Dolor de alma y crujir de huesos: cuando el cine de acci¨®n es de autor
Las pel¨ªculas de S. Craig Zahler, que estrena 'Dragged Across Concrete', se proyectan en la Mostra de Venecia y el MoMA, pero tambi¨¦n contienen el inconfundible esp¨ªritu de la serie B
A medio tramo del (generoso) metraje de Dragged Across Concrete, tercera pel¨ªcula de S. Craig Zahler reci¨¦n llegada a las plataformas, el foco del relato se desplaza hacia una figura femenina de la que no hab¨ªamos tenido noticia hasta el momento. Antes de eso, la pel¨ªcula hab¨ªa repartido su atenci¨®n entre dos parejas masculinas: un par de polic¨ªas sancionados por sus superiores y un exconvicto afroamericano y su amigo de barrio, los cuatro destinados (o m¨¢s bien, condenados) a converger en una peligrosa excursi¨®n al otro lado de la ley, movidos por una mezcla de necesidad y resentimiento contra el sistema. Esa mujer que Zahler ha introducido en la ecuaci¨®n intenta subir a un autob¨²s, pero no lo hace y vuelve sobre sus pasos. En los siguientes minutos sabremos que es madre reciente y empleada de banca y que se resiste a dar por finalizado su permiso de maternidad, aunque, a la postre, se vea obligada a hacerlo a instancias de su pareja.
Tambi¨¦n sabremos que sus compa?eros de trabajo no se andan con medias tintas a la hora de expresar el afecto que sienten por ella y lo mucho que la han a?orado. Pero tampoco podremos saber mucho m¨¢s, porque resulta que ese personaje al que la actriz Jennifer Carpenter da cuerpo y alma no va a cumplir ninguna funci¨®n relevante en la trama. Ah¨ª, el director hace algo que cualquiera de esos tan influyentes como poco imaginativos manuales de guion desaconsejar¨ªa: tomar un desv¨ªo aparentemente arbitrario, permitirse una digresi¨®n, jugar en contra de la econom¨ªa narrativa. Y, sin embargo, ah¨ª podr¨ªa estar una de las claves que han convertido a Zahler en un autor esencial de la contemporaneidad. Y, tambi¨¦n, en uno de los perros verdes a los que seguir los pasos en el circuito de festivales.
Puestos a aislar el toque Zahler, uno podr¨ªa hablar de esa empleada de banca. O, tambi¨¦n, de los cr¨¢neos pisoteados y de los rostros desgarrados contra el suelo de su anterior trabajo, Brawl in Cell Block 99 (2017), o del ayudante del sheriff sajado por la mitad en su fundacional Bone Tomahawk (2015), porque la singularidad de la obra de este jud¨ªo de Miami se mueve entre estos dos polos opuestos: por un lado, un manejo de la temporalidad y una precisi¨®n para el detalle hiperrealista que acreditan su ambici¨®n y altura autorales; por otro, una facilidad para la lacerante nota cruel y sangrienta que hace honor a una sensibilidad forjada en los subsuelos de la cultura popular m¨¢s irredenta (y exploit). Novelista de g¨¦nero, m¨²sico y cr¨ªtico de heavy y black metal, colaborador de la revista Fangoria y aspirante a guionista con r¨¦cord de proyectos rechazados, Zahler llam¨® la atenci¨®n con su ¨®pera prima autofinanciada, Bone Tomahawk, un w¨¦stern que el MoMA lleg¨® a proyectar en su ciclo The Contenders y que, sin caer nunca en la iron¨ªa posmoderna, permit¨ªa recordar lo cerca que una pel¨ªcula como Centauros del desierto (1956) pod¨ªa estar del cine de terror: tan cerca como antes lo estuvo El rastro de la pantera (1954) y, m¨¢s tarde, La noche de los gigantes (1968).
Despu¨¦s de ese debut, la Mostra de Venecia sirvi¨® de plataforma de lanzamiento a sus dos siguientes largometrajes, convirtiendo a Zahler en artista paradigm¨¢tico de un presente donde se desdibujan las fronteras que separaban el arte de prestigio del resbaladizo territorio de los subg¨¦neros: todos sus trabajos comparten un inconfundible esp¨ªritu serie B y, al mismo tiempo, lo tienen todo para complacer al cin¨¦filo exigente en busca de nuevas miradas y sensibilidades. No deja de resultar ilustrativo que el mismo a?o en que Dragged Across Concrete confirmaba la maestr¨ªa del cineasta tambi¨¦n llegase a las pantallas uno de sus trabajos como guionista, desarrollado en los extrarradios m¨¢s apartados de cualquier alfombra roja: Puppet Master: The Littlest Reich (2018), duod¨¦cima entrega de la saga de terror serie Z iniciada por Charles Band en 1989.
Los argumentos de cualquier pel¨ªcu?la de Zahler podr¨ªan resumirse en una sola l¨ªnea. Lo que llena sus elegiacos fotogramas hasta desbordar la duraci¨®n de dos horas es algo m¨¢s que el relato. ¡°Si montas la pel¨ªcula para servir a la historia, podr¨ªas obtener una de 90 minutos que yo tendr¨ªa cero inter¨¦s en hacer. Los h¨¢bitos alimentarios durante una vigilancia, c¨®mo una madre besa el pie de su beb¨¦, el hecho de que uno de los chicos est¨¦ durmiendo con una prostituta con la que tuvo un flechazo en el instituto. Mucho de este material podr¨ªa ser prescindible para hacer avanzar la historia, pero yo lo encuentro tanto o m¨¢s interesante que la historia¡±, confesaba el cineasta a Nick Pinkerton en las p¨¢ginas de Sight & Sound. El modo en que Vince Vaughn, en Brawl in Cell Block 99, destroza un coche antes de gestionar, de manera serena y civilizada, la infidelidad de su pareja, o los quiebros que sufren diferentes situaciones arquet¨ªpicas del w¨¦stern en Bone Tomahawk ¡ªde la pelea en el saloon a una expedici¨®n descabalgada¡ª ilustran otros hallazgos de este creador que se sit¨²a tan lejos de lo tarantiniano como de las f¨®rmu?las expresivas que la industria de Hollywood ha impuesto sobre el cine de g¨¦nero. En los momentos de acci¨®n y violencia, su c¨¢mara siempre se coloca a distancia, como imp¨¢vido testigo de fatales explosiones de brutalidad. Y, aunque nadie podr¨ªa dudar sobre la intenci¨®n de voto de los polic¨ªas racistas que encarnan Mel Gibson y Vince Vaughn en su ¨²ltima pel¨ªcula, queda claro que no estamos aqu¨ª ante arquetipos de un blockbuster de acci¨®n de los ochenta, sino ante falibles, rotos, devastados personajes de carne y hueso, con los que incluso no resulta inasumible empatizar.
En su apasionada defensa de Zahler desde las p¨¢ginas de The New York Times, el cr¨ªtico J. Hoberman rememor¨® las palabras de Manny Farber en un relevante art¨ªculo, titulado A Bit of Male Truth (¡°un poco de verdad masculina¡±), publicado en 1957 en la revista Commentary. Faber sal¨ªa ah¨ª en defensa del director artesano de pel¨ªculas de g¨¦nero ¡ªHawks, Mann, Walsh, Wellmann, Karlson, Aldrich¡ª frente a los discursos, infectados de importancia, de cineastas como Fred Zinnemann, De Sica o Billy Wilder. Algo no muy distinto a lo que, a?os antes, hab¨ªan hecho los cr¨ªticos de Cahiers du Cin¨¦ma con su teor¨ªa del autor. Ahora el contexto es distinto y Zahler, con dos pel¨ªculas lanzadas en Venecia y el respaldo de la cr¨ªtica, no es precisamente un autor subestimado, pero es cierto que en ¨¦l pervive la libertad de cineastas al margen del canon como Ulmer, Fuller o Joseph H. Lewis, que su arte es sustancial pero nunca pretencioso y que, en la era de la crisis de la masculinidad, ¨¦l no ha venido a jugar a la vacuidad pol¨ªticamente incorrecta, sino a elaborar poderosos plantos, en los que un fino sentido del humor y una mirada compasiva tambi¨¦n se abren paso.
Dragged Across Concrete. S. Craig Zahler. 2019. Disponible en Filmin y Rakuten TV.
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