La intolerancia de una sociedad opulenta
En la serie 'La casa de las miniaturas' la ambientaci¨®n y el vestuario beben directamente de Rembrandt, Vermeer, Hals y Metsu
Pocas veces el cine y la televisi¨®n han sido m¨¢s deudores con la pintura de ¨¦poca anterior a la fotograf¨ªa como en el caso de la interesante serie La casa de las miniaturas (Cosmo), en la que las excelentes ambientaci¨®n y vestuario beben directamente de Rembrandt, Vermeer, Hals, Metsu y otros que configuraron lo que se vino en llamar el Siglo de Oro de la pintura holandesa, como lo demostraba tambi¨¦n el excelente largometraje La joven de la perla, dirigido por Peter Webber en 2003 y fotografiado maravillosamente por el portugu¨¦s Eduardo Serra, nominado al Oscar.
Los dos cap¨ªtulos producidos por la BBC adaptan la novela hom¨®nima de Jessie Burton, una historia de un amor complicado que, adem¨¢s, ofrece una visi¨®n cr¨ªtica de la sociedad de la ?msterdam del siglo XVII, una ciudad opulenta en lo econ¨®mico e intolerante en el ordenamiento legal y en la moral cotidiana. Con una asfixiante presencia religiosa, se persigue y condena con sa?a la homosexualidad y se practica el racismo. De hecho, la lujosa casa del rico comerciante Johannes Brandt a la que llega Petronella, la joven reci¨¦n desposada con el due?o de la mansi¨®n, pese a las primeras impresiones de rigurosa austeridad devendr¨¢ en una solitaria parcela de libertad.
Guillem Morales, el realizador espa?ol de la serie, no ten¨ªa dudas: ¡°Es en el exterior donde la sociedad es horrible; es patriarcal en el sentido m¨¢s horroroso; es muy religiosa y reprimida. En esa casa es donde esas minor¨ªas pueden convivir y ser una familia. Y luego est¨¢ la relaci¨®n entre Nella y Johannes. Una de mis preocupaciones era que eso te lo ten¨ªas que creer; ten¨ªas que creer el amor en esa relaci¨®n tan especial pero tan verdadera¡±.
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