Rafael Riqueni: amor, devoci¨®n y entrega flamenca
El guitarrista present¨® su nueva grabaci¨®n, 'Herencia', con un concierto tan emocionante como magistral
Desde el regreso, cada reencuentro se convierte en un suceso. No es para menos, porque la ausencia se prolong¨® demasiado, as¨ª que, de esta renacida vida suya, hay que aprovechar cada momento. Quiz¨¢s por eso, el fidel¨ªsimo p¨²blico del guitarrista sevillano Rafael Riqueni recibe sus entregas como una autentica celebraci¨®n: con amor, devoci¨®n y rendida entrega. No es m¨¢s que la justa correspondencia a las emociones que provoca su m¨²sica, que re¨²ne flamencura y lirismo, aire y profundidad, una polim¨®rfica musicalidad que puebla de melod¨ªas de extra?a y asombrosa belleza. Escucharlo sobre las tablas de un escenario es enfrentarse al hombre que asoma su pasado en la mirada t¨ªmida, que es el mismo hombre que se acerca a la divinidad con unas composiciones en las que conviven felizmente los c¨¢nones m¨¢s flamencos junto a la fantas¨ªa.
En esta ocasi¨®n, se trataba de presentar su pr¨®xima entrega discogr¨¢fica, prevista para el mes de marzo. La ha titulado Herencia y, con ella, regresa a la disciplina de la guitarra flamenca de concierto tras su celebrado trabajo Parque de Mar¨ªa Luisa (2017), que rebasa los l¨ªmites formales del g¨¦nero, pero que comparte la misma inspiraci¨®n y sensibilidad que animan los temas de este nuevo ¨¢lbum. Se trata de nueve estilos flamencos, cada uno de ellos dedicado a maestros contempor¨¢neos del autor: siete guitarristas ¡ªSerranito, Paco de Luc¨ªa, Manolo Sanl¨²car, Pepe Habichuela, Enrique de Melchor, Joaqu¨ªn Amador y Tomatito¡ª y a un par de querencias, como son Enrique Morente, siempre fiel, y el bailaor Mario Maya. Para ¨¦l ha compuesto una farruca, que ilustr¨® con elegante plasticidad la bailaora gaditana Mar¨ªa Moreno. Pudo ser uno de los momentos de una noche en los que resulta dif¨ªcil elegir uno.
La exposici¨®n de esos temas del disco, no obstante, apenas ocup¨® la mitad del concierto, porque el citado car¨¢cter celebrativo contribuy¨® a que la cosa se alargara hasta cerca de las dos horas. Antes de la que result¨® una gozosa prolongaci¨®n, se pudo disfrutar del guitarrista en su soledad e intimidad, solo en el escenario, excepto en un par de temas, y manteniendo un ¨ªntimo di¨¢logo con su instrumento. Las interpretaciones de los estilos ¡ªgrana¨ªna, sole¨¢, sevillanas, taranta, seguiriyas, alegr¨ªas, farruca, buler¨ªas y tangos¡ª son breves, pero cada una de ellas logra compendiar un tratado de guitarra. La fuerza de un picado, la delicadeza de un arpegio, el cierre de un bordonazo, los silencios¡ Sobran las premuras, cada cosa a su tiempo. El toque es pausado, pero puede cobrar tono y provocar un pellizco en cualquier trecho. De forma creciente, el discurso del guitarrista parece ganar en claridad y firmeza.
Herencia. Guitarras: Rafael Riqueni, Salvador Guti¨¦rrez, Manuel de la Luz. Palmas: Diego Amador, Jos¨¦ Amador. Percusi¨®n: Luis Amador. Invitados especiales al baile: Rub¨¦n Olmo, Mar¨ªa Moreno. Direcci¨®n art¨ªstica: Paco Bech.
Teatro Lope de Vega (Sevilla), mi¨¦rcoles, 29 de enero.
El onomatop¨¦yico Trinos, del disco Parque de Mar¨ªa Luisa, constituy¨® el puente que prolongar¨ªa un concierto en el que, en su calidad de reencuentro, no pod¨ªan faltar algunos de los temas m¨¢s emblem¨¢ticos del artista, como su conocida adaptaci¨®n de la marcha procesional Amargura, que se rasp¨® con largueza y una pasmosa fidelidad. El p¨²blico interrumpi¨® la interpretaci¨®n y oblig¨® al artista a saludar con una indisimulada sonrisa de satisfacci¨®n. Similar a lo que ocurri¨® con ¡®Esa noche¡¯, rescatado de su grabaci¨®n Alc¨¢zar de cristal (2006), otra belleza con alma de bolero esta vez. Con los fandangos huelvanos, homenaje a Ni?o Miguel, ya particip¨® todo el combo, y el concierto, con el recuerdo a Manuel Molina (Romero verde) y los rumberos aires de Damalabara, cobr¨® otro aire. La apoteosis era, en cualquier caso, inevitable. Hab¨ªa que calmar los ¨¢nimos y nada mejor que el tr¨¦molo de Cogiendo rosas?para ilustrar la aparici¨®n de Rub¨¦n Olmo, que, con su magistral uso del mant¨®n, pretendi¨® ser ave antes de fundirse en un abrazo con el maestro.
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