Un Bart¨®k deslumbrante arropa el estreno de la ¡®Quinta¡¯ de Rueda
El director de la OCNE ha dise?ado un programa mod¨¦lico de tres piezas en el que se siente como pez en el agua
Vivimos tiempos de desconfianza hacia el poder de la m¨²sica. En consecuencia, se busca vestirla para que se haga notar en un mundo volcado hacia otros est¨ªmulos. Un s¨ªntoma de esta tendencia se podr¨ªa encontrar en los r¨®tulos que, a modo de reclamo, se buscan para llamar la atenci¨®n hacia los programas musicales. "Una historia de violencia"?figura en el avance de la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a (OCNE) para el concierto que ayer protagoniz¨® la Orquesta Nacional. Nada que objetar excepto que la propuesta de su director titular, David Afkham, tiene muchos otros relieves y riquezas. A lo sumo, la violencia queda para el argumento del ballet El mandar¨ªn maravilloso, de B¨¦la Bart¨®k, la tremenda historia de un mandar¨ªn que queda prendado por los encantos de una mujer reclamo y que, tras ser asesinado hasta tres veces, no muere hasta que la propia mujer deduce que solo podr¨¢ hacerlo si satisface sus deseos amorosos. Suponer que, en la versi¨®n puramente orquestal de su Suite, la violencia sea el valor predominante significa creer en imaginer¨ªas sonoras que solo nacen de la desconfianza hacia lo musical.
No es el caso de Afkham que ha dise?ado un programa mod¨¦lico y en el que se siente como pez en el agua. Un recorrido por tres obras que cubren cien a?os, desde ese Mandar¨ªn compuesto hace un siglo, hasta una obra tan actual que era estreno absoluto, la Quinta sinfon¨ªa, del madrile?o Jes¨²s Rueda, pasando por la magistral pieza M¨¦taboles, de Dutilleux, de mediados del pasado siglo.
El primer beneficiario de este dise?o ha sido Rueda, que estrena una obra ambiciosa acomodada con otras dos que, en cierto sentido, la arropan y la explican. Lejos quedar¨ªa esa nefasta tendencia a estrenar obras espa?olas con el inevitable concierto con solista y la posterior sinfon¨ªa de Chaikovski, Dvorak, etc. A su vez, la ONE y su clarividente titular han propuesto un orden cronol¨®gico inverso, primero la obra estreno actual, luego, tras el descanso, la obra de Dutilleux y, finalmente, la de Bart¨®k.
FICHA T?CNICA
Jes¨²s Rueda:?Sinfon¨ªa n? 5 (estreno absoluto); Henri Dutilleux: M¨¦taboles; B¨¦la Bart¨®k: El mandar¨ªn maravilloso, Suite. Orquesta Nacional de Espa?a. Director: David Afkham. Auditorio Nacional de M¨²sica. 17, 18 y 19 de enero.
Se trata de un programa inteligente, rico y de una exuberancia sonora y musical admirables. Las obras de Rueda y Dutilleux tienen una pretensi¨®n descriptivista y no anda lejos la inspiraci¨®n pict¨®rica y literaria. Rueda, por ejemplo, se ci?e a una narraci¨®n que da sentido a un despliegue de impresiones sonoras en las que la gran orquesta encuentra acomodo. Es una narrativa densa, muy atmosf¨¦rica, que nos hace viajar por paisajes que justifican un universo de referencias t¨¦cnicas y musicales que el autor no desea que ocupen el primer plano. La mano maestra de un autor maduro conduce su relato haciendo que los planos orquestales se imbriquen con seguridad. Una obra, en suma, en la que la libertad de estilo que practica su autor ya no es doctrina sino puro discurso musical.
M¨¦taboles, de Henri Dutilleux es una de las piezas m¨¢s logradas y admiradas del m¨²sico franc¨¦s. Compuesta en los sesenta, parece contar historias tambi¨¦n. Pero, en su caso, estas atraviesan un imaginario musical que circula por todo el siglo XX. Admirable ese principio del primer movimiento, Encantatoire, que parece un Var¨¨se coloreado y que quiz¨¢ sea el momento menos incisivo de la versi¨®n que nos ofreci¨® Afkham. M¨¢taboles es casi un concierto para orquesta, con un continuo de peque?os grupos instrumentales que dialogan. Es una buena prueba para una orquesta y la ONE puede sentirse orgullosa de su prestaci¨®n.
El programa propuesto por la OCNE es inteligente, rico y de una exuberancia sonora y musical admirables
Y, por fin, Bart¨®k. Afkham ha hecho del gran h¨²ngaro uno de sus bastiones. Son muy recordadas algunas de sus versiones, y esta de la Suite de El mandar¨ªn maravilloso no desmerece de las mejores. Afkham hace que la orquesta encuentre el pulso justo, la sonoridad equilibrada y, cuando hace falta, la fuerza y la violencia, aqu¨ª s¨ª, que solicita esta obra maestra, tan poco atendida, por otra parte. Si el concierto entero est¨¢ situado bajo el manto de la narraci¨®n, esta podr¨ªa ser la de un vestido m¨¢gico que protege hasta que ama. Muchos la llaman m¨²sica.
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