Nostalgia del di¨¢logo

A estas alturas hasta resulta emocionante una pel¨ªcula que reivindica el poder del di¨¢logo. Una pel¨ªcula cuya principal acci¨®n es el intercambio verbal entre dos personajes. La cosa resulta doblemente ins¨®lita cuando los que hablan son un viejo pol¨ªtico socialista y una joven asesora que, frente a las estrategias de partido o de publicidad, solo aporta sus conocimientos en letras y filosof¨ªa. Un trabajo que consiste en escribirle notas a su jefe que le ayuden a ¡°volver a pensar¡±.

El segundo largometraje del franc¨¦s Nicolas Pariser se detiene ante el alcalde de una gran ciudad, en este caso Lyon, cuya panor¨¢mica abre una pel¨ªcula que confronta los enormes dilemas del presente con un dinosaurio de la pol¨ªtica. El representante de un tiempo pasado al que da vida el formidable actor Fabrice Luchini, que compone con humor y contenci¨®n la crisis existencial de su oto?al personaje. El resuelto di¨¢logo que se establece entre ¨¦l y su filosofal asesora (personaje que tambi¨¦n carga con su propia crisis vital, aunque peor trazada por una Ana?s Demoustier algo insulsa) es uno de esos banquetes de verborrea tan propios de un cine franc¨¦s que a¨²n crece bajo la sombra de Eric Rohmer, cineasta que sobrevuela por esta pel¨ªcula sobre la vida pol¨ªtica.

El propio Pariser ha explicado que, inspirado en una experiencia laboral de su mujer, quiso llevar a la ficci¨®n algo tan aparentemente falto de gracia (al menos visual) como la rutina de reuniones y compromisos de un alcalde junto a su nueva colaboradora y, a partir de ah¨ª, denunciar la profunda crisis de la democracia que vivimos. Su prop¨®sito se cumple a medias, acertando m¨¢s en el retrato de las tripas del consistorio y su l¨ªder que en todo lo que ocurre m¨¢s all¨¢ de su despacho o su gabinete.