Estrella Morente: ¡°Yo solo votar¨ªa a Garc¨ªa Lorca¡±
La cantaora granadina ensalza en su disco ¡®Copla¡¯ a ese g¨¦nero como el retrato de un pueblo ¡°sin banderas¡±

Dice Estrella Morente?(Las Gabias, 39 a?os) que la copla es coraz¨®n desangrado e historia pur¨ªsima de este pa¨ªs llamado Espa?a, al menos por ahora. ¡°Son pel¨ªculas en miniatura, dramones en tres minutos¡±, subraya con ese verbo enf¨¢tico que siempre ha sido sello familiar. Pero ella, que ha mamado, cantado y sentido la copla desde la infancia m¨¢s remota, ya en aquellos primeros paseos por el Albaic¨ªn granadino que alberga su memoria, comprende y tolera bien a quien no se conmueve con este arte. Porque a Estrella la educaron en el respeto a la disidencia, en el amor por la libertad en la expresi¨®n y la humildad hacia las convicciones propias.?
Solo hay algo a este respecto que le subleva: aquellas voces seguramente poco documentadas que a¨²n hoy creen ver en la copla un sesgo pol¨ªtico, el reflejo y hasta refrendo de aquella Espa?a apolillada en la que la grisura siempre doblegaba a los abanderados del color. ¡°La copla, como el resto de mi m¨²sica, no tiene patria ni bandera¡±, enfatiza. ¡°Porque yo no soy una mujer partidista, pero s¨ª pol¨ªtica. Y solo votar¨ªa, si se presentase a unas elecciones, a Federico Garc¨ªa Lorca¡¡±.?
La cantaora granadina estren¨® este pasado viernes en Madrid su m¨¢s reciente disco (Copla, para qu¨¦ m¨¢s circunloquios) ante un Teatro Circo Price pr¨¢cticamente repleto, con 1.600 espectadores. Podr¨ªa hablar la primog¨¦nita de Enrique Morente sobre la poderosa banda sinf¨®nica de 35 m¨²sicos que la acompa?¨® en escena, o referirse a las rutilantes batas de cola que luce sobre las tablas (¡°mira que me cuesta manejarlas, y ahora que ya les voy cogiendo el truco se me est¨¢ acabando la gira¡¡±). Podr¨ªa referirse tambi¨¦n a esas dos d¨¦cadas holgadas que la contemplan como una de las voces se?eras del flamenco en todo el mundo, mucho m¨¢s all¨¢ de las genealog¨ªas. Pero regres¨® Estrella a la capital con el verbo encendido y la voz concienciada, a la vista de que vivimos un momento, dice, en que el artista ¡°no se puede permitir eso de mirarse el ombligo¡± y s¨ª abrazar el compromiso ¡°con las necesidades sociales y culturales, a modo de declaraci¨®n de principios¡±.?
Y la copla resulta ser, argumenta, un veh¨ªculo ¨®ptimo para hablar de la gente de a pie, de lo que se cuece en nuestras ciudades. Le divierte recordar que su concierto en el Palau de la M¨²sica coincidi¨® con la sentencia del proc¨¦s: ¡°All¨ª estaba esa noche, cantando Suspiros de Espa?a, y no pas¨® nada¡¡±. Y se proclama mujer preocupada ¡°como ciudadana y como madre¡±, por los conflictos pol¨ªticos, aunque se apresure a advertir de que desconoce la soluci¨®n id¨®nea para tanta desavenencia. ¡°Solo s¨¦ que estar¨¦ siempre de parte del pueblo obrero, ya sea independiente o unido¡±.
?Por qu¨¦ la copla y por qu¨¦ ahora? Porque el g¨¦nero, por lo pronto, ya era venerado por el propio Enrique Morente, que le hizo comprender ¡°que en todo lo m¨¢s contempor¨¢neo y avanzado siempre hay un trasfondo de flamenco¡±. Y porque rescatar este repertorio tan tr¨¢gico y apegado a la calle le permite homenajear a nombres grand¨ªsimos que la antecedieron: Imperio Argentina y Marif¨¦ de Triana, desde luego, pero tambi¨¦n las figuras masculinas de Angelillo, Antonio Molina, Miguel de los Reyes, Rafael Farina o Carlos Cano. Y, por supuesto, a Lola Flores, que bien merece menci¨®n aparte. ¡°Esto es pa¡¯ la mejor que ha dado Espa?a, que se llama Lola¡±, exclam¨® desde el palco del Price, tras desangrarse en el escenario con una conmovedora lectura de ?Ay, pena, penita, pena!?
La dedicatoria acontece en el tramo final del espect¨¢culo, con la Morente estrenando un flamante vestido negro y su pelo negr¨ªsimo desmelenado, como en una recreaci¨®n lorquiana de los dramas inasumibles del desamor. Antes ha combinado las batas de cola con el mant¨®n de Manila y el aleteo del abanico, esplendorosa en Yo soy esa, Madrina o La ni?a de puerta oscura, bell¨ªsima en su teatralidad contenida. Y a¨²n dej¨® espacio para que la orquesta desarrolle un par de suites instrumentales y para un cuadro flamenco central, aplaudid¨ªsimo, en el que repasa Los cuatro muleros y otras joyas populares junto a dos guitarristas y tres palmeros. Lorca, siempre Lorca.?
Pero Estrella, desde la plenitud de sus 39 a?os, no parece en este momento buscar tanto la gloria como la relevancia, ¡°porque el ¨²nico y aut¨¦ntico fracaso ser¨ªa la falta de emoci¨®n¡±. Habla del Price como un ¡°santuario¡±, pero acude, como tantas otras veces, al ideario de Morente para avisar: ¡°No hay maestros, sino disc¨ªpulos eternos. Esa es mi mentalidad y mi ideolog¨ªa. El compromiso siempre es con la obra y va m¨¢s all¨¢ de la repercusi¨®n. Mi padre nos ense?¨® a comprometernos siempre con el trabajo, ya fuese junto a un artista c¨¦lebre o an¨®nimo, ante miles de personas o frente a unas poquitas¡±.?
Y as¨ª, desde la humildad, se atreve Estrella Morente a entonar la despedida con una proclama para los representantes p¨²blicos, por si alguno quisiera aguzar el o¨ªdo. ¡°Todos seremos mejor cuando entendamos que los artistas, ya desde las primeras pinturas prehist¨®ricas, son fundamentales para comprender la evoluci¨®n de la humanidad. Porque, igual que est¨¢ el m¨¦dico del pie o el de las muelas, nosotros somos m¨¦dicos del alma. Y eso no nos coloca por encima de nadie, pero nos hace tambi¨¦n necesarios¡±.?
Se resiste la hermana de Kiki y Sole¨¢ Morente a confiarnos, a modo de colof¨®n, una copla. Una sola. La m¨¢s simb¨®lica, la que m¨¢s le remueva las entra?as. ¡°No puedo decantarme por una sola, porque cada copla es un brazo m¨ªo, una pierna m¨ªa, un codo. Es la pieza de un puzle global, una necesidad de expresarse¡±, objeta. Pero, ante la insistencia, admite que se siente retratada especialmente en dos. ¡°Una de ellas es El d¨ªa que nac¨ª yo, claro, porque habla de mi Granada y del milagro que significa estar vivo¡±, enuncia. ?Y la otra? Estrella Morente Carbonell suspira y se sincera: ¡°La otra es Soledad, de Gracia Montes. La habr¨¦ cantado m¨¢s de cien veces, pero siempre me mueve a reflexionar sobre esta sociedad en la que no siempre nos encontramos. Todos estamos muy solos; incluso yo, que me siento muy querida por mi amor, mis hijos, mis m¨²sicos y el p¨²blico. Por todo ello, esa copla nos define tan bien. Y por eso me felicito de poder convertir esa soledad en m¨²sica¡¡±.
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