La entrevista p¨®stuma de George Steiner: ¡°Me falt¨® valor para crear¡±
El gran cr¨ªtico literario, fallecido el lunes, mantuvo una conversaci¨®n a lo largo de los a?os con el ensayista italiano Nuccio Ordine con la condici¨®n de que las confesiones vieran la luz al d¨ªa siguiente de morir
¡°El secreto de una buena vejez no es m¨¢s que un pacto honesto con la soledad¡±; no pude evitar pensar en esta maravillosa reflexi¨®n de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez cuando me enter¨¦ de la desaparici¨®n de George Steiner. Muri¨® el lunes hacia las 14.00, por complicaciones derivadas de una fiebre aguda, en su casa de Barrow Road, en Cambridge. La ¨²ltima vez que hablamos fue el s¨¢bado pasado, por tel¨¦fono, y me confi¨®, con voz muy ronca: ¡°Ya no soporto el cansancio de la debilidad y la enfermedad¡±.
As¨ª, Steiner, uno de los cr¨ªticos literarios m¨¢s agudos e importantes del siglo XX, vivi¨® los ¨²ltimos a?os de su vida lejos del foco de atenci¨®n, de los medios de comunicaci¨®n, de los congresos y conferencias, de cualquier cita p¨²blica. He tenido el privilegio de estar con ¨¦l tambi¨¦n en esta ¨²ltima fase de aislamiento voluntario.
Despu¨¦s de m¨¢s de veinte a?os de encuentros en Par¨ªs, Italia y otras ciudades europeas, las llamadas mensuales y la visita anual a Cambridge se hab¨ªan convertido en un ritual. Pero a la ¨²ltima cita, fijada para el 14 de junio de 2018, no le sucedi¨® ninguna otra: el d¨ªa anterior George la cancel¨® porque no se encontraba bien y no quer¨ªa mostrarse cansado y desanimado. Fue en una de estas reuniones (el 21 de enero de 2014, hace exactamente seis a?os), cuando a Steiner se le ocurri¨® concederme una entrevista p¨®stuma: reunir algunas de sus reflexiones y no publicarlas hasta el d¨ªa siguiente a su desaparici¨®n. Una manera discreta de romper el silencio y despedirse de sus amigos, sus alumnos, sus numerosos lectores.
Volvi¨® a este texto el a?o pasado, modificando algunas palabras aqu¨ª y all¨¢ y pidi¨¦ndome que volviera a escribir algunas frases. Qui¨¦n sabe cu¨¢ntos aspectos desconocidos de su vida y su pensamiento saldr¨¢n a la luz en 2050, cuando se puedan estudiar los cientos de ¡°cartas autobiogr¨¢ficas¡± ahora selladas en los archivos del Churchill College de Cambridge.
Ahora que ya no est¨¢ ¨Csu hijo David me dio la noticia¨C, adem¨¢s del profundo dolor por la p¨¦rdida de un amigo querido y un verdadero maestro, ni siquiera cuatro meses despu¨¦s de la desaparici¨®n de Harold Bloom, advierto m¨¢s claramente las consecuencias de ese silencio forzado y el vac¨ªo insalvable que deja entre los defensores de los cl¨¢sicos y la literatura. Pienso en sus libros, en su conocimiento enciclop¨¦dico animado por una sorprendente curiosidad. Y pienso, sobre todo, en su pasi¨®n por la ense?anza, en su capacidad para compartir el amor por la literatura y el conocimiento con los estudiantes y el p¨²blico.
George no solo destac¨® en la palabra escrita. Era tambi¨¦n un gran orador: su elegante elocuencia fue capaz de inflamar a estudiantes y colegas.
Pregunta:??Cu¨¢l es el secreto m¨¢s importante que quiere revelar en esta entrevista p¨®stuma?
Respuesta: Puedo decir que durante 36 a?os he dirigido a una interlocutora (su nombre debe continuar siendo secreto) cientos de cartas que representan mi ¡°diario¡±, en el que he contado la parte m¨¢s representativa de mi vida y los eventos que han marcado mi cotidianidad. En esta correspondencia he hablado sobre los encuentros que he tenido, los viajes, los libros que he le¨ªdo y escrito, las conferencias y tambi¨¦n episodios normales y corrientes. Es un ¡°diario compartido¡± con mi destinataria, en el que es posible encontrar incluso mis sentimientos m¨¢s ¨ªntimos y mis reflexiones est¨¦ticas y pol¨ªticas. Se conservar¨¢ en Cambridge, en un archivo del Churchill College, junto con otras cartas y documentos que dan testimonio de las etapas de una vida quiz¨¢ demasiado larga. Estas cartas-diario, en particular, se sellar¨¢n y solo podr¨¢n consultarse despu¨¦s de 2050, es decir, despu¨¦s de la muerte de mi esposa y (quiz¨¢) de mis hijos. En resumen, se har¨¢n p¨²blicas solo cuando muchas de las personas cercanas a m¨ª ya no est¨¦n. ?Las leer¨¢ alguien despu¨¦s de tanto tiempo? No lo s¨¦. Pero no pod¨ªa hacerlo de otra manera...?
P: ?Por qu¨¦ una entrevista p¨®stuma?
R: Siempre me fascin¨® la idea. De algo que se har¨¢ p¨²blico precisamente cuando yo ya no pueda leerlo en los peri¨®dicos. Un mensaje para los que se quedan y una manera de despedirme dejando que se oigan mis ¨²ltimas palabras. Una ocasi¨®n para reflexionar y hacer balance. He llegado a una edad en que cada d¨ªa m¨¢s o menos normal debe considerarse un valor a?adido, un regalo que te da la vida.
En esta fase los recuerdos del pasado se convierten en el ¨²nico y verdadero futuro interior. Es un viaje hacia atr¨¢s basado en el recuerdo lo que nos permite alimentar algunas esperanzas. No disponemos de las palabras exactas para definir el recuerdo que encierra en s¨ª el ma?ana. Me encuentro en un momento de mi vida en el que el pasado, los lugares que he frecuentado, las amistades que he tenido, la imposibilidad de ver a las personas que he amado y sigo amando y hasta la relaci¨®n contigo, constituyen el horizonte de mi futuro m¨¢s de lo que puede ser el futuro real.?
P: ?Se reprocha algo en particular?
R: Claro. M¨¢s de una cosa. Escrib¨ª un peque?o libro, Errata, en el que hablo sobre los errores que he cometido. No he conseguido captar algunos fen¨®menos esenciales de la modernidad. Mi educaci¨®n cl¨¢sica, mi temperamento y mi carrera acad¨¦mica no me permitieron comprender completamente la importancia de ciertos grandes movimientos modernos. No entend¨ªa, por ejemplo, que el cine, como nueva forma de expresi¨®n, pudiera revelar talentos creativos y nuevas visiones mejor que otras formas m¨¢s antiguas, como la literatura o el teatro. No he entendido el movimiento contra la raz¨®n, el gran irracionalismo de la deconstrucci¨®n y, en algunos aspectos, del posestructuralismo. Deber¨ªa haberme dado cuenta de que el movimiento feminista, que apoy¨¦ en Cambridge con gran convicci¨®n al reconocer la importancia del papel de la mujer, asumir¨ªa despu¨¦s, en la lucha por ocupar un lugar dominante en nuestra cultura, una funci¨®n pol¨ªtica y humana extraordinaria.?
P: En el ¨¢mbito personal, ?qu¨¦ errores ha cometido?
R: Esencialmente, habr¨ªa debido tener el valor de probarme en la literatura ¡°creativa¡±. De joven escrib¨ª cuentos, y tambi¨¦n versos. Pero no quise asumir el riesgo trascendente de experimentar algo nuevo en este ¨¢mbito, que me apasiona. Cr¨ªtico, lector, erudito, profesor, son profesiones que amo profundamente y que vale la pena ejercer bien. Pero es completamente diferente a la gran aventura de la ¡°creaci¨®n¡±, de la poes¨ªa, de producir nuevas formas. Y, probablemente, es mejor fracasar en el intento de crear que tener cierto ¨¦xito en el papel de ¡°par¨¢sito¡±, como me gusta definir al cr¨ªtico que vive de espaldas a la literatura. Por supuesto, los cr¨ªticos (lo he subrayado varias veces) tambi¨¦n tienen una funci¨®n importante; he intentado lanzar, a veces con ¨¦xito, algunos trabajos y he defendido a los autores que cre¨ªa que merec¨ªan mi apoyo. Pero no es lo mismo. La distancia entre quienes crean literatura y quienes la comentan es enorme; una distancia ontol¨®gica (por usar una palabra pomposa), una distancia del ser. Mis colegas universitarios nunca me perdonaron que apoyara estas tesis; muchos barones y cierta cr¨ªtica estrictamente acad¨¦mica no aceptaron que me burlara de su presunci¨®n de ser, a veces, m¨¢s importantes que los autores de los que estaban hablando¡?
P: ?A qui¨¦n desea enviar un mensaje?
R: Pienso en algunos estudiantes, m¨¢s brillantes que yo, que est¨¢n completando trabajos importantes; su ¨¦xito es una gran recompensa para m¨ª. Pienso con profunda gratitud en algunos de mis colegas que me han acompa?ado en el camino acad¨¦mico. Y pienso, sobre todo, en personas m¨¢s ¨ªntimas, como t¨², que han entendido lo que he intentado hacer y gracias a quienes he podido vivir una intensa aventura intelectual y emocional. Pero, en este momento, ante todo, trato de entender por qu¨¦ la distancia que me separa del irracionalismo moderno y, me atrevo a decir, de la creciente barbarie de los medios, de la vulgaridad dominante, es cada vez mayor. Creo que estamos atravesando un per¨ªodo cada vez m¨¢s dif¨ªcil...?
P: ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le ha hecho sufrir?
R: Me ha hecho sufrir el ser consciente de haber publicado ensayos que me habr¨ªa gustado escribir mejor. Por supuesto, hay p¨¢ginas de mi trabajo que he defendido y defiendo con convicci¨®n, y tambi¨¦n con amargura. Pero s¨¦ que probablemente no era eso lo que me habr¨ªa gustado escribir. Y a menudo pienso en la injusticia del gran talento: nadie entiende c¨®mo surgen estos dones supremos y c¨®mo se distribuyen. Pienso en un ni?o de cinco a?os y medio que dibuja un acueducto romano cerca de Berna y luego, de repente, representa un pilar con zapatos; desde entonces, gracias a Paul Klee, que as¨ª se llama, los acueductos caminan por todo el mundo. Nadie puede explicar las sinapsis neurol¨®gicas que pueden desencadenar en un ni?o este ¡°flechazo¡± de la metamorfosis, esta brillante intuici¨®n que cambia la realidad. Pens¨¦ que era una injusticia que pudi¨¦ramos intentar, volver a intentar, esforzarnos de nuevo, solo para poder permanecer en la estela de los adultos, pero sin llegar a ellos, porque son diferentes a nosotros.?
P: ?Y lo que le ha hecho m¨¢s feliz?
R: La felicidad de haber ense?ado y vivido en muchos idiomas. La felicidad que he tratado de cultivar todos los d¨ªas, hasta el final, sacando de mi biblioteca un poema para traducirlo a mis cuatro idiomas (franc¨¦s, ingl¨¦s, alem¨¢n e italiano). Y aunque no lo haya traducido bien, tengo la impresi¨®n de que he dejado entrar un rayo de sol en mi cotidianidad.?
P: ?Qu¨¦ deseos no ha podido cumplir?
R: Much¨ªsimos: viajes que no me he atrevido a hacer, libros que quer¨ªa escribir y que no he escrito, sobre todo encuentros cruciales que evit¨¦ por falta de valor o disponibilidad o energ¨ªa. Podr¨ªa haber conocido, por ejemplo, a Martin Heidegger, pero no me atrev¨ª. Y creo que ten¨ªa raz¨®n. Siempre he respetado un principio: no hay necesidad de importunar a los adultos, tienen otras cosas que hacer. Y adem¨¢s, nunca he soportado a quienes se consideran importantes porque coleccionan citas con grandes nombres. Las personas excelentes tienen el derecho a escoger con qu¨¦ interlocutores quieren ¡°perder¡± su tiempo. Luego ocurre que un d¨ªa, al abrir libros de memorias, se leen frases como: ¡°Me importun¨® el se?or X, que insisti¨® en reunirse conmigo, pero no ten¨ªa nada interesante que decir¡±. Siempre me ha dado miedo caer en el error burdo. Pienso en Jean-Paul Sartre, por ejemplo, especialista en revelar circunstancias ligadas a famosos ¡°pesados¡±. Y me cost¨® mucho renunciar, en los ¨²ltimos tiempos, a la compa?¨ªa de un perro. Despu¨¦s de la muerte de Muz me di cuenta de que, a mi edad, era muy arriesgado tener otro. Adoro a estos animales, pero en el umbral de los 90 a?os me parece terrible ofrecerle una casa para dejarlo solo.
P: ?Cu¨¢l es la victoria m¨¢s hermosa?
R: Insistir en la idea de que Europa sigue siendo una necesidad important¨ªsima, y de que, a pesar de las amenazas y los muros que se construyen, no debemos abandonar el sue?o europeo. Soy antisionista (postura que me cost¨® mucho, hasta el punto de no poder imaginar la posibilidad de vivir en Israel) y detesto el nacionalismo militante. Pero ahora que mi vida est¨¢ llegando a su fin, hay momentos en que pienso: ?quiz¨¢s me equivoqu¨¦? ?No habr¨ªa sido mejor luchar contra el chovinismo y el militarismo viviendo en Jerusal¨¦n? ?Ten¨ªa derecho a criticar, c¨®modamente sentado en el sof¨¢ de mi hermosa casa de Cambridge? ?Fui arrogante cuando, desde el extranjero, intent¨¦ explicar a las personas en peligro de muerte c¨®mo deber¨ªan haberse comportado??
P: ?Recuerda haber llorado en su vida?
R: Desde luego. En los ¨²ltimos tiempos me encuentro a menudo recordando circunstancias particulares. Pienso, por ejemplo, en grandes experiencias humanas que concluyeron sin que yo hubiera previsto el final. La repentina desaparici¨®n de algunas personas que nunca volver¨¢s a ver. O lugares que no has visitado y que ya no podr¨¢s visitar. Y tambi¨¦n pienso en m¨¢s cosas, sencillas, quiz¨¢ banales: pescado y alimentos que ya no podr¨¢s probar. Y a veces, encontrar en la esquina de una calle o en un jard¨ªn la sombra de una persona que amas y que necesitas enormemente, pero que sabes que ya nunca podr¨¢s alcanzar.
P: ?Qu¨¦ importancia ha tenido la amistad en su vida?
R: Una importancia enorme. Nadie lo sabe mejor que t¨². Habr¨ªa vivido muy mal mis ¨²ltimos decenios sin ti y sin otros dos o tres amigos con los que he intercambiado una abundant¨ªsima correspondencia, interlocutores distinguidos con quienes he compartido una profunda intimidad afectiva. Quiz¨¢ la amistad sea m¨¢s valiosa que el amor. Sostengo esta tesis porque la amistad no tiene nada del ego¨ªsmo del deseo carnal. La amistad, la aut¨¦ntica amistad, se basa en un principio que Montaigne, en un intento de explicar su relaci¨®n con ?tienne de la Bo¨¦tie, condens¨® en una frase bell¨ªsima: "Porque era ¨¦l; porque era yo".?
P: ?Y el amor?
R: El amor ha tenido much¨ªsima importancia, tal vez demasiada. En primer lugar, la felicidad que me ha dado mi matrimonio y que no puedo explicar con palabras, racionalmente. Y luego uno o dos encuentros que han sido decisivos en mi vida. Creo que, en potencia, las mujeres tienen una sensibilidad superior a la de los hombres. He tenido el enorme privilegio de tener relaciones amorosas en diferentes lenguas (he escrito mucho sobre este tema). El donjuanismo pol¨ªglota ha sido una enorme recompensa para m¨ª, una ocasi¨®n de vivir m¨²ltiples vidas. Y es curioso que ni la psicolog¨ªa ni la ling¨¹¨ªstica se hayan ocupado nunca de este fen¨®meno apasionante. Por eso, en Despu¨¦s de Babel acu?¨¦ una definici¨®n original de la traducci¨®n simult¨¢nea como un buen orgasmo. Siempre he considerado el fen¨®meno de las palabras y los silencios en relaci¨®n con el erotismo un tema capital.?
P: ?Piensa alguna vez en la muerte?
R: Continuamente. Pero no solo ahora; tambi¨¦n cuando era joven. Crec¨ª a la sombra de la amenaza hitleriana y recuerdo perfectamente que los ¨²nicos supervivientes de mi clase del instituto fuimos un compa?ero y yo. Mi padre y la vida me prepararon para afrontar la p¨¦rdida y el peligro de la muerte. Ahora pienso que el encuentro con la muerte tal vez sea interesante; quiz¨¢ se revele como una manera de entender mejor muchas cosas.?
P: ?Cree que hay algo despu¨¦s de la muerte?
R: No. Estoy convencido de que no habr¨¢ nada. Pero el momento del paso puede ser muy interesante. Encuentro infantil la reacci¨®n de quienes, despu¨¦s de haber pensado siempre en la nada, en la fase final de su vida cambian y se imaginan un mundo ultraterrenal. Pienso que no tener miedo es una cuesti¨®n de dignidad; no se debe perder el respeto a la raz¨®n, hay que llamar las cosas claramente por su nombre. Es verdad que se puede cambiar de manera de pensar. He tenido la fortuna de vivir siempre en contacto con grandes cient¨ªficos y s¨¦ que cada d¨ªa se aprenden cosas nuevas y se corrigen otras. En la ciencia, esto es normal. Ahora bien, creer en una vida m¨¢s all¨¢ es algo muy distinto.?
P: En esta entrevista p¨®stuma, ?querr¨ªa pedir disculpas a alguien con quien se haya peleado?
R: S¨ª, querr¨ªa disculparme con una persona cuyo nombre no puedo decir. Creo que ¨¦l tambi¨¦n preferir¨ªa permanecer en el anonimato. Se trata de un hombre eminente, durante mucho tiempo amigo ¨ªntimo, con el que discut¨ª por un asunto est¨²pido. Una frase mal escrita en una carta hizo saltar por los aires nuestra relaci¨®n de a?os. Aprend¨ª mucho de esa experiencia; c¨®mo a veces un instante insignificante puede transformarse en un hecho decisivo en la vida. Es un riesgo que corremos a menudo. Un gesto sin importancia, una simple palabra, en un solo segundo, pueden causar verdaderas tragedias. Y ahora, despu¨¦s de tant¨ªsimos a?os, me gustar¨ªa decirle a mi amigo, ¡°ven, vamos a comer juntos y a re¨ªrnos de lo que pas¨®¡±. Pero, con gran dolor, me doy cuenta de que ya no hay tiempo. Es demasiado tarde.?
P: Sin embargo, es famoso por su irascibilidad. ?Siempre ha sido un punto d¨¦bil de su car¨¢cter?
R: S¨ª, es verdad, pero no solo en la edad adulta. Recuerdo que cuando era ni?o me alteraba por cosas peque?as, a veces sin una verdadera raz¨®n. Esta manera de comportarme me ha creado muchas enemistades. Despu¨¦s, con los a?os, tuve que aprender a moderarme. Pero tambi¨¦n he pagado un precio por mi iron¨ªa, a menudo muy mordaz y no siempre bien recibida. Y tal vez la tristeza, fruto de la conciencia de mi mediocridad, ha incomodado no pocas veces a mis interlocutores. Por desgracia, a lo largo de tantos a?os he coleccionado muchas hostilidades y he roto muchas amistades. Es triste reconocerlo, pero es as¨ª.?
P: ?Le han dado alg¨²n consejo que le haya cambiado la vida?
R: Por supuesto. Sobre todo los que me dio mi madre con todo su cari?o. A ella le debo que me animase a convivir de manera fruct¨ªfera con mi discapacidad. Cuando era ni?o, para hacerme reaccionar en los momentos de desesperaci¨®n, me dec¨ªa que la "dificultad" era un "don" divino. Adem¨¢s de librarme del servicio militar, mi defecto me brind¨® la oportunidad de aprender a mejorar, de intentar entender que sin esfuerzo no se obtiene nada en la vida. Lo he recordado en diferentes circunstancias. Uno de los logros m¨¢s bellos de mi existencia fue cuando consegu¨ª atarme los zapatos por primera vez con la mano impedida.
? Corriere della Sera. Traducci¨®n de NewsClips
Babelia
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