Beastie Boys, la regeneraci¨®n X
Spike Jonze recoge en un documental para Apple TV +, su primera pel¨ªcula en siete a?os, los recuerdos de los supervivientes de la banda punk-rapera de los ochenta y noventa
Hay muchas formas de amistad pero ninguna est¨¢ en esta historia. Por mucho que Michael Diamond y Adam Horovitz, los dos miembros vivos de Beastie Boys que la protagonizan, traten de incluir en una categorizaci¨®n m¨¢s o menos est¨¢ndar de los tipos de amistad que existen la que ellos ten¨ªan con Adam Yauch, el tercer componente del grupo (fallecido en 2012 a causa de un c¨¢ncer), aquello fue otra cosa. M¨¢s especial, una mezcla de respeto, admiraci¨®n y confianza ¨CHal Hartley defini¨® en 1990 en su pel¨ªcula Trust el amor como la suma de estos tres elementos¨C, que es la fuerza que propulsa este relato.
Dirigido por Spike Jonze, el documental Beastie Boys Story, estrenado este viernes en Apple TV + (el medio es un poco el mensaje aqu¨ª tambi¨¦n), recoge la ¨²ltima noche de la minigira de presentaci¨®n y escenificaci¨®n de su libro The Beastie Boys Book que tuvo lugar en 2018 en el King Theater de Brooklyn. Sobre el enorme escenario y ante un patio de butacas repleto de gente que es como ellos o incluso alguna vez en el pasado dese¨® ser ellos, Horovitz y Diamond rinden tributo a su amigo y compa?ero muerto y, de paso, dejan un testimonio generacional que va ser complicado que pueda igualar nadie que forme parte de aquello que se llam¨® Generaci¨®n X. Por lo que cuentan, por c¨®mo lo cuentan, por el tipo de humor que manejan o incluso por la ropa que visten: tan neutral que a veces piensas que, en vez de recordar que Mike D tom¨® muchas drogas tras sacar un primer disco (Licensed to ill) en 1986, van a contarte las prestaciones de un nuevo modelo de smart TV.
Como casi todas estas historias, la de Beastie Boys arranca con un pu?ado de preadolescentes que se sienten raros porque les gusta cierto tipo de m¨²sica. En su caso, primero The Clash; luego, el hardcore. Buscan mentes afines. Las encuentran. Montan un grupo. Son muy malos. No les importa. Pero un d¨ªa sucede algo y todo cambia. La broma se convierte en fiesta, la fiesta en negocio, el negocio en fracaso, el fracaso en drama y el drama, casi siempre, conduce a una batalla final que desemboca en una falsa pero rentable reconciliaci¨®n. En su caso, el inicio es can¨®nico, pero el desarrollo y el final, ¨²nicos.
Con un estilo que es una mezcla entre stand-up comedy, cuentacuentos y rapeo, Mike y Adam se pasan el micr¨®fono para contarnos lo que pas¨® y un poco de lo que pudo haberle pasado a la banda que protagoniz¨® una de las m¨¢s fascinantes metamorfosis de la historia de la m¨²sica. De ser el grupo m¨¢s cafre ¨Cescenarios decorados con penes en cajas, chicas en jaulas¨C a enciclopedias andantes de sensatez musical y social. Una de las mejores asociaciones de la historia del hip hop. Hasta a quienes no les gustaban Beastie Boys en alg¨²n momento les hubiera gustado conocer a Beastie Boys.
Beastie Boys son buena gente, y su m¨¦rito es conseguir hacer interesante algo tan? aburrido como ver y escuchar a gente buena
Estos tres chavales blancos de Nueva York conocen a un tipo muy raro pero muy listo llamado Rick Rubin ¨Cfundador del sello Def Jam y a la postre uno de los productores m¨¢s relevantes de los ¨²ltimos 30 a?os¨C, quien les encauza. Este les presenta a un manager y emprendedor metido en el mundo del hip hop llamado Russell Simmons. Avispado ¨¦l, repara en el potencial que tiene en los Estados Unidos de Reagan presentar a las masas a unos blanquitos haciendo rap. Es curioso c¨®mo el patio de butacas aplaude la aparici¨®n de Rubin, aunque su pureza quede m¨¢s que en entredicho minutos m¨¢s tarde, cuando se mantiene en silencio ante la aparici¨®n del que fuera manager de Run DMC, hoy radicado en Bali para evitar se extraditado a EEUU, donde sobre su cabeza cuelgan varias acusaciones por abusos sexuales.
Rodado con un ritmo que, al principio, puede manifestarse algo plomizo, pero que pronto logra que el espectador se asiente en la narraci¨®n y extienda la mano para que se la cojan y le lleven ad¨®nde haga falta, este documental va m¨¢s all¨¢ del revisionismo, de la caza de brujas, del ajuste de cuentas o incluso de aquello de exorcizar demonios ante una audiencia que ha pagado el precio de una entrada, algo en lo que este tipo de dramatizaciones tiende a caer. Beastie Boys son buena gente, y su m¨¦rito es conseguir hacer interesante algo tan aparentemente aburrido como ver y escuchar a gente buena. Se detienen m¨¢s en arrepentirse por haber echado del grupo con cero estilo a Kate Schellenbach, su primera bater¨ªa, o en c¨®mo, avergonzados, evitaron saludar a unos amigos que se encontraron en una tienda tras volver a Nueva York una vez finalizada la primera gira del grupo, que en afear la conducta de quienes lograron que no vieran un d¨®lar de las ventas de uno de los discos de debut m¨¢s exitosos de los a?os ochenta.
Esta es la emocionante, a veces tambi¨¦n divertida, a veces deliciosamente triste, historia de una de las bandas que mejor defini¨® una generaci¨®n. Y lo fue porque, a diferencia de otros ¨ªdolos de los ochenta y los noventa, su narrativa se construy¨® a partir de aplicar comportamientos universales a situaciones coyunturales. Mientras ver a miembros de Oasis o Nirvana hablar de aquella ¨¦poca es un simple acto de nostalgia, ver a Mike D y Adam Rock narrar su historia bajo la batuta de Spike Jonze ¨Cque firma su primera pel¨ªcula desde Her, en 2013¨C es algo que no solo convence al converso, sino que se puede mostrar al ne¨®fito con orgullo y empat¨ªa.
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