Roy Lichtenstein y la broma ‘pop’
Los museos han cerrado sus puertas, pero la contemplación del arte sigue abierta. Cada día, recordamos la historia de una obra que visitamos a distancia. Hoy: ‘Whaam!’
Los artistas pop nacieron para estar en nuestros pechos, estampados en camisetas. Derribaron el muro que separaba la publicidad del arte y el producto de la obra maestra. En definitiva, la alta de la baja cultura. Arte para todos los públicos, pero no para todos los bolsillos: fueron más populares en sus referencias que en sus precios. Roy Lichtenstein creó imágenes directas e inmediatas, a partir de los asuntos más insignificantes. Retóricas de lo cotidiano capaces de producir belleza en un mundo (el del producto) incapaz de producirla. De ahí su admiración por la extrema sencillez de la propuesta de Piet Mondrian. En 1964 el artista norteamericano hizo una copia de las composiciones del neerlandés –en la obra Non-Objective I–, pero incluyó su firma personal: rellenó con puntos de plantilla Ben-Day algunos de los rectángulos. Parodiaba a quien admiraba. Desde ese momento la paleta del artista se limitó a los colores primarios que usó Mondrian, también en sus famosas versiones de las vi?etas subidas a lienzo. Frente a los dilemas y al melodrama existencial del expresionismo abstracto, Lichtenstein contestó a la pompa trascendental de artistas como Rothko, quien curiosamente también adoraba a Mondrian, de quien dijo que era “el artista más sensual”.
Whaam! se exhibió por primera vez en la Galería Leo Castelli en Nueva York, en 1963 (y fue comprada por la Tate Gallery, en 1966). Lichtenstein reproduce –o recompone, como prefería llamarlo él– una de las vi?etas del cómic All American Men Of War (1962). El lienzo monumental planteaba una idea básica del pop: las ideas quedan abolidas. No hay mensaje, no pretende animar a la reflexión. Es pura y simple celebración. Una fiesta en la que vale todo y todos entran, una tregua de la conciencia. Una parte de la crítica ha querido ver en el cuadro de Lichtenstein su percepción de la civilización estadounidense al amplificar una imagen de cómic bélica. Pura anestesia, un chute de arquetipos ideales para las paredes de cualquier salón: es el arte sin firma ni molestia. “El hiperconsumismo nos libera de cualquier otro imperativo que no sea el de consumir sin descanso”, escribe Serge Latouche, profesor emérito de Ciencias Económicas en la Universidad Paris-Sud. Lichtenstein lo explicaba así: “Nosotros pensamos que la generación anterior intentaba alcanzar su subconsciente, mientras que los artistas pop intentamos distanciaron de nuestra obra. Yo deseo que mi obra tenga un aire programado e impersonal, pero no creo ser impersonal mientras la realizo”.
Visita virtual: Whaam! (1963), de Roy Lichtenstein, conservado en la Tate Modern (Londres).
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