La pesadilla de una madre

Se huye de la violencia y de la pobreza en busca del sue?o americano, pero, por el camino, est¨¢ el empedrado destino que aguarda a cada uno de esos j¨®venes mexicanos que tantas veces ni siquiera alcanza a cruzar la frontera. Se pierden: en el arc¨¦n de una carretera, en fosas comunes, en ninguna parte. Y son las madres, siempre las madres, las encargadas de buscarlos, iniciando un camino de temor y temblor, de terrible burocracia, de silencio c¨®mplice, de mentiras y medias verdades, de amenazas y corruptelas pol¨ªticas, policiales y sociales, con el que no es dif¨ªcil rendirse. Fernanda Valadez, formidable directora debutante, lo muestra mientras lo denuncia, lo denuncia mientras lo muestra, en la excelente Sin se?as particulares, mucho m¨¢s que una activista pel¨ªcula social: una compleja obra con estilo.

Con una reducid¨ªsima profundidad de campo, porque no puede haberla, cada uno mirando por su propia integridad y poco m¨¢s, una magn¨ªfica fotograf¨ªa de Claudia Becerril, l¨²gubre, casi siempre nocturna, complej¨ªsima en su resoluci¨®n, y una puesta en escena donde los personajes colaterales a esa madre que busca a su hijo, o al menos el cad¨¢ver de su hijo para intentar descansar al fin, nunca se visualizan, solo voces y, como mucho, escorzos, porque en realidad no importan sus rostros sino su actitud oblicua y esquiva, Sin se?as particulares va acompa?ada adem¨¢s de una banda sonora de corte disonante, sonidos, ruidos sin melod¨ªa, porque tampoco puede haberla.

Un f¨¦rreo mecanismo formal de encuadres exactos, que acaba configurando un viaje al centro del horror, desesperanzador de principio a fin, y con el m¨¢s atroz de los desenlaces. Una posibilidad que ya apuntaba otra notabil¨ªsima pel¨ªcula mexicana sobre la inmigraci¨®n, La jaula de oro (Diego Quemada-D¨ªez, 2013), y que Valadez visualiza como la m¨¢s inquietante de las pesadillas maternas.