Destellos de excelsa torer¨ªa
La corrida era en s¨ª misma un acontecimiento ¡ªla ¨²nica, hasta el momento, en plaza de primera categor¨ªa¡ª, pero los descastados toros de Jandilla impidieron que la tarde culminara en la explosi¨®n de j¨²bilo que la disposici¨®n y sensibilidad de Morante y Ortega hicieron presagiar. Y todo ante unos tendidos en los que solo se sentaron 2.961 espectadores, obligados por las normas sanitarias, que la empresa de la plaza asegura que se cumplieron a rajatabla.
Hubo destellos de excelsa torer¨ªa, de esos que merecen un hueco en el ba¨²l de los ¨ªntimos recuerdos. Fue un mano a mano entre artistas, entre el barroquismo desgarrado y hondo de Morante, y la elegancia natural y exquisita de Juan Ortega. Hubo rivalidad. Se not¨® en el ruedo y se transmiti¨® a los tendidos.
Y ambas escuelas quedaron patentes a lo largo del festejo.
He aqu¨ª al torero de La Puebla transfigurado en una labor de embrujo y orfebrer¨ªa al quinto de la tarde, iniciada con un particular quite por chicuelinas, al que respondi¨® su compa?ero con otro de mismo palo, ambos dibujados con pinceladas personal¨ªsimas.
Brind¨® el sevillano a la concurrencia y, ante el animal menos desclasado de la tarde, que se dejaba sin entrega, desgran¨® una labor variada y profunda, desde los iniciales ayudados por alto con los pies juntos, hasta muletazos por ambas manos pre?ados de empaque, con las manoletinas y los ayudados por alto con los que finaliz¨® la faena antes de pinchar y desbaratar la obra.
Pero hubo m¨¢s: una merit¨ªsima actitud, una entrega sorprendente, valent¨ªa, firmeza... Era evidente que la corrida de C¨®rdoba era para Morante un serio compromiso al que respondi¨® con sus mejores armas.
Solo pudo destacar su disposici¨®n ante el malaje primero, un toro con la cara suelta, sin recorrido ni gracia; brind¨® el segundo a Cayetana ?lvarez de Toledo, presente en una barrera, y no pudo m¨¢s que expresar su deseo de triunfo ante otro oponente sin casta en las entra?as. Y volaron los trofeos cuando pinch¨® al quinto, el ¨²nico que le permiti¨® encandilar a un p¨²blico ¨¢vido de tardes triunfales.
No fue posible el j¨²bilo porque los toros de Jandilla no lo permitieron. Muy irregulares en los caballos, y cumplidores en el segundo tercio, decepcionaron en la muleta. No hubo ninguno que se entregara, que diera motivos para hablar de bravura y casta; al contrario, en todos ellos predomin¨® la soser¨ªa.
Tal circunstancia, y a pesar de contar con el peor lote, no impidi¨® que el joven Juan Ortega saliera airoso del dif¨ªcil compromiso con Morante.
Ortega es la elegancia natural en la cara del toro; con el capote y la muleta. Al sexto se luci¨® a la ver¨®nica y por delantales; el citado quite por chicuelinas al tercero de la tarde fue un gozo. Y a¨²n traz¨® unos hermosos naturales a su primero, en una labor discontinua, y predominaron los muletazos sueltos por la oscura condici¨®n del toro. Sufri¨® apuros con el complicado cuarto y se desesper¨® ante el rajado sexto.
Hab¨ªa brindado su primero a Morante, que le hab¨ªa ofrecido una oportunidad de oro que aprovech¨® hasta la ¨²ltima gota. Porque aunque no paseara trofeos, este Ortega tiene las ideas claras y huele a torero caro.
JANDILLA / MORANTE, ORTEGA
Toros de Jandilla, correctos de presentaci¨®n, mansos, sosos y
descastados.
Morante de la Puebla: estocada atravesada que hace guardia, cuatro descabellos y el toro se echa silencio; pinchazo, estocada delantera, un descabello y el toro se echa ovaci¨®n; pinchazo, media, un descabello ¡ªaviso¡ª y un descabello (vuelta al ruedo).
Juan Ortega: bajonazo ovaci¨®n; dos pinchazos y estocada, silencio; pinchazo hondo y estocada palmas de despedida.
Plaza de C¨®rdoba. 12 de octubre. Corrida del D¨ªa de la Hispanidad. Cartel de ¡°No hay billetes¡± (2.961 espectadores).
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