Artistas sin mecenas: la historia latina que no cuentan los museos de Estados Unidos
Dos nuevos libros hablan de c¨®mo Estados Unidos valora m¨¢s el arte de Latinoam¨¦rica que el de sus propios latinos
Cuando la antrop¨®loga puertorrique?a Arlene D¨¢vila le pregunt¨® recientemente a un comerciante de arte qu¨¦ entend¨ªa ¨¦l por arte latino en Estados Unidos, este le respondi¨®: ¡°Pienso en el ghetto, en Washington Heights o el Bronx, o en la se?ora que limpia la casa.¡± Luego, cuando le pregunt¨® a la curadora de arte Pilar Thompkins Rivas c¨®mo las personas en el mundo del arte entienden a los chicanos, ella le admiti¨® que en ese mercado de ¨¦lite se les ve "como los hijos de las personas que s...
Cuando la antrop¨®loga puertorrique?a Arlene D¨¢vila le pregunt¨® recientemente a un comerciante de arte qu¨¦ entend¨ªa ¨¦l por arte latino en Estados Unidos, este le respondi¨®: ¡°Pienso en el ghetto, en Washington Heights o el Bronx, o en la se?ora que limpia la casa.¡± Luego, cuando le pregunt¨® a la curadora de arte Pilar Thompkins Rivas c¨®mo las personas en el mundo del arte entienden a los chicanos, ella le admiti¨® que en ese mercado de ¨¦lite se les ve "como los hijos de las personas que son sus sirvientes''.
En 2005 se present¨® una propuesta en el Congreso para hacer un nuevo museo p¨²blico dedicado al arte latino tan grande como el Smithsonian y, 15 a?os despu¨¦s, ser¨¢ evaluada ma?ana por el Senado de Estados Unidos. Los latinos en Estados Unidos son, aproximadamente, m¨¢s de 60 millones de personas, y m¨¢s complejos de lo que dejan ver estos estereotipos como lo revelaron las elecciones: las realidades del chicano en California poco tienen que ver con la del cubano en la Florida. A pesar de su diversidad, son la minor¨ªa m¨¢s grande de Estados Unidos y hay un espacio en el mundo del arte que a¨²n no les abre la puerta por culpa, en parte, de estos estereotipos: el mundo de los grandes museos. Dos nuevos libros ¡ªun estudio de la antrop¨®loga ?rlene D¨¢vila y las memorias de la curadora de arte colombiana Carolina Ponce de Le¨®n¡ª hablan este a?o, desde dos esquinas muy distintas, sobre un mismo vac¨ªo en el mercado del arte que ha sido significativo para los artistas latinos.
¡°Estos son artistas que han sido centrales para la vitalidad art¨ªstica de Estados Unidos, a pesar de que han sido eclipsados de su historia. Son los m¨¢s ausentes en la mayor¨ªa de las colecciones de los museos y en los circuitos de galer¨ªas comerciales¡±, escribe D¨¢vila, profesora en la universidad de Nueva York, en su nuevo libro Latinx Art (Duke University Press, publicado en julio en ingl¨¦s). Los artistas Latinx, la categor¨ªa clave en el libro de D¨¢vila, no son los artistas de Latinoam¨¦rica que han migrado con privilegios y el patrocinio de un mecenas a Estados Unidos, y que prefieren identificarse con su pa¨ªs de origen que como latinos. Latinx, en el libro, se refiere a aquellos migrantes latinos que llevan viviendo en EE UU tanto tiempo que no cuentan ya con ¡°privilegio nacional¡±: no cuentan con el apoyo de sus pa¨ªses de origen, se reconocen como americanos, pero son una minor¨ªa discriminada en el pa¨ªs del norte. ¡°Nadie nace Latinx,¡±, explica D¨¢vila a EL PA?S. ¡°Esta es una categor¨ªa social que es producto de una socializaci¨®n, una racializaci¨®n, pero tambi¨¦n de la solidaridad entre ellos¡±.
Una encuesta publicada en 2018 por la fundaci¨®n Mellon revel¨® que, aunque el n¨²mero de empleados latinos ha aumentado ligeramente en los museos, solo un tres por ciento de ellos est¨¢n en cargos de liderazgo. Otro estudio publicado hace un a?o sobre diversidad en los cargos culturales de la ciudad de Nueva York ¨Cla capital de los museos¨C revel¨® que los latinos, que representan un tercio de la poblaci¨®n de la ciudad, tienen solo el 11% de los puestos en el mundo de la cultura. Esta falta de oportunidades se traduce, argumenta D¨¢vila, en falta de representaci¨®n en el mercado del arte. ¡°El arte Latinx ha tenido hist¨®ricamente menos apoyo institucional¡±, escribe.
M¨¢s all¨¢ de las cifras, que no cuentan toda la historia, en su libro D¨¢vila entrevista a decenas de curadores, mecenas del arte o artistas que revelan los estereotipos t¨®xicos que persisten en el mercado del arte. Pero tambi¨¦n revela c¨®mo estos estereotipos tienen consecuencias econ¨®micas en el mercado del arte. Cuando D¨¢vila entrevista a uno de los pocos coleccionistas que se enfocan en arte chicano, este le cuenta que ese arte se vende a un precio muy menor a otros en el mundo del arte contempor¨¢neo con la misma trayectoria: vendi¨® un cuadro del artista chicano Gronk, La Tormenta, a 65.000 d¨®lares, un precio mucho menor a los 250.000 que valdr¨ªa un cuadro parecido en el mundo del arte contempor¨¢neo si no se tratara de un artista Latino.
El arte de Latinoam¨¦rica, en cambio, est¨¢ mejor posicionado dentro del mercado de Estados Unidos. No solo el de las grandes potencias del arte latinanomericano (como M¨¦xico y Brasil), sino incluso el que viene de peque?as islas como Cuba. Cuando D¨¢vila entrevist¨® a un coleccionista cubano, este le explic¨® que en su gremio no compran el arte de los cubanos que han crecido en Estados Unidos, pero que si el artista vive en la isla, lo compran sin pensarlo. "Ellos quieren comprarse una historia, pero no una historia que viene de Estados Unidos'', dice Juana Valdes, artista afrocubana-americana en Miami y Nueva York, y cuyas obras tratan el tema del racismo en Estados Unidos y el Caribe. Valdes cuenta a EL PA?S que, entre los coleccionistas que est¨¢n m¨¢s interesados en su arte, hay m¨¢s afroamericanos que coleccionistas latinos. ¡°No creo que el mundo del arte entienda lo que es el arte Latinx¡±, dijo a D¨¢vila. Para ella, en ese mercado, ¡°arte latinoamericano¡± es igual a ¡°la versi¨®n blanca sudamericana¡± del arte.
El arte de Latinoam¨¦rica ha tenido un boom en los museos del norte desde finales de los a?os ochenta y principios de los noventa, en parte gracias al boom de ferias de arte internacionales promovidas por los Gobiernos del sur (ArteBa de Buenos Aires desde 1991; ArtBo en Bogot¨¢ desde el 2005; ArtRio en R¨ªo de Janeiro desde el 2010; Art Lima en la capital de Per¨² desde el 2013). Un n¨²mero peque?o de mecenas, adem¨¢s, le han dado m¨¢s prioridad a los artistas que se exponen en los museos del sur que a los que trabajan en las comunidades latinas de Estados Unidos. Dos grandes mecenas que se?ala D¨¢vila son Patricia Phelps de Cisneros ¡ªesposa del millonario empresario venezolano Gustavo Cisneros¡ª que ha estado en la junta del Museo de arte Moderno de Nueva York desde 1992 y que ha donado cientos de cuadros de artistas latinoamericanos; y Estrellita Brodsky, uruguaya-venezolana que junto con su marido, el millonario Daniel Brodsky, han aumentado la colecci¨®n de arte Latinoamericano en el MoMa o el MET. "Es genial que muchos artistas latinoamericanos vengan a Estados Unidos'', aclara D¨¢vila. ¡°Pero el mundo del arte contempor¨¢neo es muy excluyente tambi¨¦n y el tema ac¨¢ es, ?c¨®mo el arte Latinx, que habla de exclusi¨®n y elitismo en Estados Unidos, puede ayudarnos a descolonizar el mundo del arte?¡±
La curadora latinoamericana en el museo latino
Una de las personas que conoce los dos mercados desde dentro es Carolina Ponce de Le¨®n, famosa curadora colombiana que empez¨® su carrera en Bogot¨¢ y que luego trabaj¨® en Estados Unidos durante casi 20 a?os. Su nuevo libro, Tantas vueltas para llegar a casa, publicado por Planeta en septiembre, es una autobiograf¨ªa que habla de su vida ¨ªntima y profesional: de su trabajo con artistas como Beatriz Gonz¨¢lez o Doris Salcedo antes de que alcanzaran la fama internacional, y de sus a?os en el mundo del arte en Nueva York y en San Francisco cuando el arte de latinos estaba opacado por el de los artistas de Latinoam¨¦rica. Cuando ella lleg¨® a Estados Unidos, en 1994, el boom del arte de Latinoam¨¦rica estaba en ascenso.
¡°Las conmemoraciones del V centenario de 1992, con exposiciones como Ante Am¨¦rica, hab¨ªan representado un momento catalizador para el arte latinoamericano¡±, escribe en su libro. Las casas de subastas del norte quer¨ªan arte que viniera del sur del continente, y la inversi¨®n de grandes capitales desde Brasil y M¨¦xico impulsaron el boom de artistas de Latinoam¨¦rica. ¡°Hacia finales de los noventa, las ventas anuales de arte latinoamericano en Christie¡¯s sumaban m¨¢s de 27 millones de d¨®lares, confirmando que el arte de Am¨¦rica Latina se hab¨ªa vuelto un lujoso producto de exportaci¨®n cultural.¡±
Pero Ponce de Le¨®n, despu¨¦s de un muy corto plazo en el puertorique?o Museo del Barrio en Nueva York, pas¨® a trabajar en la Galer¨ªa La Raza en San Francisco, un espacio con menor presupuesto y dedicado al arte chicano. ¡°Sent¨ªa aversi¨®n por la homogeneizaci¨®n del arte global y por participar en procesos donde el arte se utilizaba como un instigador del apetito capitalista,¡± escribe. ¡°En cambio, apreciaba la escala modesta de la Galer¨ªa, su independencia de los circuitos, su car¨¢cter local y micropol¨ªtico.¡±
La Galer¨ªa estaba menos interesada en el impagable arte mexicano que en crear algo completamente nuevo con los latinos dentro de Estados Unidos. ¡°Los artistas latinos no tienen grandes coleccionistas que puedan valorar su trabajo¡±, explica Ponce de Le¨®n a EL PA?S, en concordancia con los resultados de D¨¢vila. ¡°Vienen en su mayor¨ªa de la clase trabajadora y no tienen la infraestructura de legitimaci¨®n que tienen los artistas latinoamericanos¡±. La Galer¨ªa se financiaba con donaciones de comunidades latinas y el apoyo de artistas y activistas de San Francisco, Los ?ngeles y Sacramento. "El arte latino est¨¢ m¨¢s arraigado en una historia de activismo social'', agrega Ponce de Le¨®n.
Su primera exposici¨®n como curadora con varios artistas chicanos, sobre el racismo y los estereotipos contra los latinos en Estados Unidos, se llam¨® Amigo Racism: Mickey Mouse Meets the Taco Bell Chihuahua. ¡°Tuvo un review positivo, y el autor dec¨ªa algo como ¡®si creen que el identity politics mat¨® al arte, vengan a ver esta exposici¨®n¡¯, para ver que no era cierto,¡± recuerda Ponce de Le¨®n. ¡°Para m¨ª eso fue revelador, porque era claro que hab¨ªa un prejuicio en contra de estas nuevas formas de arte¡±.
Tanto D¨¢vila como Ponce de Le¨®n son esc¨¦pticas frente a peque?os cambios que se han dado en los ¨²ltimos a?os para incluir a los artistas latinos en el mundo de la cultura estadounidense. En marzo de este a?o, por ejemplo, el alcalde de Nueva York contrat¨® a Gonzalo Casals como Comisionado de Asuntos Culturales, un activista queer y migrante argentino que activamente quiere cambiar las din¨¢micas del sector. ¡°Quiero darle oportunidades a personas como yo; comunidades migrantes, comunidades queer, comunidades Latinx¡±, le dijo a The New York Times. El poderoso Whitney Museum tambi¨¦n decidi¨® contratar en el 2018 a Marcela Guerrero como su primera curadora Latinx, que arranc¨® su curadur¨ªa con una exposici¨®n conmovedora (¡°Pacha, Llaqta, Wasichay¡±) enfocada sobre todo en los artistas migrantes que conectan sus obras con el arte ind¨ªgena quechua o azteca.
¡°Soy muy esc¨¦ptica a estos cambios simb¨®licos sin transformaciones estructurales¡±, dice D¨¢vila. ¡°Me temo que toda esta conversaci¨®n que se ha dado en los museos sobre diversidad se quede en solo eso, conversaciones¡±. Sin coleccionistas o mecenas del arte para los artistas latinos en Estados Unidos, sin curadores que puedan invertir para diversificar las colecciones de sus museos, una exposici¨®n temporal puede terminar siendo solo eso: un saludo a la bandera. "Los museos quieren darle un espacio a otras identidades'', insiste Ponce de Le¨®n, ¡°pero al mismo tiempo los museos lo hacen con mucho escepticismo sobre la intenci¨®n verdadera, y sobre c¨®mo generar cambios profundos, estructurales.¡± Valdes, la artista afrocubana, es un poco m¨¢s optimista. ¡°Mira todo el tiempo que le tom¨® a los artistas afroamericanos llegar a donde han llegado [en el mercado del arte], y eso no les tom¨® tres o cuatro a?os¡±, dice. ¡°Pero al menos nosotros estamos liderando ahora esta conversaci¨®n, ahora mismo.¡±