Publicidad

Trabajando en medios de comunicaci¨®n (o de incomunicaci¨®n) s¨¦ que la publicidad que existe en ellos es fundamental para que cobremos la n¨®mina. S¨¦ que en ese universo no solo es fundamental la imaginaci¨®n, sino que tambi¨¦n precisa de la psicolog¨ªa, la sociolog¨ªa, el marketing, la direcci¨®n art¨ªstica y otras profundas ciencias. Tambi¨¦n me pareci¨® muy atractiva la serie Mad Men y admito que Don Draper, adem¨¢s de chulazo y seductor, era un genio en su trabajo. Pero soy tan ingenuo, orgulloso o tonto, me sulfura tanto la publicidad, que estoy convencido de que sus mensajes no me afectan, de que jam¨¢s compro lo que promocionan incesantemente. Me aburre, me pone de los nervios, intentan venderme humo.

Quiero pensar que entre las higi¨¦nicas razones por las que el personal se apunta a las televisiones de pago es para no tener que soportar los spots. En sus inicios, Canal Plus los aboli¨®. Hay cosas muy jugosas en la oferta de Movistar, pero no precisamente que te obliguen a tragarte anuncios publicitarios al comienzo de las series, los documentales, las pel¨ªculas. Que suban la cuota, pero que me priven de ese suplicio.

Las televisiones generalistas despreciaban tanto a los cin¨¦filos que era prescindible lo de mostrar los t¨ªtulos de cr¨¦dito finales de las pel¨ªculas. Y pensar¨¢n los prosaicos corsarios: ?qu¨¦ m¨¢s da ignorar los nombres de los que las han fabricado, cortar la banda sonora que han creado los m¨²sicos, impedir que el espectador recuerde las sensaciones que le ha provocado lo que acaba de ver y de o¨ªr mientras desfilan los cr¨¦ditos? Bueno, pues Netflix hace lo mismo que los anteriores b¨¢rbaros. Con la ¨²ltima imagen aparece un cartelito anunciando que en tres segundos comienza otra historia. Y a¨²llo.