El ¡®techno¡¯ se baila en el museo
La estrecha relaci¨®n entre arte y m¨²sica electr¨®nica abre un campo infinito de gestos y escuchas que han llegado al museo para quedarse
La humanidad ha empleado siempre rituales para recobrar el equilibrio ante las perturbaciones provocadas por el desorden del mundo. De hecho, la cat¨¢strofe o la enfermedad se encuentran en el germen de ese tipo de medicina m¨¢gica del mismo modo que los excesos colectivos est¨¢n en la base de cualquier acto de evasi¨®n. Cuando bailamos nos exorcizamos. Despu¨¦s de todo, la fiesta no deja de ser una operaci¨®n c¨®smica: la experiencia del caos para provocar algo as¨ª como un renacimiento de la vida.
En esa suerte de liberaci¨®n, el tech?no deviene hoy un estado mental: una comuni¨®n entre los ritmos regulares de nuestro cuerpo (coraz¨®n, respiraci¨®n, parpadeo) y una melod¨ªa en¨¦rgica que se adue?a del cuerpo para llevarlo a otro nivel. La puerta de entrada a un vasto espacio de historias, im¨¢genes y emociones que figuran en el l¨ªmite de las palabras y que cada vez transitan m¨¢s artistas. Jeremy Shaw (Vancouver, 1977) lo hace desde el Centro Pompidou de Par¨ªs con Phase Shifting Index, una instalaci¨®n sonora inmersiva donde varios grupos de personas que no paran de moverse en un espacio en el que rituales, sistemas de creencias e historias dispares cohabitan en un limbo interpretativo. Shaw habla de la universalidad del deseo y de la necesidad de bailar, de la p¨¦rdida de control y de los estados alterados, y c¨®mo ¨¦stos llevan al p¨²blico a otro cambio de fase: la incomunicabilidad que encierra toda experiencia subjetiva. No est¨¢ lejos otra instalaci¨®n sonora, Party/After-Party, que el DJ y m¨ªtico productor de tech?no Carl Craig ha llevado al espacio del Dia Beacon, una hora al norte de Nueva York. La m¨²sica retumba bajo haces de luz que devuelven a esta antigua f¨¢brica de envases de 1929 a la experimentaci¨®n radical que tuvo la cultura de la electr¨®nica en este tipo de espacios industriales.
Del techno sabemos que naci¨® a mediados de los ochenta en los suburbios de Detroit, el centro de la producci¨®n de coches de todo Estados Unidos, aunque su patria espiritual siempre ha sido Berl¨ªn: en ning¨²n otro lugar del planeta se ha asimilado con tanta intensidad este sonido futurista y maquinal como parte del tejido urbano y popular. El legado que deja hoy es casi un milagro cultural. Apareci¨® en un momento hist¨®rico de fuerte inestabilidad econ¨®mica, de saturaci¨®n de informaci¨®n y control social. No es casualidad que el reclamo surja justo ahora, en un presente estresante, opulento, saturado e incluso temeroso de avanzar, y que alterna el optimismo de las ganas de cambio con el pesimismo l¨®gico derivado de una realidad que ofrece pocos motivos para so?ar algo mejor.
Los alemanes Kraftwerk, a los que el Design Museum de Londres rinde homenaje a sus 50 a?os en activo con Electronic: From Kraftwerk to The Chemical Brothers, fueron los primeros en entrar a un museo y revolucionarlo todo. Fue en 2012 con Retrospective 1 2 3 4 5 6 7 8 en el ?MoMA PS1 y su paso por la Sala de las Turbinas de la Tate Modern. A partir de ah¨ª, la cosa se dispar¨®: Dinos Chapman pinchaba su Lufbobles en el S¨®nar, mientras Mark Leckey lanzaba su Hecker Leckey Sound Voice Chimera y Wolfgang Tillmans provocaba largas colas frente al Berghain de Berl¨ªn para pinchar su Device Control. El mundo editorial acompa?¨® ese apogeo, desde el relato oral del Berl¨ªn tras la ca¨ªda del muro que recoge Der Klang der Familie (Alpha Decay, 2015) al clubbing madrile?o recogido en EBM Madrid Obsession (2017), la biblia llamada Loops I + Loops II (Reservoir Books, 2018) a los m¨¢s recientes, Techno Rebels (Alpha Decay) y The Ha?ienda: c¨®mo no dirigir un club (Contra Ediciones), ambos editados en 2019, a?o en que la Bienal de Venecia lanz¨® Electro, el primer programa enfocado a la m¨²sica electr¨®nica, del dance de los setenta al techno futurista de nuevo milenio.
Lo que ocurri¨® en la oscuridad de los Giardini no estaba lejos de lo que plantea ?pica, de Aimar P¨¦rez Gal¨ª, que se ha estrenado dos veces (S¨®nar y Festival Salm¨®n), ambas en el Mercat de les Flors, y que ahora vive en formato vinilo. Una pieza donde los bailarines entregaban su energ¨ªa en una sesi¨®n de techno ¨¦pico, que ofrec¨ªa una reflexi¨®n cr¨ªtica feminista y poscolonial, dando voz a aquellas luchas que no operan dentro del canon heteronormativo actual.
Por ah¨ª va la danza del futuro. Bailar para agitar conciencias. Elements of Vogue (CA2M, 2018 ¨C MUAC, 2019) ya alz¨® el voguing como una forma de baile urbano y queer, cuyas ra¨ªces se hunden en la historia de la comunidad LGTB afroamericana. Un rugido underground reivindicado hoy como activismo, igual que el twerking como movimiento feminista. Bajo ese paraguas encontramos You Got To Get In To Get Out. El continuo sonoro que nunca se acaba, el proyecto sobre el techno que tiene entre manos La Casa Encendida, seguramente la revisi¨®n desde el arte m¨¢s completa hasta la fecha. Al frente est¨¢n Sonia Fern¨¢ndez Pan y Carolina Jim¨¦nez, y una investigaci¨®n de largo recorrido que parte del techno para llegar a otros lugares llenos de escucha y gestos que sirven a estas comisarias para abrir un campo poroso lleno de lecturas feministas, activistas y pol¨ªticas. Un proyecto que arranca este mes de junio con el primero de los podcasts de un programa de m¨¢s de un a?o de sesiones de m¨²sica desde la web de La Casa Encendida, que expande la exposici¨®n como tal, que llegar¨¢ en oto?o de 2021. Una muestra de arte y muy experiencial que tendr¨¢ su contrapunto te¨®rico e hist¨®rico del techno en una publicaci¨®n que pugna por una cultura de baile como activismo m¨¢s all¨¢ de la noche.
Party/After-Party. Carl Craig. Dia Beacon. Nueva York. Hasta verano de 2021.
Phase Shifting Index. Jeremy Shaw. Centro Pompidou. Par¨ªs. Hasta el 27 de julio.
You Got To Get In To Get Out. El continuo sonido que nunca se acaba. La Casa Encendida. Madrid. De junio de 2020 a enero de 2022.
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