La historia en una lata de membrillo
Los abuelos de James se fueron de Asturias a Nueva York, huyendo del hambre. Su nieto rescata su memoria
James Fern¨¢ndez entra con su boina, su barba, su escudo de Princeton. El bar lo acoge como a un extranjero. Cuando se despoja de los abrigos a los que obliga el clima nublado de Madrid, ya es un nieto de asturiano que cuenta la historia de sus abuelos como si se quedara ni?o y desnudo en Nueva York.
Escritor e historiador, James naci¨® en 1961 en la ciudad de la luz y el ruido, nieto de Carmen y Jos¨¦, asturianos que se encontraron all¨ª en los a?os veinte del siglo XX, huyendo del hambre de su pa¨ªs cansado. Acaso por instinto, profundiz¨® en la historia de la Primera Rep¨²blica. Hasta que hace 15 a?os ¡°un museo me encarg¨® que, para una exposici¨®n sobre la Guerra Civil espa?ola, hiciera un cap¨ªtulo sobre aquellos que, como mis abuelos, fueron a vivir all¨ª¡±.
El resultado de su indagaci¨®n es una labor que cont¨® aqu¨ª Andrea Aguilar (La colonia olvidada de espa?oles) el 24 de enero. James ha sido testigo desde entonces de la constante afluencia de p¨²blico que llena el Conde Duque donde la muestra se mira como algo que pas¨® ayer.
La joven que guarda las salas (que estudi¨® Empresariales) dice con orgullo que el d¨ªa anterior hab¨ªa habido all¨ª mil personas, y que esa es la tendencia que convoca esta iniciativa de James de meter en una lata de membrillo la historia de los antepasados de aquella di¨¢spora.
Y es una lata de membrillo la que acoge el cat¨¢logo de la exposici¨®n sobre estos emigrantes invisibles a los que uno de sus descendientes ha dedicado tanto respeto y estudio. Cuando recibi¨® el encargo (igual que hizo el escritor asturiano-argentino Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz para escribir Mam¨¢ sobre su madre emigrante tras la hambruna de la guerra civil), James entrevist¨® a su padre. Hab¨ªa poco de Espa?a, hasta que el padre record¨® las manifestaciones a favor de la Rep¨²blica y revel¨®, como otros entrevistados, ¡°una memoria que estaba a punto de perderse porque ellos hab¨ªan dejado de hablar de ese pasado¡±. El padre no supo, por ejemplo, decirle que el general Miaja estuvo entre los visitantes de sus propios padres.
Dec¨ªan ¡°no recuerdo nada¡±, hasta que ¨¦l segu¨ªa pregunt¨¢ndoles, y as¨ª se fue llenando esta lata de membrillo simb¨®lica (y real, aqu¨ª est¨¢, es el dep¨®sito de todas estas andanzas) que trata de gente ¡°que siempre fueron acompa?ados por otros que pasaban igual necesidad en sus pueblos de Cantabria, de Asturias, de Galicia...¡±, que terminar¨ªan cont¨¢ndoles en ingl¨¦s los cuentos a su nieto, como a James le pas¨® con sus abuelos asturianos, y con los descendientes neoyorquinos de aquellos emigrantes cuya memoria reposa ahora, por ejemplo, en este hombre que parece de Nueva York hasta que se quita la gorra y los abrigos y empieza a hablar en el espa?ol de sus antepasados.
Mar¨ªa Due?as, autora de Las hijas del Capit¨¢n, que trata de emigrados como los recuperados por James, dice en un texto que guarda la lata de membrillo: ¡°Quiz¨¢, en el bolsillo de la camisa, uno de ellos se lleva prestada la foto de un ni?o flaco con gorra y cara de susto que posa muy serio sosteniendo una bandera¡±. La autora de La templanza comparte ¡°la honra¡± que James da a los suyos.
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