Rachel Cusk: ¡°El yo est¨¢ acabado, no creo que vuelva a usarlo¡±
La escritora publica 'Despojos', donde describe el naufragio de su matrimonio y pone en duda la ortodoxia del feminismo. Esta pol¨¦mica obra cambi¨® su forma de escribir y le hizo tomar distancia de la ficci¨®n
A lo largo de una d¨¦cada, Rachel Cusk (Saskatoon, Canad¨¢, 1967) intent¨® vivir ¡°como una hermafrodita, con una mitad masculina y otra femenina¡±. Tambi¨¦n lo hizo su exmarido, que renunci¨® a su trabajo de abogado para quedarse en casa y cuidar de sus dos ni?as. Quisieron cohabitar ¡°como una pareja travestida¡±, a trav¨¦s de una nueva f¨®rmula que invalidase los roles tradicionales de g¨¦nero. Sin embargo, el acuerdo no era perfecto: por moderno que pareciese, ella segu¨ªa haciendo dos cosas, al ser ¡°hombre y mujer al mismo tiempo¡±. ¡°Mientras que mi marido, con buena intenci¨®n, solamente hac¨ªa una¡±, escribe Cusk en Despojos (Libros del Asteroide), brutal sumario del naufragio de su matrimonio. El experimento no funcion¨®, dejando al descubierto el espejismo de la igualdad sim¨¦trica y la injerencia de la maldita biolog¨ªa en nuestros constructos culturales. Al final, no qued¨® otro remedio que extraer la muela. Dej¨® un hueco considerable, un cr¨¢ter sobre el que, durante mucho tiempo, no volvi¨® a crecer nada.
El resultado de esa experiencia fue este libro descarnado que Cusk public¨® en ingl¨¦s en 2012, provocando un esc¨¢ndalo may¨²sculo. No gust¨® su descripci¨®n de ese sufrimiento l¨¢nguido que se iba volviendo cada vez menos soportable, su odio confeso a las dem¨¢s familias, su firme voluntad de aparearse con sus hijas dejando a todo macho al margen de la ecuaci¨®n familiar. Tampoco su cr¨ªtica al modelo t¨®xico que supone la familia cristiana ni el determinismo que desprende su continua evocaci¨®n de los mitos griegos. ¡°Planteaba cosas demasiado problem¨¢ticas y dolorosas para quienes segu¨ªan creyendo que sus matrimonios eran plenamente igualitarios¡±, recuerda Cusk desde su casa en la ciudad costera de Norfolk, mientras su segundo marido le acerca una taza de caf¨¦. ¡°El mundo literario me asesin¨®. Los editores europeos que me hab¨ªan publicado hasta entonces no quisieron ni abrir este libro. Consideraron que no era lo suficientemente intelectual¡±, dice para explicar el misterioso retraso de esta traducci¨®n, teniendo en cuenta que sus novelas anteriores, como Arlington Park o Las variaciones Bradshaw, hab¨ªan sido aclamadas en medio mundo. ¡°Ahora creo que fue un castigo despiadado contra una mujer que intentaba representar su experiencia con honestidad. Lo veo como algo sistem¨¢tico, que tiene m¨¢s que ver con la ansiedad de g¨¦nero que suscita lo que escribo que con mi persona. O tal vez solo me resulta m¨¢s sencillo pensar eso que estar convencida de que todo el mundo me odia¡±, ironiza.
Cuesta creer que no lo viera venir. En 2001, su ensayo A Life¡¯s Work, donde ofrec¨ªa un retrato un tanto atroz de la experiencia de la maternidad, ya la convirti¨® en enemiga p¨²blica en el Reino Unido. ¡°Si le pregunta a cualquier mujer por qu¨¦ decidi¨® tener un segundo hijo, le contestar¨¢ que fue al llegar a la sala de partos cuando record¨® lo doloroso que es dar a luz. En caso contrario, nunca habr¨ªa vuelto a hacer algo as¨ª. Eso es lo que me sucedi¨® con este libro¡±, afirma Cusk, nunca falta de met¨¢foras. ¡°No cre¨ª estar diciendo nada rompedor al afirmar que el divorcio es una experiencia terrible. Y, sin embargo, la gente enfureci¨®. Ahora creo que el divorcio es una experiencia tan destructiva que solo genera m¨¢s destrucci¨®n a su alrededor¡±. Tampoco gust¨® que se opusiera a la ortodoxia del feminismo y lo describiera como un concepto con significados distintos para cada persona, lo que ahora puede parecer una obviedad, pero lo era menos hace solo ocho a?os. ¡°Las mujeres de mi generaci¨®n somos un caso ¨²nico: fuimos las primeras que tuvieron vidas totalmente distintas a las de sus madres. Nuestras hijas nos pudieron tomar como modelos, pero nosotras no tuvimos ninguno¡±, se explica la autora. ¡°Hemos interiorizado muchas contradicciones e intentado resolverlas como hemos podido. El matrimonio y la maternidad son cosas que no tuvimos claro c¨®mo vivir a la luz del feminismo. Son las rocas contra las que se estrell¨® nuestro barco¡±.
"El mundo literario me asesin¨®. Fue un castigo despiadado contra una mujer que intentaba hablar de su experiencia con honestidad"
Sus libros parecen firmados por una escritora adicta al inconmensurable placer de llevar la contraria, guiada por la voluntad de desvelar la verdad, especialmente en los lugares donde esta sea negada con m¨¢s vehemencia. ¡°No es deliberado, pero es cierto que ese es mi estado natural. Nunca me he ajustado a las reglas¡±, admite. Cusk lo atribuye a haber crecido entre pa¨ªses distintos: hija de ingleses cat¨®licos, naci¨® en Canad¨¢, luego vivi¨® en Los ?ngeles y regres¨® a Inglaterra siendo todav¨ªa peque?a. ¡°He crecido en culturas angl¨®fonas, aunque todas ellas muy distintas. Entiendo la lengua en todas partes, pero no necesariamente su significado¡±. Insta a presentarla como escritora brit¨¢nica, pero a rega?adientes. ¡°Nunca me he sentido inglesa, solo estoy atrapada aqu¨ª. Me siento como un animal en el zoo. No me gusta ni el zoo, ni el cuidador, ni los dem¨¢s animales. Querr¨ªa huir, pero seguramente perecer¨ªa en la naturaleza¡±.
Despojos cambi¨® su manera de escribir. La celebrada trilog¨ªa formada por A contraluz, Tr¨¢nsito y Prestigio, con los que volvi¨® a ganarse el respeto de la intelligentsia, es una mezcla de ficci¨®n y no ficci¨®n, di¨¢logos y conversaciones, an¨¦cdotas y digresiones no siempre relevantes, en la que la noci¨®n de argumento deja de tener importancia. Si no sonara un poco rid¨ªculo, casi podr¨ªamos hablar de posficci¨®n. ¡°Ese libro fue un cambio total en mi trabajo y en mi vida. El relato en el que cre¨ªa hasta entonces se desmoron¨®. Y, en paralelo, ya no fui capaz de regresar a ese estado de fe que la ficci¨®n te impone como escritor y como lector. Hoy sigo sin poder leer novelas. Ya no me las creo¡±.
En Prestigio afirma que a los ingleses les gusta vivir en casas antiguas, aunque reformadas con todas las comodidades modernas. ¡°Eso me llevaba a preguntarme si quiz¨¢ podr¨ªa aplicarse el mismo principio a las novelas¡±, escribe Cusk. No cabe duda de que anda metida en ese proyecto de reforma: construir nuevos interiores para el viejo edificio que es la novela. ¡°Construir algo nuevo es delicado: es muy f¨¢cil que resulte feo, in¨²til o que no dure. Con la trilog¨ªa quise que el dise?o fuera lo m¨¢s ligero posible, que el edificio casi no ocupase espacio, que tuviera una planta estructural invisible. Quer¨ªa que mi trabajo quedase libre de la influencia de la imaginaci¨®n¡±, afirma. ¡°La novela inglesa sigue en un esquema victoriano de introducci¨®n, nudo y desenlace, siempre muy ligado a la fantas¨ªa del autor. No trato de ser una escritora radical, pero frente a ese modelo es muy dif¨ªcil no serlo¡±.
"Ese libro fue un cambio total. No logr¨¦ regresar a ese estado de fe que la ficci¨®n te impone como escritor y lector. Hoy sigo sin poder leer novelas. Ya no me las creo"
La autoficci¨®n de Cusk parece cr¨ªtica consigo misma. ¡°El yo est¨¢ acabado. No creo que pueda volver a usar la forma de mis ¨²ltimos libros o a escribir en primera persona¡±, sentencia. La autora desvela que su nuevo libro, escrito durante el confinamiento, ser¨¢ un remake de otro antiguo: de nuevo, una manera de ocupar el menor espacio posible. A ratos, vislumbra un proyecto m¨¢s personal, que hablar¨ªa del sentimiento de invisibilidad que experimenta en este momento de su vida, de ¡°la futilidad y la redundancia¡± que siente como mujer madura, de lo mucho que ha consagrado a la vida familiar y lo poco que le queda ahora que sus hijas est¨¢n en la universidad. ¡°Pero no ser¨¦ yo quien escriba esas verdades. Ya me han tirado suficientes piedras¡¡±, concluye a carcajadas. La pregunta es si ser¨¢ capaz de guard¨¢rselas solo para ella.
Despojos. Rachel Cusk. Traducci¨®n de Catalina Mart¨ªnez Mu?oz. Libros del Asteroide. 176 p¨¢ginas. 17,95 euros.
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