La c¨¢rcel del trabajo
Hay algo fascinante en la lucha de esa mujer enfrentada a la impersonalidad de la condici¨®n humana, en un interior que no es sino una forma de c¨¢rcel
El universo interior del ser humano, sus dudas, congojas, desaf¨ªos y ¨¦xtasis, no pocas veces depende de su actividad laboral. P¨®ngase usted a ver a un trabajador durante su jornada, minuto a minuto durante horas un d¨ªa tras otro, en su soledad y en sus relaciones, con los que est¨¢n en su nivel y con los de arriba, aguantando el chaparr¨®n y vislumbrando sus ilusiones, y tendr¨¢ el coraz¨®n y sus tripas, empezar¨¢ a conocerlo un poco mejor. Quiz¨¢ m¨¢s en determinados trabajos; y seguro que a¨²n m¨¢s si es una mujer en un pa¨ªs donde reine el machismo. La camarista, interesante ¨®pera prima de la mexicana Lila Avil¨¦s, adopta esa f¨®rmula: el seguimiento exhaustivo, c¨¢mara pegada a su piel, sin sentimentalismos ni juicios de valor, de una empleada de un gran hotel dedicada a las habitaciones, a su limpieza y a su orden, con tiempo l¨ªmite y en condiciones precarias.
LA CAMARISTA
Direcci¨®n: Lila Avil¨¦s.
Int¨¦rpretes: Gabriela Cartol, Teresa S¨¢nchez, Agustina Quinci, Al¨¢n Uribe.
G¨¦nero: drama. M¨¦xico, 2018.
Duraci¨®n: 102 minutos.
Obra de peque?os gestos f¨ªsicos que acaban definiendo personalidades y ambientes, incluso clases sociales, La camarista est¨¢ visualizada a trav¨¦s de una fotograf¨ªa de corte fr¨ªo y desangelado que acrecienta el ambiente glacial de esos grandes mastodontes de habitaciones impolutas y aislamientos personales, donde reina el ego¨ªsmo, la excentricidad y el desprecio habitual de los clientes, y no pocas veces por medio de planos fijos en (no) lugares feos, las esquinas del hotel m¨¢s desfavorecidas: montacargas, pasillos interiores, lavander¨ªas. Y, como ¨²nico contraste ante el gris blanquecino de la imagen, un vestido rojo que la protagonista ha encontrado olvidado en uno de los cuartos, que ejerce tanto de secuencia recurrente ante el desvar¨ªo de la reglamentaci¨®n interna y del enga?o de la solidaridad, como de contrapunto de color, encarnado de emociones, en una vida desapacible.
Pese a la reiteraci¨®n de acciones practicada por Avil¨¦s de un modo deliberado, y al, solo en principio, poco inter¨¦s de las situaciones, por cotidianas, hay algo fascinante en la lucha de esa mujer enfrentada a la impersonalidad de la condici¨®n humana, en un interior que no es sino una forma de c¨¢rcel. Hasta la salida de cada d¨ªa, justo en el ¨²ltimo segundo de la pel¨ªcula, el ¨²nico instante de luz en que se ve una calle.
Babelia
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