Cuatro anillos ¡°milagrosos¡±, nueve obispos ¡°santos¡± y un aparato de rayos X
Un equipo del CSIC tratar¨¢ de despejar en enero, con el an¨¢lisis de los metales por medio de un espectr¨®metro, algunos de los misterios de las joyas descubiertas en un relicario en Ourense
Como si la Ribeira Sacra, que aspira en 2021 a ser Patrimonio de la Humanidad, fuera un jir¨®n perdido de la Tierra Media de Tolkien, en la que perdurasen ocultos los nueve anillos m¨¢gicos entregados a nueve reyes de los hombres. El pasado diciembre, al empezar los trabajos de restauraci¨®n de un relicario en el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil (Nogueira de Ramu¨ªn, Ourense), Vania L¨®pez descubri¨® una bolsita de tela bordada en hilo met¨¢lico. Dentro esperaba encontrar peque?os huesos, pero lo que apareci¨® fueron cuatro joyas y una vieja nota manuscrita: ¡°Estos quatro anillos son de los que quedaron de los nueve Santos Obispos. Son los que han quedado. Los dem¨¢s desaparecieron. Por ellos se pasa agua para los enfermos y sanan mu[chos]¡±.
A partir de enero, un equipo de investigadores dirigidos por Therese Martin, del Instituto de Historia (Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas), tratar¨¢ de despejar las inc¨®gnitas de estas piezas. El grupo fiar¨¢ su suerte, sobre todo, al an¨¢lisis de las aleaciones (y de las tres piedras preciosas que a¨²n conservan engarzadas) con fluorencencia de rayos X (XRF), una t¨¦cnica capaz de distinguir y revelar todos los componentes de los materiales.
En la fachada del enorme cenobio (hoy parador) incrustado como otra gema en una ladera boscosa que se precipita al r¨ªo Sil, hay un blas¨®n labrado en granito que representa nueve mitras. Pedro, Afonso, Servando, Gonzalo, Ansurio, Vimarasio, Fraolengo, Viliulfo y Paio vivieron en torno al siglo X y pasaron sus ¨²ltimos a?os retirados en Santo Estevo. Seg¨²n distintas fuentes hist¨®ricas, hab¨ªan sido obispos, entre otras di¨®cesis, de las de Ourense, Astorga, Coimbra, Iria o Tui, y todos ellos se veneran como santos el 26 de enero (la fecha de la muerte de Ansurio en 925), aunque no est¨¢n canonizados formalmente.
Con el tiempo, fragu¨® entre los devotos la leyenda que les atribu¨ªa poderes milagrosos. La fama de los prodigios sobrenaturales de los nueve religiosos y sus sortijas atra¨ªan muchos peregrinos y tambi¨¦n generosos donativos que contribuyeron a engrandecer y embellecer el monasterio que luego pas¨® a manos de los benedictinos. Sus cad¨¢veres estuvieron enterrados en el claustro que se construy¨® con parte de estos fondos y sus anillos de prelados se conservaban en un cofre. En 1463, el abad Alonso Pernas mand¨® trasladar los restos de los nueve religiosos a un lugar que consider¨® m¨¢s propio para unos santos: dos arquetas doradas que flanquear¨ªan desde entonces el altar mayor de la iglesia.
Los huesos de cuatro de los obispos descansar¨ªan en uno de los relicarios y los de los cinco restantes, en el otro. Durante la restauraci¨®n de uno de los compartimentos, apareci¨® el peque?o saco con cuatro anillos y la nota que avisa desde tiempos pret¨¦ritos de la ausencia de los otros cinco. La caligraf¨ªa del pergamino no es medieval: los investigadores la enmarcan entre los siglos XVII y XVIII.
A falta de los an¨¢lisis que se espera realizar este mes, la bolsa parece de seda y su factura recuerda a otras de los siglos XV y XVI. Est¨¢ bordada con hilo met¨¢lico, pero todav¨ªa no se puede decir que sea de oro, igual que no se conoce la composici¨®n de los anillos. Estos datos los revelar¨¢ el espectr¨®metro de fluorescencia de rayos X cuando el investigador Xos¨¦ Lois Armada se traslade desde Santiago al archivo de la catedral de Ourense para analizar las joyas.
Entonces se sabr¨¢ si la peculiar aleaci¨®n de cada uno da pistas sobre la ¨¦poca y el origen de las piezas y se puede empezar a escribir la verdadera historia no escrita. ¡°Es nuestra esperanza¡±, reconoce Therese Martin, directora del proyecto El tesoro medieval hispano en su contexto: colecciones, conexiones y representaciones en la pen¨ªnsula y m¨¢s all¨¢. Despu¨¦s de estudiar el tesoro de San Isidoro de Le¨®n, Martin se traslad¨® a Galicia. Y los anillos se le han presentado por sorpresa cuando su grupo estaba trabajando en las maravillas que guarda el museo de la catedral de Ourense, como el ajedrez de cristal de roca de San Rosendo, de origen ¡°claramente isl¨¢mico¡± (y probablemente del siglo X).
A trav¨¦s de los objetos, el grupo integrado por una veintena de especialistas en historia del arte, arqueolog¨ªa, museolog¨ªa e historia medieval procedentes de seis pa¨ªses, rastrea los constantes intercambios entre culturas y religiones y el papel fundamental de las mujeres en esos contactos. En el equipo hay expertas en textiles de la Edad Media, en marfiles isl¨¢micos, en arte jud¨ªo... y tambi¨¦n en materias tan espec¨ªficas como los matrimonios de las princesas de la Europa del Este o los v¨ªnculos entre ¡°mujeres de ¨¦lite en tierras germanas y de la pen¨ªnsula ib¨¦rica¡±. Los vestigios materiales que sobrevivieron al paso del tiempo manifiestan las ¡°conexiones transculturales¡± que muchas veces permanecieron ¡°invisibles para la historia escrita oficial¡±, defiende Martin.
Los anillos no son de plata pura, se cree que est¨¢n tratados con azufre para cambiar su coloraci¨®n y alguno presenta un ba?o dorado. El m¨¢s peque?o, de 20 mil¨ªmetros de di¨¢metro y ya sin gema, podr¨ªa servirle a una mujer. Otro, de 23 mil¨ªmetros, se adorna con lo que semeja una turquesa y otros dos (23 y 27 mil¨ªmetros de di¨¢metro) llevan piedras de color blanquecino o crema. Una de estas dos tiene unas marcas, pero Martin todav¨ªa no sabe si son producto del desgaste o es que la piedra est¨¢ tallada a modo de sello. ¡°Necesito confirmarlo con el microscopio digital¡±, comenta.
A simple vista, todos ¡°son anillos muy est¨¢ndar, de tipolog¨ªa sencilla. Hay muchos de este tipo en el mundo musulm¨¢n y en la cristiandad¡±, explica la directora del proyecto, que buscar¨¢ semejanzas con otras joyas ya estudiadas en el planeta. ¡°Con lo que sabemos de momento no se puede decir que sean occidentales. No hay ning¨²n elemento obvio, y el hecho de que no lleven inscripciones nos lo pone m¨¢s dif¨ªcil¡±, concluye: ¡°Por ahora, para nada me atrever¨ªa a poner fecha a esos anillos¡±.
El Obispado de Ourense (que hasta que los cient¨ªficos empiecen su labor se encarga de custodiar el hallazgo) recuerda que un can¨®nigo archivero ya fallecido, Emilio Duro, fue uno de los mayores estudiosos de la historia del monasterio y los nueve ¡°obispos santos¡±. En el proceso de canonizaci¨®n emprendido por la Iglesia en el siglo XVII y no completado se recogen varias curaciones insospechadas que se atribuyen a los anillos, como la de un tullido que volvi¨® a caminar y una muchacha ¡°ciega de nacimiento¡±.
La urna en la que aparecieron las joyas estaba en el relicario del lado izquierdo del altar mayor, el primero del que se acomete la restauraci¨®n, invadido por los xil¨®fagos. El arca est¨¢ dividida en cuatro compartimentos que guardan los restos esquel¨¦ticos, supuestamente, de cuatro de los obispos medievales. Entre uno de estos montones de huesos estaba la bolsa bordada que, junto con el pergamino, ¡°da mucho valor a los anillos¡±, admiten tanto desde el obispado como desde el equipo del CSIC.
El lugar en el que han aparecido y el documento antiguo que alerta de su importancia son, por ahora, los mejores indicios. El otro es la tradici¨®n popular que segu¨ªa latente en la zona como un eco de la fama que alcanzaron los poderes m¨¢gicos de los anillos en tiempos remotos.
Varios libros de ficci¨®n se han inspirado en esta historia, el ¨²ltimo, publicado hace tan solo tres meses. El monasterio de Santo Estevo, los obispos que arribaron al lugar escapando de incursiones musulmanas, las sortijas prodigiosas a las que se perdi¨® el rastro hace siglos y hasta un buscador de tesoros que trata de encontrarlas atraviesan las p¨¢ginas de El bosque de los cuatro vientos (Destino), de la viguesa Mar¨ªa Oru?a.
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