Seis discos de la semana: del ¡®country¡¯ alternativo al jazz progresivo
¡®Babelia¡¯ analiza esta semana ¨¢lbumes de Terry Allen, A Girl Called Eddy, Jeff Parker, Pinegrove, Isabelle Faust y dos recopilatorios de m¨²sica africana
Renacentista de culto
Por Ram¨®n Fern¨¢ndez Escobar
Just Like Moby Dick. Terry Allen. Paradise of Bachelors / Popstock!
?Cu¨¢ntos artistas pl¨¢sticos ven su obra expuesta en el Met o el MoMA y son a la vez h¨¦roes del country? Habr¨¢ dificultades para encontrar alguno que no se llame Terry Allen. Y aunque ¨¦l ironice sobre cualquier etiqueta atribuida a su m¨²sica, colabore con David Byrne o componga para un ballet (en marzo se publica por primera vez en vinilo Pedal Steal, junto a cuatro sesiones de radio in¨¦ditas), sus ra¨ªces en la (iconoclasta) escena vaquera de Lubbock siempre afloran, sobre todo, en los extraordinarios discos de canciones que el texano dosifica sin piedad a los que le veneran.
Siete a?os han transcurrido desde Bottom Of The World hasta este Just Like Moby Dick, y aquel ya se hab¨ªa hecho esperar casi tres lustros. Para el nuevo advenimiento Allen opta por un gran angular si se compara el sonido, por ejemplo, con el minimalismo (piano y guitarra) que sosten¨ªa los estudios de caracteres de Juarez. Dicha ¨®pera prima preludi¨® en 1975 el luego llamado country alternativo, en el que Allen sigue ejerciendo de verso libre. El nuevo ¨¢lbum entronca con su segundo trabajo, Lubbock (On Everything): all¨ª debut¨® el espinazo de la Panhandle Mystery Band, presente ahora con nuevos miembros, pero siempre vertebrada por la pedal steel de Lloyd Maines y el fiddle de Richard Bowden, adem¨¢s del teclado de Allen. Y este produce junto al guitarrista Charlie Sexton, cuya extensa militancia entre los lugartenientes de Dylan redobla la sabidur¨ªa sonora del disco.
Just Like Moby Dick ofrece un tapiz donde el relator y retratista Allen demuestra la tersura de su verbo despu¨¦s de cinco d¨¦cadas en activo. Sus letras conmueven, estremecen o provocan la risa, pero nunca se ponen de perfil. El texano afincado en Nuevo M¨¦xico zarpa dando un giro a la hist¨®rica cruzada de Houdini contra los espiritistas: al mago le angustia, en el fondo, desear creer en ellos. El ritmo se agita con la s¨¢tira sobre una supuesta epidemia de la sensaci¨®n de abandono (¡®Abandonitis¡¯), mientras que la soledad hasta la muerte protagoniza ¡®Death Of The Last Stripper¡¯, coescrita con Jo Harvey Allen (su pareja) y Dave Alvin, l¨ªder de The Blasters. Y uno a¨²n no se ha recuperado de su desolador final cuando los escombros de cierta relaci¨®n piden paso y devastan todo (¡®All That¡¯s Left Is Fare-Thee-Well¡¯) salvo una rendija de esperanza. La misma que proyecta Allen en el cierre (¡®Sailin¡¯ On Through¡¯) invitando a brindar mientras nuestra existencia dure y a proseguir con la navegaci¨®n como el capit¨¢n que persegu¨ªa a la ballena.
Por primera vez, el tambi¨¦n poeta y autor teatral cede las riendas vocales en varios cortes para el lucimiento de una nueva colaboradora, Shannon McNally, en solitario en dos casos y en otro a d¨²o con Sexton. En los dem¨¢s, ella pone contrapunto bell¨ªsimo a la grave garganta del jefe, musite Allen determinada historia vamp¨ªrica o practique el spoken word al concebir una ¡®Pirate Jenny¡¯ que no es la de Weill y ?Brecht. Y la violencia bucanera parece comedia al lado de la suite ¡®American Childhood Trilogy¡¯ donde el maestro lamenta el eterno retorno b¨¦lico, de la Guerra Fr¨ªa a la de Afganist¨¢n.
Memorias de ?frica
Por Javier Losilla
Kinshasa 1978. Originals and Reconstructions. Varios Artistas. Crammed Discs
Mogadisco. Dancing Mogadishu Somalia 1972-1991. Varios Artistas. Analog Africa
El mundo fue abducido por el relato punzante de ruido y distorsi¨®n de Konono N? 1 en 2004 cuando la formaci¨®n de Kinshasa public¨® el disco Congotronics. Pero la aventura de los likemb¨¦s (pianos de pulgar) amplificados rudimentariamente y las percusiones chatarreras de Konono hab¨ªa empezado a?os atr¨¢s. Antes incluso de que en 1978 Bernard Treson, productor de Radio France, grabase en directo a cuatro grupos de trance callejero. Parte de esos registros fueron editados en 1986 por el sello Ocora en el ¨¢lbum Za?re: Musiques Urbaines ¨¤ Kinshasa. Ah¨ª estaban Orchestre Sanka?, Orchestre Bambala, Orchestre Bana Luya y la entonces llamada Orchestre Tout Puissant Likemb¨¦ Konono N? 1.
Ahora, en el elep¨¦ Kinshasa 1978. Originals and Reconstructions, se recupera material in¨¦dito de las sesiones de Treson, con piezas de las mismas bandas: la m¨²sica bazombo de Konono N? 1, los ritmos luba de Orchestre Bana Luya, las agitaciones kasaian de Sankayi y el fest¨ªn mbala, con el acorde¨®n en primer plano, de Orchestre Bambala. Estos son los originales; las reconstrucciones, realizadas sobre otras creaciones de los mismos grupos, conforman un CD firmado por Martin Meissonnier, productor de todo un universo de estrellas africanas (de Fela Kuti a Ray Lema), quien ha remezclado las cintas primigenias llevando as¨ª el temblor del asfalto setentero a las pistas de baile del siglo XXI.
Y hablando de bailes: hubo un tiempo, entre los a?os setenta y los noventa del siglo XX, antes de la guerra civil, en el que la escena musical de la capital de Somalia era un hervidero en clubes, hoteles y bares. La memoria de esa ¨¦poca, extra¨ªda de los repletos archivos de Radio Mogadiscio, se recoge en el ¨¢lbum Mogadisco. Dancing Mogadishu-Somalia 1972-1991. Combos como Dur-Dur Band, Mukhtar Ramadan Idii y Bakaka Band, entre otros, muestran aqu¨ª un abanico sonoro que enreda la m¨²sica aut¨®ctona con el funk, el reggae (o el ritmo local dhaanto), el tarab, lo latino, el soul, el latido disco y los efluvios psicod¨¦licos. Hoy Somalia es un polvor¨ªn, sin¨®nimo de sufrimiento, inestabilidad y exilio, pero ayer, como quien dice, gozaba bajo el sol de la m¨²sica.
El regreso de un 'instant classic'
Por Laura Fern¨¢ndez
Been Around. A Girl Called Eddy. Anti / Elefant Records
En 2004, Erin Moran, m¨¢s conocida como A Girld Called Eddy, norteamericana afincada en Reino Unido, firm¨® un disco de debut calificado de instant classic que hizo perder la cabeza a gente tan dispar y admirable como Robert Smith, Tracey Thorn y Jane Birkin. Gir¨® con algunos de ellos, adem¨¢s de con Richard Hawley, que estuvo tras los mandos del ¨¢lbum, y luego desapareci¨®. De ah¨ª que su regreso, 16 a?os despu¨¦s, sea todo un acontecimiento. Su aterciopelado folk-soul, a ratos de una languidez carpenteriana, a ratos de una profundidad abismal y lluviosa emparentada con la de Margo Guryan, ha crecido. La paleta de colores es ahora m¨¢s amplia y luminosa (los coros gospel, los instrumentos de viento), y quiz¨¢ menos dolorosa y brillantemente intensa.
Epifan¨ªa sobre un 'beat'
Por ?lex S¨¢nchez
Suite For Max Brown. Jeff Parker. International Anthem /Nonesuch
Cuenta el guitarrista y compositor Jeff Parker (Tortoise) que tuvo una epifan¨ªa ejerciendo de disc jockey hace a?os mientras mezclaba a John Coltrane con Nobukazu Takemura, y que mucho de su trabajo posterior tiene que ver con aquella revelaci¨®n: improvisaci¨®n sobre un beat secuenciado. Sobre este eje pivota su nuevo disco, que tiene adem¨¢s algo de saga familiar: The New Breed (2016, dedicado a su padre) terminaba con las voces de Ruby Parker ¡ªhija de Jeff¡ª, que abren tambi¨¦n este nuevo trabajo (dedicado a su madre). Partiendo de un jazz de tintes progresivos ¡ªmitad escrito, mitad improvisado¡ª, se incluyen elegantes llamadas al hiphop, el soul y el funk con conocimiento de causa. ¡®Max Brown¡¯ ilustra perfectamente la epifan¨ªa que abr¨ªa este texto.
Evan Stephens Hall vuelve apesadumbrado
Por Xavi Sancho
Marigold. Pinegrove. Rough Trade / Popstock!
Tras un segundo disco casi genial (Cardinal, 2016), adorado por la prensa y por suficiente p¨²blico como para poder exigir whisky del bueno en el camerino, Evan Stephens Hall, l¨ªder de Pinegrove, se vio involucrado en un caso de coerci¨®n sexual. Su reputaci¨®n, al traste; y la banda, en barbecho. Ahora, en Marigold, su cuarto largo, vuelve Hall apesadumbrado, tratando que sus errores y sus malentendidos hagan que su banda de indie folk y de country emo suene madura y, sobre todo, que nadie pueda pensar, escuchando el disco, que pasarlo bien es una opci¨®n. Ni para Hall ni para el oyente. Se ha perdido esa chispa que hac¨ªa de Pinegrove lo m¨¢s cerca que han estado los yanquis de tener unos Hefner. Ahora, simplemente, nos encontramos con otra banda liderada por otro se?or triste que espera que empaticemos con sus circunstancias. A la cola.
Derroche de sabidur¨ªa estil¨ªstica
Por Luis Gago
Bach: Conciertos para viol¨ªn. Isabelle Faust (viol¨ªn). Akademie f¨¹r Alte Musik Berlin. Harmonia Mundi, HMM 902335.36. 2 CD
La foto de portada, que muestra a Isabelle Faust con los brazos abiertos de par en par, no puede ser m¨¢s simb¨®lica: es como si quisiera abarcarlo todo, que es justamente lo que hace. Tras sus Sonatas y partitas para viol¨ªn solo de Bach, o sus magn¨ªficas Sonatas para viol¨ªn y clave con Kristian Bezuidenhout, ahora recala en los conciertos para su instrumento, no solo en los tres can¨®nicos, sino tambi¨¦n en otros que solemos o¨ªr en su versi¨®n clavecin¨ªstica, en dos de las sonatas en tr¨ªo para ¨®rgano o incluso en la famosa Suite n¨²m. 2 para orquesta, arrog¨¢ndose el papel de la flauta solista. M¨¢s de dos horas y media de m¨²sica tocada siempre con br¨ªo, perfecto equilibrio entre solista(-s) y grupo instrumental, y con un derroche de sabidur¨ªa estil¨ªstica.
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