El coraje de un cineasta

El bonito proyecto del a?o 2017 llamado Cineastas contados, consistente en una serie de documentales sobre prestigiosos autores espa?oles, dirigidos por j¨®venes directores de la (pen)¨²ltima generaci¨®n, y que ya nos hab¨ªa proporcionado los interesantes La d¨¦cima carta, de Virginia Garc¨ªa del Pino, sobre el cine de Basilio Mart¨ªn Patino, y Saura(s), de F¨¦lix Viscarret, sobre Carlos Saura, sigue ofreciendo puntuales acercamientos y ahora llega a las salas el did¨¢ctico, entretenid¨ªsimo e indispensable Olea... ?m¨¢s alto!, realizado por Pablo Malo.

Indispensable y necesario por una raz¨®n fundamental: a pesar de la labor de proyecci¨®n en filmotecas, en ciclos festivaleros y en la televisi¨®n p¨²blica, las pel¨ªculas de Pedro Olea siguen siendo desgraciadamente demasiado desconocidas para los j¨®venes cin¨¦filos. Malo, director de Fr¨ªo sol de invierno y Lasa y Zabala, se esconde deliberadamente, como debe ser en un caso como el del director vasco, detr¨¢s del felizmente artesanal y s¨®lido cine del radiografiado, del impacto de algunas de sus mejores im¨¢genes, de las declaraciones de algunos de sus compa?eros de trabajo (Garci, Frade, Porto, Camus¡­), de un encuentro maravilloso en un caf¨¦ con Concha Velasco, una de sus actrices fetiche, y sobre todo de la espontaneidad, de la nobleza sin dobleces pero sincera de Olea, ser humano con la verdad del arte y de la vida por delante.

En orden cronol¨®gico, sin voz en off de narrador omnisciente, con la gu¨ªa de Olea en diversos encuentros y entrevistas, Malo narra en orden cronol¨®gico, y revela algunos de sus trabajos m¨¢s desconocidos, junto a su sempiterna lucha con la censura franquista: sus cortos en la Escuela Oficial de Cine; trabajos para la segunda cadena de TVE con prodigiosos atrevimientos; el valent¨ªsimo v¨ªdeo de Joan Manuel Serrat cantando La, la, la, antes de la sustituci¨®n por Massiel, con una bufanda con los colores de la bandera de la Rep¨²blica; o el gran episodio El caso de las envenenadas de Valencia, de la serie La huella del crimen.

Todo ello sin rehuir las pol¨¦micas, dando voz a todas las partes, como los choques con Imanol Arias en Bandera negra y con Antonio Gala en M¨¢s all¨¢ del jard¨ªn. Y, claro, con preponderancia de la mejor etapa de Olea, coraje y talento, compromiso pol¨ªtico sin manique¨ªsmos: su cine entre 1970 y 1978, con las formidables El bosque del lobo, La casa sin fronteras, Tormento, Pim, pam, pum¡­ ?fuego! y Un hombre llamado flor de oto?o, historia del cine espa?ol siempre a reivindicar.