Mal empezamos
La exposici¨®n de la National Gallery sobre Artemisia Gentileschi es otra prueba del cambio de paradigma, pero queda mucho por hacer
El pr¨®ximo febrero se abrir¨¢ en la National Gallery de Londres una exposici¨®n de la artista Artemisia Gentileschi que un peri¨®dico brit¨¢nico augura ser¨¢ uno de los blockbusters de la temporada, ¡°crudo y sangriendo ¨¦xito¡±, adjetiva incluso. En la muestra estar¨¢, siguen aclarando, su gran cuadro Judit y Holofernes. Habr¨¢ otros cuadros, claro, incluso la bella pintura que ha adquirido el museo recientemente, el autorretrato de Gentileschi tocando el la¨²d. Y habr¨¢ incluso atribuciones que a unos convencen y a otros no tanto, tema que puede dar mucho de s¨ª, pero parece que lo que sigue fascinando ¨Cy ahora incluso m¨¢s¨C es esta pintura a menudo relacionada con la violaci¨®n de la artista por un amigo del padre.
Es cierto que el cuadro es crudo, sangriento y poderoso: Judit se representa en el momento mismo de cortar la cabeza de Holofernes, acompa?ada por una joven sirvienta que se implica de modo contundente en la violencia. Y tiene una fuerza incre¨ªble, pero achacarla a la violaci¨®n sufrida es tanto como decir que una mujer tiene que ser violada para pintar cuadros intensos.
En todo caso, Judit y Holofernes, del cual existen varias versiones ¨Cocurre con algunos cuadros de la artista y dan noticia del ¨¦xito entre sus clientes¨C, ha hecho correr r¨ªos de tinta y no solo de sangre. Entre otros un texto tan extraordinario como pol¨ªticamente incorrecto que escribe Roland Barthes sobre el cuadro, en el cual fantasea a prop¨®sito del erotismo en la escena, aunque la violencia no puede por definici¨®n ser er¨®tica venga de donde venga. Ya conocemos los gustos de Barthes, a menudo sobreactuados desde el m¨¢s burdo colonialismo. Me pregunto qu¨¦ ocurrir¨¢ el d¨ªa que el Me Too llegue con fuerza a la incorrecci¨®n pol¨ªtica y abuso de poder de tantos gais.
Lo que est¨¢ claro es que ya nadie negar¨ªa que el cambio de paradigma ha ocurrido y no solo porque la National Gallery ¨Co el Prado¨C?programe muestras de mujeres con previsiones de ¨¦xito seguro o porque sus directores digan p¨²blicamente lo asombrados que se sienten al comprobar que no hay casi mujeres en las salas. M¨¢s vale tarde. Los grandes museos tratan ahora de comprar obras de las grandes maestras o hasta de atribuirles cuadros con o sin raz¨®n.
Pero de pronto, extasiada en el mundo feliz, surge la feminista vigilante en m¨ª, esa un poco pesada que me rega?a cuando quiero seguir leyendo a Barthes, un explotador de jovencitos norteafricanos. Veo el t¨ªtulo: Artemisia. ?Artemisia? ?Puede un proyecto serio sobre una mujer titularse con el simple nombre de la artista como si se tratara de una cantante pop? ?Se nos quita el apellido porque somos excepcionales ¨Cqu¨¦ horror-, un poco Madonna? Por cierto, otro mito que se me derrumba. En su ¨²ltimo v¨ªdeo le chupa el dedo gordo del pie a Maluma. Eso tambi¨¦n parece un poquito violencia de g¨¦nero, ?no? Me voy a leer a las Bront?.
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