Tres novelas negras con tres periodistas inolvidables
Maltratado por un g¨¦nero que lo ve como un obst¨¢culo o una molestia, el periodismo ha dado sin embargo personajes memorables
El g¨¦nero negro siempre ha estado re?ido con esta profesi¨®n. Rastreros, metomentodo, con una ¨¦tica cuando menos discutible, peleados con el polic¨ªa o el detective cuya investigaci¨®n torpedean con sus exclusivas, los periodistas no gozan de mucho prestigio en el g¨¦nero negro. Pero, antes de que se me echen encima con ejemplos de lo contrario, yo les traigo tres. No son tres santos, su ¨¦tica no est¨¢ hecha a prueba de balas, pero son personajes inmensos y todos se complican la vida y la muerte en pos de la verdad. No est¨¢ tan mal, ?no? Pasen y lean.
Mike Dolan, hard boiled en vena. Cuando Horace McCoy termin¨® Los sudarios no tienen bolsillos todos los editores de Estados Unidos a los que envi¨® la novela la rechazaron y fue publicada en Inglaterra (1937) antes de que una versi¨®n suavizada llegara a su pa¨ªs en 1948. Si uno se pregunta por qu¨¦ esta reticencia en un momento ¨¢lgido de las publicaciones pulp y hard boiled, cuando la violencia en la novela polic¨ªaca era ingrediente com¨²n, puede que la encuentre en la trama. Harto de los manejos de la prensa sumisa, Dolan inicia la guerra por su cuenta, funda un semanario y empieza a molestar. Las primeras l¨ªneas de la novela dejan clara la ¨¦tica de un personaje que pronto sabemos que no va a ir bien: ¡°Cuando le avisaron por tel¨¦fono de que el director quer¨ªa verlo, Dolan supo que aquello iba a terminar mal. Subi¨® las escaleras pensando que ning¨²n peri¨®dico tuviera agallas y dese¨® haber vivido en los d¨ªas de Dana y Greely, en los que un peri¨®dico era un peri¨®dico y se llamaba hijos de puta a los hijos de puta y al diablo con las consecuencias. Le hubiera encantado ser uno de aquellos reporteros de los viejos tiempos¡±. Si obviamos la cantinela, todav¨ªa vigente, de cualquier tiempo pasado en el periodismo fue mejor, el inicio nos da una idea del tipo de personaje que se planta ante el lector. Su lucha est¨¢ destinada a la derrota material y a la victoria moral. ?Y el crimen? Pues, como ocurre en otras obras de McCoy o, por ejemplo, de James M. Cain, en cualquier parte, en la vida.
Porter Wren y el alma oscura de Nueva York. Cambiamos radicalmente de estilo para presentar a Porter Wren, un periodista c¨ªnico, brillante y triunfador que protagoniza Manhattan Nocturne, una de las mejores novelas de Collin Harrison, un libro que acaba de recuperar Navona en espa?ol y que no merece seguir pasando desapercibido. Wren desciende, o eso pretende, de la estirpe de Gay Talese y Tom Wolfe, pero pasado por el matiz mal¨¦fico. En Manhattan Nocturne, como en todas las obras de Harrison, un profesional liberal de clase media alta en Nueva York, en este caso Wren, se ve envuelto en una trama criminal que da un vuelco a su vida. El protagonista es un c¨ªnico, pero tambi¨¦n un periodista que sabe hacer su trabajo, una estrella de un peri¨®dico sensacionalista que busca noticias para su columna en el reverso oscuro de Nueva York. A trav¨¦s de su mirada y de sus problemas Harrison nos ense?a otra ciudad, desentra?a los entresijos de la profesi¨®n y nos regala, de paso, una trama criminal impecable.
Eddie Dunford, pobre idealista obsesivo. He dejado para el final a mi preferido, al paradigma de las grandezas y las miserias de la profesi¨®n llevada a la ficci¨®n criminal. Dunford es el protagonista absoluto de 1974, la deslumbrante primera entrega del Cuarteto de Yorkshire, de David Peace. Tan obsesivo como su creador, se trata de un periodista joven que busca su oportunidad y que la encuentra en los agujeros que descubre en la investigaci¨®n de los asesinatos de una serie de prostitutas en Yorkshire. En sus pesquisas ir¨¢ al fondo del asunto y la incomprensi¨®n y la frustraci¨®n le pasar¨¢n factura. El interior del personaje, su ansia de verdad, su rebeld¨ªa y su fuerza hacen de ¨¦l alguien inolvidable. Su n¨¦mesis al principio, Jack Withehead, ese viejo periodista, ese experto en flotar en las aguas procelosas del poder, es el complemento perfecto, un personaje que crecer¨¢ luego en la trama hasta hacerse tambi¨¦n querido, indispensable en mi recuerdo.
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