Jos¨¦ Mar¨ªa Pou: un actor se prepara
El int¨¦rprete echa la vista atr¨¢s y asegura que siempre supo que los dos primeros tercios de mi carrera ser¨ªan un camino para llegar a ser el artista que siempre quiso
Jos¨¦ Mar¨ªa Pou es uno de los grandes, en todos los sentidos. Transcribir una charla con ¨¦l es una d¨¦cima parte de lo conversado. Cuando nos conocimos, en 1988, acababa de ver Speed-the-plow, de Mamet, en el Lincoln Center: por su entusiasta y minuciosa manera de contarla, parec¨ªa que la hubiera dirigido. Sus pasiones (teatro, cine, m¨²sica) siguen inalterables, tanto como mi dificultad para resumir entrevistas expansivas. Esta vez solo contar¨¦ el comienzo. ¡°Llevo 52 a?os de carrera, desde que pis¨¦ un escenario profesional, con el Marat-Sade de Marsillach en octubre de 1968. Pero siempre tuve clar¨ªsimo que me estaba preparando para ser el actor que yo quer¨ªa ser, y que eso llegar¨ªa cuando pasara de los 50 y pico o los 60. Me ve¨ªa proyectado en los actores mayores. Siempre quise ser uno de ellos. No daba el f¨ªsico de gal¨¢n joven ni me interesaba. Tampoco encajaba demasiado en los personajes que hac¨ªa entonces. Era consciente, eso s¨ª, de que mi estatura me daba un cierto poder, una autoridad que impon¨ªa en el escenario. No eran quimeras. Me lo dec¨ªan mis profesores: Jos¨¦ Luis Alonso, Adolfo Marsillach, Jos¨¦ Mar¨ªa Morera. Todav¨ªa m¨¢s: sab¨ªa que ser¨ªa un camino lento. Que los dos primeros tercios de mi carrera ser¨ªan una preparaci¨®n o un camino para llegar al momento en el que me iba a encontrar siendo el int¨¦rprete que deseaba¡±.
Entr¨® en la Escuela de Arte Dram¨¢tico, en Madrid. No puede olvidar a Manuel Dicenta, profesor de dicci¨®n y de verso. Y uno de los primeros d¨ªas, al acabar de recitar, como ejercicio, un fragmento de las Coplas a la muerte de mi padre, le dej¨® de piedra al decir ¡®Este se?or recita a Manrique mejor que yo¡¯. ¡°?Menudo empuj¨®n! Y si lo cuento no es por soberbia, sino para mostrar su enorme generosidad¡±. Hice Marat-Sade y el musical Los fantastikos, ambas durante sus vacaciones de la Escuela.
En 1970, Jos¨¦ Luis Alonso vio sus ex¨¢menes de graduaci¨®n y le contrat¨® para trabajar nada menos que en la compa?¨ªa del Mar¨ªa Guerrero con Romance de lobos, que sinti¨® como su aut¨¦ntico primer trabajo. ¡°All¨ª me encontr¨¦ con B¨®dalo y Alonso, que ser¨ªan fundamentales en mi vida. Para m¨ª, el gran referente siempre fue Jos¨¦ B¨®dalo. El mejor actor, el m¨¢s completo, el m¨¢s aut¨¦ntico que yo he visto en nuestros escenarios. Muchos pensamos que estaba tocado por los dioses, tal vez sin ser consciente de ello. Y tuve la suerte inmensa de trabajar con ¨¦l ya en mi tercera funci¨®n".
"Alonso y su maravillosa compa?¨ªa me marcaron mucho m¨¢s que la escuela por su forma de entender el oficio. Si hoy soy el profesional que soy es gracias a aquellas tres temporadas en las que entr¨¦ a formar parte de una familia de 40 personas, que viv¨ªamos en el teatro 12 horas al d¨ªa. Actores y actrices procedentes de una gran tradici¨®n: por supuesto B¨®dalo, Ferrandis, Gabriel Llopart, Tote Garc¨ªa Ortega, Luisa Rodrigo... En la manera de tratar con los compa?eros y de seguir unas pautas de trabajo, reparo en todo lo que aprend¨ª all¨ª. Lo fundamental: la disciplina del oficio. Cada d¨ªa me pasaba m¨¢s horas al tanto del ensayo desde el patio de butacas, un par de filas por detr¨¢s de la mesa de direcci¨®n de Alonso, y viendo c¨®mo trabajaban, porque yo todav¨ªa ten¨ªa papeles peque?os¡±.
Le digo que Nathalie Poza usa la palabra ¡°liturgia¡± de cuando la dirigi¨® en Al cielo abierto. ¡°Me gusta, porque est¨¢ ligada de alg¨²n modo a ¡°ceremonia¡±. La actuaci¨®n y la direcci¨®n tienen mucho de vocaci¨®n. All¨ª aprend¨ª, pues, la liturgia del oficio, y que ese oficio es cada noche una ceremonia. Y que cada uno es el celebrante. Cuando hablo de pertenecer a una enorme familia, es porque yo sent¨ªa que todos los que sub¨ªan al escenario eran mis abuelos, mis t¨ªos, mis hermanas, mis primas¡ familia a la que sigo queriendo y de la que sigo formando parte. Formar parte de la compa?¨ªa del Mar¨ªa Guerrero ten¨ªa, pienso ahora, algo de Downton Abbey¡ con los reci¨¦n llegados, que eramos los j¨®venes, mezclados con las grandes damas, los arist¨®cratas¡ un conglomerado en ebullici¨®n continua. Entr¨¢bamos a las tres de la tarde, a ensayar la siguiente funci¨®n; y luego las dos programadas, a las siete y a las 10.45, y a eso de la una y pico de la madrugada a menudo llegaba el ¡°suplicado¡±, cuando el director te ped¨ªa un peque?o ensayo, de hora u hora y media, para complementar el de la tarde. Con lo cual sal¨ªas del teatro a las tres. Ver ensayos y representaciones te daba una riqueza teatral incre¨ªble. En un mismo d¨ªa ve¨ªas a los mismos actores en obras y papeles diferentes. Repito: yo no ser¨ªa quien soy sin lo que aprend¨ª de todos ellos¡±. Y esto solo fue el principio.
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