?Qu¨¦ marcharse!, ?qu¨¦ apagarse!
Hay un tipo de absurdo con el que es imposible no alinearse, porque te parece que lo explica todo mejor y m¨¢s r¨¢pido que la l¨®gica
Jos¨¦ Luis Cuerda disfrutaba refutando a quienes sosten¨ªan que Amanece, que no es poco, carece de trama. ¡°Son unos forasteros que llegan a un pueblo, en ese pueblo pasan cosas y despu¨¦s se van. En eso est¨¢n basados los w¨¦sterns¡±, dec¨ªa. Con trama o no, ¨¦l hizo algo m¨¢s que una pel¨ªcula: hizo una pel¨ªcula y la encerr¨® en nuestra cabeza, sin llave. Y ah¨ª sigue, con todos esos di¨¢logos golpe¨¢ndonos en el interior, igual que tornillos sueltos, y que replicamos en nuestras conversaciones como si fuesen la ¨²nica forma de tener raz¨®n de vez en cuando. Hay un tipo de absurdo con el que es imposible no alinearse, porque te parece que lo explica todo mejor y m¨¢s r¨¢pido que la l¨®gica. Es el triunfo del chasquido sobre la argumentaci¨®n.
No hay tantas pel¨ªculas capaces de formar para siempre parte de la vida de sus espectadores. Un d¨ªa llegan y ya no se van. Ondean. Te ocupan. Se vuelven tu himno nacional. ?Qu¨¦ es la patria al lado de un filme cuyos personajes te hacen re¨ªr siempre, despu¨¦s de diez, veinte, cien pases? Hay frases que, peri¨®dicamente, resuenan sin venir a cuento, y de pronto te ves soltando lo de Faulkner, o lo de que a ti tambi¨¦n te gustar¨ªa ser un intelectual, porque no tienes nada que perder. Eso es m¨¢s de lo que puede ambicionar cualquier creador. A veces una sola pel¨ªcula equivale a la inmortalidad.
As¨ª que, aparte de sentirnos muy tristes porque Cuerda ha fallecido y porque su muerte parece que abre un enorme socav¨®n en el sal¨®n de tu casa, gracias a Amanece, que no es poco estaremos siempre relativamente alegres, haci¨¦ndonos fuertes en el sinsentido. Hay una escena de la pel¨ªcula en la que incluso la muerte, con lo que supone, pierde todo atisbo de tristeza, hasta volverse divertid¨ªsima, casi una fiesta. Cuerda, si pudiese, quiz¨¢ la citase en su funeral, para alegrarnos. Es ese momento loqu¨ªsimo en el que el m¨¦dico del pueblo comenta al hijo de su paciente: ¡°?Se est¨¢ muriendo divinamente, te lo juro! Ten¨ªa ganas de que vinieses para poder dec¨ªrtelo. Puedes estar orgulloso, de verdad. De los a?os que llevo de m¨¦dico nunca hab¨ªa visto a nadie morir tan bien como se est¨¢ muriendo tu padre. ?Qu¨¦ marcharse!, ?qu¨¦ apagarse!, ?qu¨¦ parsimonia! Estoy disfrutando que no puedes ni imaginarte¡±. Y as¨ª, aunque Cuerda no est¨¦, nosotros seguiremos ri¨¦ndonos y record¨¢ndolo siempre como el cineasta que nos clav¨® una pel¨ªcula en la cabeza.
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