El coronel Dax contra los viejos degenerados y s¨¢dicos
El h¨¦roe de ¡®Senderos de gloria¡¯ es el hombre que representa todo lo bueno que hay en un mundo en el que, al igual que ocurre en ¡®Espartaco¡¯, est¨¢ todo mal
¡ªTienen leche en lugar de sangre.
¡ªEs la leche m¨¢s roja que he visto nunca.
Es de esperar que el di¨¢logo sea de Jim Thompson, que firm¨® el guion de Senderos de gloria junto a Stanley Kubrick y Calder Wilingham. Pero quien pronuncia la frase en pantalla es Kirk Douglas en su papel como el coronel Dax; el hombre que representa todo lo bueno que hay en un mundo en el que, al igual que ocurre en Espartaco, est¨¢ todo mal. Y quiz¨¢ sea el peor villano, el general Mireau, el que mejor explica esa maldad. Lo hace al principio de la pel¨ªcula, cuando su superior, el general Broulard, le ordena tomar una colina imposible con los hombres de los que dispone; se trata, b¨¢sicamente, de una misi¨®n suicida. Y cuando ese superior le deja caer la posibilidad de un ascenso, Mireau responde teatralmente con la verdad: ¡°No pensar¨¢ que puedo sacrificar hombres en funci¨®n de mis ambiciones personales¡±, antes de aceptar el envite. Dice exactamente todo lo que est¨¢ bien, y al decirlo y estar de acuerdo con ello, ya est¨¢ listo para traicionarse. La c¨¢mara siempre los encontrar¨¢ a los dos en palacios, fiestas y salones suntuosos; la ¨²nica vez que Mireau baja al barro ¨Ca ver el asalto frustrado a la colina¨C acabar¨¢ pidiendo a gritos bombardear a sus propios soldados y pidiendo, finalmente, la ejecuci¨®n de 100 de ellos.
Son, los dos, gente que empieza las amenazas diciendo ¡°puedo hacer que¡± o ¡°voy a hacer que¡±, normalmente, arrestar o fusilar. Kubrick cre¨ªa estar rodando una pel¨ªcula antibelicista, pero el ¨¢ngulo de c¨¢mara se le fue de madre: retrata a un personal muy definido, a una gente muy concreta, que sigue caminando por ah¨ª no necesariamente entre cad¨¢veres jam¨¢s haciendo algo malo, sino ordenando hacerlo. Porque su poder es exactamente ese: no tener ni que ejercerlo directamente. Por eso la figura del personaje de Kirk Douglas, el coronel Dax, convierte la pel¨ªcula en un alegato furioso. Un golpe en el est¨®mago de cualquier sistema que disponga del destino de los seres humanos al capricho ego¨ªsta y cruel de otros. Cuando Broulard le ofrece un ascenso creyendo que el idealismo de Dax responde a su ambici¨®n por las medallas, Dax estalla: ¡°Tengo que disculparme por no haberle dicho antes que es usted un viejo degenerado y s¨¢dico¡±. Su imagen en pantalla es la imagen de los Dax en la vida: se?ores con silbato avanzando entre las bombas, empujando a los dem¨¢s a ir tras ¨¦l bajo un pacto de lealtad que no abandona en la retirada ni en la rendici¨®n de compa?eros que, la noche anterior, hablan de c¨®mo prefieren morir. "Los senderos de gloria no conducen sino a la tumba", dice el verso de Thomas Gray que da t¨ªtulo a la pel¨ªcula.
El final de la historia es uno de los mejores de la historia del cine. A los soldados franceses emputecidos, abrevando en un bar, burlones y grotescos, les sacan al escenario a una prisionera alemana jovencita de la que hacer escarnio. Douglas/Dax observa la escena desde fuera. Han fusilado a tres inocentes por cobard¨ªa que ¨¦l defendi¨® en un consejo de guerra, el Estado Mayor sigue en los palacios decidiendo sobre las vidas de los soldados y pronto esos soldados partir¨¢n al frente a morir a chorros. Al principio de la pel¨ªcula, cuando el general Mireau apel¨® al instinto animal de la tropa, Dax le interrumpi¨® para decirle que esas personas eran ¡°humanos¡±. Y ahora los tiene a punto de contradecirle, comport¨¢ndose como bellacos ante una inocente perdida en un bar lleno de salvajes. Pero ella empieza a cantar en alem¨¢n Der treue Husar (el fiel h¨²sar) sobre un soldado que ama a su mujer a distancia mientras ella se est¨¢ muriendo, y poco a poco todos van callando, todos empiezan a pensar en sus propias vidas, sus propios amores. Y terminan acompa?ando la canci¨®n como si fuera una nana de guerra. La m¨²sica sigue cuando el coronel Dax pide unos minutos m¨¢s antes de decirles a esos soldados que tienen que volver a la batalla. Sigue incluso cuando acaba la pel¨ªcula. Sigue ahora, cuando ha muerto el actor que daba vida a Dax, aquel que parec¨ªa inmortal: Kirk Douglas. Pero no ha muerto ella, la joven alemana que devolvi¨® la fe en la dignidad del ser humano con su canci¨®n. Se llamaba Christiane Harlan (25 a?os) antes de llamarse Christiane Kubrick; ella y Stanley Kubrick (28) se enamoraron durante el rodaje y se casaron despu¨¦s. Fue su esposa hasta la muerte del director, hoy sigue viviendo en Inglaterra.
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