David Lagos o el cante como ¡®sampler¡¯
El artista present¨® anoche en la Suma Flamenca de Madrid su disco ¡®Hodierno¡¯, en el que expone su voz a la m¨²sica electr¨®nica y la improvisaci¨®n libre

Existe un desprecio general por la improvisaci¨®n libre y la m¨²sica indeterminada. El t¨®pico, que se repite incluso en la educaci¨®n musical superior, es que se trata de una m¨²sica de impostores, que cualquiera puede ejecutar. Salvo en el circuito cerrado en que esas m¨²sicas se mueven, la falta de atenci¨®n a las obras de un Morton Feldman, un Anthony Braxton o un La Monte Young, por citar a tres ejemplos bien reconocidos, es total. Quiz¨¢ a un John Cage, en tanto cabeza de cartel simb¨®lica de esas experimentaciones (que, por cierto, en Cage, ni de lejos, se resumen ni tienen cota alguna) y gracias acaso a su parte bufa, se le preste algo m¨¢s de atenci¨®n. Por supuesto, en el campo flamenco, la ausencia de una reflexi¨®n seria sobre estas m¨²sicas es total, y cuando sus formas aparecen, Cage mediante, se trata de meros gestos esnob. Es por ello que una propuesta como la que ha realizado David Lagos, con ¨¢nimo de largo aliento, es absolutamente bienvenida. Su disco Hodierno (2019), que anoche se present¨® en la Suma Flamenca junto a la guitarra de su hermano Alfredo, el saxo de Juan Jim¨¦nez (apoyado en delays) y la electr¨®nica en vivo de Daniel Mu?oz, es un intento, bajo clave morentiana, de que el flamenco se haga eco de esas m¨²sicas, si bien para nada hodiernas sino, m¨¢s bien, con medio siglo de historia: Lagos propone un acercamiento del flamenco a la m¨²sica electr¨®nica, una consideraci¨®n del cante como sampler sobre el que trabajar con herramientas ajenas al campo flamenco y una voluntad de que a ese campo flamenco lo hagan temblar ciertos recursos heredados de la libre improvisaci¨®n.
Pero se trata de algo muy dif¨ªcil. Y quiz¨¢ aqu¨ª podemos ver c¨®mo pesa ese desd¨¦n del que habl¨¢bamos. Anthony Braxton lleva m¨¢s de 200 discos publicados desde que comenzara su carrera, en 1968, en los que explora el terreno de la improvisaci¨®n (y no solo) con la minuciosidad de un cirujano. Las obras de Feldman y Young son de las m¨¢s ricas de la segunda parte de siglo en lo que a reflexi¨®n sobre la estructura se trata. Y la lista podr¨ªa seguir. No se puede pedir que las cosas cuadren a la primera, ni se trata de disparar (como recordaba recientemente Roc¨ªo M¨¢rquez, con raz¨®n) a todo el que se mueva del sitio. Pero acaso s¨ª cabe se?alar la historia de estas cuestiones como modo de pedir paciencia.
Para empezar, la historia de la relaci¨®n entre el flamenco y la m¨²sica electr¨®nica tiene ya su tiempo. Luna nueva de Remedios Amaya (1983) y Tango, tango gitano, de Ritmo tres (1985) se consideran dos de los primeros jalones relevantes; seguramente se puedan encontrar anteriores de tirar del hilo del productor Isidro Mu?oz, y desde luego proliferan desde entonces, siempre desde un punto de vista r¨ªtmico, ¡°bailable¡±.
La del cante como sampler que se inserta en un contexto ¡°extra?o¡± tiene una historia anterior, pero menos prolija en jalones. Tiene un comienzo: la colaboraci¨®n de Enrique Morente en el tema Prisioneros del disco de Gualberto de 1975, A la vida, al dolor, en la que el cante se inserta casi como una fantasmagor¨ªa en una canci¨®n de rock ¨¢cido californiano. Sin embargo, si englobamos el flamenco en las llamadas m¨²sicas vern¨¢culas, el g¨¦nero conocido como m¨²sicas del mundo es una fuente inagotable de ejemplos. En ellas, el fragmento vern¨¢culo de turno aparece tal cual, como si de una cita respetuosa se tratara, sin la destructiva elaboraci¨®n a la que los dj¡¯s someten los fragmentos que despu¨¦s secuencian (lo que responde a una turbia ideolog¨ªa, claro).
La historia, en cambio, de la relaci¨®n entre improvisaci¨®n libre (o estructurada) y flamenco es, que sepamos, nula.
Como sea, la propuesta de David Lagos no fue, anoche, la de arrojar su cante a la intemperie electr¨®nica ni a las arremetidas de la improvisaci¨®n libre. Parte importante de la propuesta tuvo el corte ortodoxo de recital de cante y toque. Incluso, cuando saxo y electr¨®nica entraban en juego, muchas veces lo hac¨ªan para subrayar el cante. Pero, a veces, no. As¨ª ocurri¨® al comienzo, cuando bajo un comp¨¢s electr¨®nico ternario y con unas duraciones perfectamente determinadas, Lagos cant¨® el Romance de la monja (conocido por la versi¨®n del Negro del Puerto) y, seguidamente, el poema de Luis Rius que cantara Morente en su Yo, poeta decadente. Sobre el saxo de Jim¨¦nez cay¨® el peso del juego de improvisaci¨®n (como, por lo dem¨¢s, el resto de noche) Tras ello, Lagos, sin acompa?amiento, realiz¨® una versi¨®n del Preg¨®n de los caramelos de Macand¨¦ apenas reconocible m¨¢s que por ciertas inflexiones. Apareci¨® la guitarra de Alfredo y David cant¨® la ca?a con unos abandolados. Una malague?a de la Trini sin soluci¨®n de continuidad y vuelta al arropamiento electr¨®nico para acometer la malague?a de Chac¨®n. Lagos muy ortodoxo en su cante mientras la cosa iba hacia cierto cl¨ªmax con aire de Omega. Guitarra sola por granadinas; comienzo de una tanda de soleares y solea por buler¨ªas con apoyo del saxo. Seguimos sin otra presencia electr¨®nica que el delay del saxo, que recuerda a la parte m¨¢s oscura de los Morphine. Despu¨¦s un beat a comp¨¢s de alegr¨ªas sobre el que Lagos hace diversos estilos. Una seguiriya con la impronta, tambi¨¦n, del Omega, referente y l¨ªmite general del recital. Para acabar, unas marianas con guitarra y voz, y unos tangos sobre los que, con cierto bienvenido riesgo, Mu?oz trat¨® de superponer un patr¨®n r¨ªtmico desplazado.
Repetimos que es bienvenida una propuesta como la de Lagos. El trabajo por hacer es enorme y, aunque hoy trat¨® de nadar y guardar la ropa, tiempo al tiempo.
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