Hach¨ªs, cerveza y rock: la Transici¨®n del Gran Wyoming
El presentador recopila sus memorias de juventud en un volumen cuya gran virtud es que evita edulcorar el pasado
Hubo un tiempo lejano, en los ¨²ltimos a?os de la legislatura de Rajoy, en que unos pocos programas de La Sexta se convirtieron en el refugio cotidiano ante la distorsi¨®n galopante que ofrec¨ªan los noticiarios p¨²blicos (o privados). Algunos cogimos entonces un h¨¢bito televisivo que no hemos perdido, pese a que nada sea ya como entonces. El Intermedio sigue diseminando su dosis de progresismo a veces de garraf¨®n y otras m¨¢s valiente, dispuesto a sofrenar las dosis de reaccionarismo que anidan en sectores de la izquierda. Wyoming hab¨ªa sido ya justificada estrella televisiva a?os atr¨¢s, cuando los socialistas le suspend¨ªan la emisi¨®n de El peor programa de la semana ante el temor a que Quim Monz¨® repitiese en TVE la s¨¢tira sobre la monarqu¨ªa emitida en TV3. De su vertiente de rockero nocturno, de carretera y furgo, algunos nos enteramos tarde, por falta de afici¨®n, seguramente.
Su primer volumen autobiogr¨¢fico, ?De rodillas, Monz¨®n!, llevaba las huellas de un desacomplejamiento que persiste en este, mejor y m¨¢s compacto, quiz¨¢ tambi¨¦n m¨¢s ambicioso como relato de las agon¨ªas del franquismo y del parto de la Transici¨®n. A menudo no le parece otra cosa que el parto de los montes antes que de una democracia aceptable, pero tiene la honestidad de mostrar sus cartas sin camuflajes. ?l vivi¨® aquella transici¨®n en marcha en un cr¨®nico globo de hach¨ªs y cerveza, mientras el azar lo met¨ªa como vocalista en un grupo, Paracelso, con el Reverendo a la bater¨ªa (y despu¨¦s ya los dos en solitario). Hab¨ªa all¨ª, para sus expectativas, muy poca transici¨®n: apenas un traqueteo caspososo cargado de franquistas supervivientes, sin coste alguno para ellos ni para los poderes que hab¨ªan avalado al r¨¦gimen, y avalaban ahora a la democracia.
Lo mejor del libro est¨¢ en la honestidad con la que evita decorar sus posiciones de entonces ¡ªizquierda radical y vocacionalmente extraparlamentaria¡ª
Lo mejor del libro est¨¢ en la honestidad con la que evita decorar sus posiciones de entonces ¡ªizquierda radical y vocacionalmente extraparlamentaria¡ª e impert¨¦rritas (por eso llega a parecer un chiste negro que describa la transici¨®n como ¡°un cambio lampedusiano¡±). Lo menos convincente es la propensi¨®n enciclop¨¦dica y el paternalismo did¨¢ctico (¡°me duele tener que hacer estas aclaraciones porque me hacen sentir un vejestorio¡±) para contar a los m¨¢s j¨®venes de qu¨¦ iba el franquismo, la miseria, la censura, la represi¨®n o el nacional-catolicismo como dieta monocolor. Es como si a ratos le diese por ponerse en el pico de la mesa de El intermedio, como hace en la tele, pero con gui¨®n propio: aqu¨ª tienen menos gracia esas chapas informativas porque de inmediato el lector a?ora las partes en que cuenta en vivo sus vivencias de gamberro.
El testigo memorioso funciona muy bien cuando viaja a Londres como jipi y okupa, antes de dejarse la melena hasta el culo, cuando deplora la proliferaci¨®n de gur¨²s list¨ªsimos (ah¨ª se cuela una errata preciosa para hablar del ¡°cocimiento¡± del gur¨² de turno, por ¡°conocimiento¡±), cuando recorre salas y garitos en el Rastro de Madrid y tambi¨¦n en una Barcelona distinta y frustrante, cuando cuenta el tr¨¢fico poco menos que inocente de hach¨ªs desde Marruecos o el azar le mete a actor, por donde pasa casi de puntillas. Pero la virtud del libro sigue inc¨®lume en sus mejores partes. Contra la tentaci¨®n del Photoshop edulcorante y correctivo de quien fue hasta sus 27 a?os (incluido un prescindible cap¨ªtulo de la mili, ya licenciado en Medicina), Wyoming sigue en sus trece a d¨ªa de hoy. Casi, casi como si no hubiesen rendido nada cuarenta a?os de traqueteo democr¨¢tico.
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