a la creaci¨®n del museo Whitney. Resulta f¨¢cil se?alar huecos en una colecci¨®n con ambici¨®n de universalidad, pero hay algunos, como el de la explosi¨®n de creaci¨®n afroamericana durante los a?os 20 que se conoci¨® como Renacimiento de Harlem, que el museo considera ¡°especialmente sorprendente y lamentable¡±, dada su ¡°proximidad f¨ªsica¡± a las calles donde se produjo.
¡°Es una exposici¨®n tanto de las cosas maravillosas que tenemos como de las que no tenemos. De alguna manera, esperamos que la ¨²ltima secci¨®n muestre c¨®mo tratamos de abordar esas ausencias¡±, explica la comisaria. En esa ¨²ltima sala, titulada Ensanchando las perspectivas, una gran pieza del artista ghan¨¦s El Anatsui, un impresionante tapiz realizado con miles de tapones de aluminio encontrados, es un ejemplo del tr¨¢nsito reciente del eurocentrismo a un verdadero universalismo.
Making the Met es, en suma, una reflexi¨®n sobre el coleccionismo. Y para una instituci¨®n que atesora m¨¢s de un mill¨®n y medio de piezas, el desaf¨ªo hoy es c¨®mo mostrarlas, interpretarlas y ponerlas en relaci¨®n con el momento hist¨®rico y el p¨²blico de la ciudad y del mundo. Al final, sostiene Bayer, lo que hace la exposici¨®n es poner en valor las piezas en s¨ª mismas, y c¨®mo su significado e importancia puede fluctuar con el contexto. ¡°Cuando caminas por la exposici¨®n, sientes la incre¨ªble variedad y amplitud de los trabajos¡±, explica. ¡°No importa qui¨¦n seas o qu¨¦ intereses traigas contigo al edificio, est¨¢s a punto de encontrar cosas que van a resonar en ti. La colecci¨®n en s¨ª misma, ese es el gran logro¡±.
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