La palidez de De Palma
El guion de Petter Skavlan, o lo que ha quedado de ¨¦l, es de una banalidad insoportable. Y la puesta en escena se ha quedado a?eja
Las reinterpretaciones hitchcockianas de Brian De Palma hace tiempo que se gastaron por exceso de uso. Tambi¨¦n sus estilizaciones, sus dilataciones del tiempo, sus c¨¢maras lentas, sus ¨¢ngulos expresionistas. El director de obras magn¨ªficas como Fascinaci¨®n, Carrie, Vestida para matar, El precio del poder y Los intocables de Eliot Ness ha perdido el pulso de anta?o, debe lidiar con guiones y materiales dram¨¢ticos cada vez m¨¢s pobres, a veces perge?ados por ¨¦l mismo, y con producciones cada vez m¨¢s posibilistas. Tras la infame Passion (2012), desarrollada en Francia, ha recorrido un paseo por el desierto de siete a?os hasta llegar a Dinamarca y filmar la no menos nefasta Domino, donde adem¨¢s se adentra en un tema de calado, el terrorismo yihadista, al que le sienta fatal su efervescencia sin complejidad ni entidad.
DOMINO
Direcci¨®n: Brian De Palma.
Int¨¦rpretes: Nikolaj Coster-Waldau, Carice Van Houten, Guy Pearce, Younes Bachir.
G¨¦nero: thriller. Dinamarca, 2019.
Duraci¨®n: 88 minutos.
Los problemas de financiaci¨®n de la pel¨ªcula, filmada en parte en Espa?a, son de sobra conocidos. Y se notan, especialmente en esa larga secuencia rodada en una plaza de toros almeriense donde se dan cita todos los tics de autor de De Palma: ralentizaci¨®n del tiempo y multiplicaci¨®n de los puntos de vista, p¨¢lido y casi risible remedo de aquellos diez minutos de cadencia de la emoci¨®n en las escalinatas de Los intocables, con ecos esta vez de La ventana indiscreta. Poco importa su en¨¦simo homenaje a Alfred Hitchcock y a V¨¦rtigo, con el polic¨ªa protagonista colgado de un canal¨®n y ante el abismo de la muerte en una de las primeras secuencias. Tampoco que haya alg¨²n encuadre de notable expresividad. Porque el estilo plenamente comercial, cin¨¦filo y metaling¨¹¨ªstico del director nunca encaja con la trascendencia del Estado Isl¨¢mico y las revueltas de la CIA.
El guion de Petter Skavlan, o lo que ha quedado de ¨¦l, es grueso, b¨¢sico, de una banalidad insoportable. Y la puesta en escena se ha quedado a?eja, casi como una parodia de s¨ª misma porque ahora el tempo resulta atropellado, cojitranco. L¨¢stima de ¨²ltimo tramo de la carrera de De Palma.
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