De Monet al coronavirus: una historia de los ataques a los museos
Desafiantes, rebeldes, airados o disidentes, los artistas llevan d¨¦cadas cuestionando la legitimidad y la genealog¨ªa de las pinacotecas. En el D¨ªa Internacional de los Museos, proponemos un repaso a las principales embestidas contra esta secular instituci¨®n
Hoy es un virus el que ha dejado el museo vac¨ªo, pero mucho antes fueron los artistas. De hecho, la destrucci¨®n est¨¢ inscrita en los or¨ªgenes del museo, una instituci¨®n que naci¨® del saqueo laico y republicano de los bienes de la monarqu¨ªa y de la iglesia del Antiguo R¨¦gimen. La disconformidad viene de lejos. Desde el siglo XIX chillan todav¨ªa los impresionistas cuando se les recuerda quej¨¢ndose de los jurados oficiales de los Salones parisinos. Mientras Claude Monet soltaba eso de ¡°?no vay¨¢is a los museos, sed como los ni?os!¡±, Eugen Kalkschmidt escrib¨ªa en 1906 El museo del futuro invitando a crear la Uni¨®n Antivisita de Museos para librar la batalla al aburrimiento que le produc¨ªa recorrer de arriba abajo salas llenas de sarc¨®fagos etruscos. ¡°?Queremos destruir los museos!¡±, dec¨ªa Marinetti desde el Manifiesto futurista en 1909. Paul Val¨¦ry, notorio enemigo de las pinacotecas, tambi¨¦n echaba de menos ¡°el buen tiempo que hac¨ªa fuera¡±. No le faltaba raz¨®n. Fue lo que llev¨® a Val¨¦ry a escribir en 1927 La conquista de la ubicuidad, un breve texto, bastante prof¨¦tico, donde anunciaba el advenimiento de una sociedad para la distribuci¨®n de Realidad Sensible a domicilio¡±, una sociedad donde el suministro de las im¨¢genes custodiadas ahora por los museos funcionara como el abastecimiento del agua, el gas o la electricidad. Una red que auguraba el servicio del arte a domicilio. Una idea ut¨®pica que hoy parece un augurio.
Tristan Tzara tambi¨¦n secundaba esa idea desde el Cabaret Voltaire, que abri¨® sus puertas en Z¨²rich en 1916 bajo la idea de antimuseo. ¡°Hay una tarea destructiva por hacer; barrer, asear¡±, dec¨ªa en 1918. Ese a?o, cuando estall¨® la gripe espa?ola por medio mundo, el Dada tambi¨¦n era un virus. Tambi¨¦n los montajes que hac¨ªa Duchamp como comisario rozaban la caseta de feria. En la Exposici¨®n Internacional del Surrealismo, celebrada en 1938 en la sala central de la Galerie des Beaux-Arts de Par¨ªs, hizo todo lo que pudo para que el acceso a las obras de arte se convirtiese en un empe?o casi imposible para el visitante. Colg¨® del techo 200 sacos de carb¨®n y un brasero en el centro. Lo cierto es que ni los sacos conten¨ªan carb¨®n ni el brasero brasas, pero la pesada presencia de los sacos hizo que el p¨²blico sufriese bajo la amenaza de tres mil quilos de carb¨®n sobre sus cabeza y la posibilidad de que todo estallara por los aires.
A esa idea de ¡°exposici¨®n-pesadilla¡± le dio otra vuelta en 1942 cuando hizo el montaje de First Papers of Surrealism, en la Whitelaw Reid Mansion de Nueva York. 16 millas de cordel gast¨® en hacer una telara?a por la que no se pod¨ªa acceder. Una exageraci¨®n que tuvo todo tipo de reacciones entre los artistas que inclu¨ªa la muestra: Remedios Varo no encontraba consuelo mientras que Man Ray se mosque¨® por no ser invitado. A?os despu¨¦s, Nueva York se llen¨® de irascibles, un grupo de artistas disidentes que estallaron contra el Metropolitan Museum en 1950 y cuya historia aguarda confinada en las salas de la Fundaci¨®n Juan March de Madrid.
Otros artistas, en cambio, optaron por la negaci¨®n desde el lado opuesto. La sala vac¨ªa de Yves Klein data de 1961. Esos a?os sesenta fueron el momento en que el asalto al museo como paradigma da el gran salto. La cr¨ªtica institucional deja ah¨ª grandes ejemplos de clara oposici¨®n al establisment de las instituciones culturales: Daniel Buren, Michael Ascher, Lawrence Weiner, Dan Graham, Marcel Broodthaers, Hans Haacke¡ Desde Argentina, Graciela Carnevale propuso un encierro en 1968, dentro del Ciclo de Arte Experimental. Puso un anuncio en el peri¨®dico y congreg¨® al p¨²blico a su exposici¨®n en el n¨²mero 22 de la galer¨ªa comercial Melipan. Una vez estuvieron todos dentro, sali¨® y cerr¨® la puerta con llave, y se fue. Romper el cristal fue la ¨²nica forma de salir de esa exposici¨®n tambi¨¦n vac¨ªa. En 1970, Emilio Hern¨¢ndez Saavedra, deja desde Per¨² una de las obras m¨ªticas en cuanto a la idea del vac¨ªo muse¨ªstico: El museo de arte borrado. Un centro vac¨ªo que en 2002 Sandra Gamarra retoma como Limac: museo que no existe en una sede f¨ªsica, pero que se presenta como ¡°real¡± a trav¨¦s de las diversas maneras en que los museos reales llegan a Lima: mediante souvenirs, cat¨¢logos y tarjetas.
Aunque si hay un nombre clave en la idea de destrucci¨®n y museo ese es Chris Burden. En 1985 y para la Henry Art Gallery, present¨® Samson: un motor de 100 toneladas conectado a un torno de acceso y a una viga doble de madera extensible que empujaba fuertemente contra los muros de carga de la galer¨ªa. Cada vez que un visitante pasaba por el torno de acceso, la viga apretaba las paredes de la galer¨ªa hasta agrietarla. Cuantos m¨¢s visitantes, m¨¢s destrucci¨®n. Una instalaci¨®n que repiti¨® en 2004, en la galer¨ªa neoyorquina Zwirner & Wirth. Los boquetes de Urs Fisher en la Bienal del Whitney en 2006, titulados Day for Night, iban en esa l¨ªnea de poner al museo al l¨ªmite. Un a?o m¨¢s tarde, levant¨® el suelo de la Gavin Brown¡¯s Enterprise y lo llam¨® T¨². Un hoyo gigante por 250.000 d¨®lares. En 2008 lleg¨® la Bienal de S?o Paulo m¨¢s singular, cuando Ivo Mesquida dej¨® vac¨ªa la tercera planta del edificio de Oscar Niemeyer y fue asaltada por j¨®venes que llenaron las paredes de grafitis.
Una reflexi¨®n sobre la posible desaparici¨®n del museo no puede separarse del examen de sus metas y objetivos, de sus l¨ªmites. A ello dedic¨® la Fundaci¨®n Antoni T¨¤pies de Barcelona una extensa exposici¨®n-coloquio en 1995. Recuerdo a uno de los comisarios, Thomas Keenan, definiendo al museo como una instituci¨®n en declive e invit¨¢ndonos a todos a un museo que se hace cargo de su p¨¦rdida y emerge de su deconstrucci¨®n en la forma de un ¡°museo de museos¡±. Aquello son¨® a ave f¨¦nix de la cultura moderna. Tal vez desde esa disfuncionalidad pueda leerse la boda de Shristi Mittal y Gulraj Behl en el Museu Nacional d¡¯Art de Catalunya celebrada en 2013. Lo recordaron Beyonc¨¦ y Jay-Z desde el Louvre y lo canta Rosal¨ªa desde su Fucking Money Man, mirando de reojillo al Macba. Excesos y defectos museogr¨¢ficos. Las luces y las sombras. Martin Creed ganando el Turner Prize de 2001.
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