David Goldblatt: retratos de exconvictos en el lugar de sus cr¨ªmenes
Durante ocho a?os, el legendario fot¨®grafo sudafricano, conocido por sus im¨¢genes del 'apartheid', regres¨® con distintos condenados a los escenarios donde cometieron sus delitos
Dicen que los delincuentes siempre vuelven al lugar del crimen. Aunque algunos prefieran no hacerlo, y regresen solo mentalmente, con frecuencia en forma de sue?os y pesadillas, a aquel escenario donde, de alguna manera, probablemente, cambio su vida y ciertamente la de sus v¨ªctimas. ¡°?Qui¨¦nes son? ?Son monstruos? ?Son gente corriente, si es que la hubiese? ?C¨®mo llegaron a esto? ?C¨®mo es su vida?¡±, se preguntaba David Goldblatt, este fot¨®grafo sudafricano acostumbrado a cuestionarse el mundo. Reconocido como uno de los grandes cronistas del apartheid, a Goldblatt (Randfontein, 1930 - Johannesburgo, 2018) nunca le interesaron los hechos. S¨ª aquello que los produce. ¡°Soy un cobarde¡±, declaraba a la publicaci¨®n online ASX. ¡°No me interesan los eventos en s¨ª como fot¨®grafo. Como ciudadano de un pa¨ªs, s¨ª, claro. Pero como fot¨®grafo, me interesa la causa de los hechos¡±. De la misma forma, su sensibilidad hacia la injusticia social se vio siempre sustentada por algo muy poco com¨²n: la ¡°curiosidad por las actitudes que no comparto, que va unida al deseo de entenderlas en vez de rechazarlas¡±, tal y como ¨¦l mismo expresaba.
A principios del 2000 el fot¨®grafo y su esposa Brenda fueron v¨ªctimas de actos criminales. Una ma?ana se vio retenido a punta de pistola por un desconocido que entr¨® en su estudio, localizado en las afueras de Johannesburgo, Un mes despu¨¦s, su mujer ser¨ªa v¨ªctima de la misma experiencia. El hecho no resulta excepcional en Sud¨¢frica, donde la criminalidad alcanza altas cifras. Sin embargo, tras la ira inicial, y una vez superado el trauma y recuperada la serenidad, el artista se propuso ir m¨¢s all¨¢. ¡°?Podr¨ªan [los delincuentes] ser mis hijos? ?Podr¨ªa ser yo uno de ellos?¡±, se preguntaba. ¡°Decid¨ª explorar estas cuestiones a trav¨¦s de la fotograf¨ªa y de las palabras¡±.
Por mediaci¨®n de distintas organizaciones, encargadas de la rehabilitaci¨®n de prisioneros, consigui¨® ponerse en contacto con personas que hab¨ªan cumplido condenas como criminales ¡ªalgunas inocentes¡ª o disfrutaban de la libertad condicional. Su fin era encontrarse con el criminal como alguien con quien se podr¨ªa tropezar en la calle o en un supermercado. Quer¨ªa fotografiarlos en el lugar del crimen. As¨ª, en 2008, comenz¨® a hacerlo en Sud¨¢frica, para m¨¢s tarde, invitado por la organizaci¨®n ben¨¦fica Multistory, continuar la serie en distintos lugares de Inglaterra. El resultado de los ocho a?os que dur¨® el proyecto ha sido reunido en Ex Offenders at the Scene of Crime y publicado por la editorial Steidl.
Evitando cualquier pretensi¨®n de reconstruir la escena del crimen, los protagonistas posan est¨¢ticos en el sitio donde ocurrieron los hechos o fueron arrestados. El autor quiso registrar todo aquello que le quisieron contar sobre sus vidas. ¡°No como un periodista, o activista, sino simplemente como parte de mi necesidad por conocer¡±, escribe en un texto que se incluye en el libro. As¨ª, los 55 retratos en blanco y negro que componen el monogr¨¢fico van acompa?ados por el relato en primera persona escrito por Brenda Goldblatt, cuya crudeza contribuye a reforzar la mirada? ¡ªmayoritariamente directa, otras m¨¢s esquiva¡ª con la que los protagonistas responden a la c¨¢mara. ¡°Cuando el polic¨ªa abri¨® la puerta, le dispar¨¦ seis tiros¡±, cuenta Paul Tuge, un sudafricano que, tras pasar 12 a?os en prisi¨®n, condenado por intento de asesinato, abri¨® su propio negocio, Dream Finders (Buscadores de sue?os), dedicado a la reparaci¨®n de carreteras. Posar¨ªa para Goldblatt entre la maleza donde se escondi¨® antes de ser arrestado. Le llamaban Blitz (ataque), porque era r¨¢pido con un cuchillo. Pos¨® en The Terrace, donde hab¨ªa asesinado a un hombre con quien hab¨ªa estado apostando en el juego. Nunca llegar¨ªa a ver esta fotograf¨ªa, muri¨® a tiros a manos de unos g¨¢nsteres. Su novia se encargar¨ªa de relatar su historia: ¡°Cre¨ªa que a una mujer hab¨ªa que pegarla para que escuche. Me pegaba a menudo¡±, recordaba. ¡°En parte me alegr¨¦ de su muerte, ya no me puede hacer m¨¢s da?o, pero otra parte de m¨ª est¨¢ muy dolida porque le amaba¡±.
La primera vez que violaron a Ellen Parkkies ten¨ªa tan solo seis a?os. Luego vinieron otras m¨¢s. Se dej¨® fotografiar por Goldblatt en una cama, en la misma que estrangul¨® a su hijo, un drogadicto que la robaba de forma continuada para alimentar su adicci¨®n. ¡°Mis l¨¢grimas continuaron durante un a?o¡±, escribe. En la actualidad ayuda a madres con hijos con problemas de drogadicci¨®n. Xolani Seko se tapa la cara, llora fuera de la casa donde durante una pelea y por accidente muri¨® su empleador. ?l pretend¨ªa tener sexo. Seko se neg¨®. En una fracci¨®n de segundo cambi¨® su vida.
Las im¨¢genes hablan de la perplejidad del retratista, as¨ª como del momento de catarsis que supuso para los protagonistas. En ellas se percibe el di¨¢logo que el artista establece de forma natural con el sujeto. ¡°Para la mayor¨ªa fue la primera vez que pudieron contar la historia sin ser juzgados¡±, recordaba el autor. ¡°Confiaron en m¨ª y espero que sientan que he podido justificar esta confianza¡±. Pag¨® a cada uno de ellos por dejarse fotografiar. 800 rand en Sud¨¢frica, y 80 libras en Inglaterra, dedicando cualquier beneficio obtenido del proyecto a la rehabilitaci¨®n de presos. ¡°Mi inter¨¦s est¨¢ en lo que el sujeto tiene que decir sobre su vida, el crimen, sus esperanzas y temores, las elisiones y falsedades forman parte de ello¡±, destaca el artista.
¡°Comprender no es aprobar ni perdonar¡±, escribe Erwin Ames, periodista de The Guardian, quien pas¨® 20 a?os en prisi¨®n acusado de asesinato, en un texto en el que se pregunta c¨®mo exactamente se convierte alguien en un criminal. ¡°Hasta que no intentemos comprender m¨¢s en profundidad, el ciclo del crimen y la encarcelaci¨®n permanecer¨¢¡±, concluye.
?Podr¨ªa yo ser uno de ellos?, se preguntaba Goldblatt. ¡°Yo podr¨ªa serlo si tuviese que estar interminablemente en la esquina de una calle, esperando a que alguien me ofreciese un trabajo d¨ªa tras d¨ªa sin la esperanza de un empleo permanente y remunerado. Me sorprender¨ªa no serlo. Lo que no significa que me convierta en el hombre del cuchillo la pr¨®xima vez que vengan a por m¨ª. Solamente me gustar¨ªa que lo hubi¨¦semos hecho mejor en cuanto a aquello que parec¨ªa posible en 1994 [fecha hist¨®rica en la que Mandela gan¨® las elecciones]¡±, escribe. Al fin y al cabo, la obra de Goldblatt es una serie extendida. Como escrib¨ªa el cr¨ªtico Sean O¡¯Hagan: ¡°En la que cada nueva pieza construida se apoya sobre la ¨²ltima, hasta dar forma al retrato de toda una sociedad, con todas sus contradicciones¡±.
Ex Offenders at the Scene of Crime. David Goldblatt. Steidl-Multistory. 56 p¨¢ginas. 280 euros.
Vea aqu¨ª una fotogaler¨ªa con una selecci¨®n de im¨¢genes del libro
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.