La tierra f¨¦rtil de la acrobacia
La compa?¨ªa francesa XY vuelve a deslumbrar en el Grec con M?bius. ¡°Circo a¨¦reo¡± es una definici¨®n clara y po¨¦tica de lo que hacen
Hay cosas estupendas en las que a veces me pierdo. Siempre he sido lerdo para la narraci¨®n abstracta: si no veo claro el relato, se me va el santo al cielo. De ah¨ª lo de perderme grandes cosas, o si las pillo es gracias a la insistencia de algunos amigos fiables: el que me susurra M?bius como una contrase?a marinera, y llega luego ¡°compa?¨ªa XY¡± igual que la divisa de unas mosqueteras. Y un tercero a?ade que el juego ceremonial tendr¨¢ lugar el 14 y el 15 de julio, en el Grec. De acuerdo, queridos, voy.
Los miembros de XY son poetas cuando danzan e incluso cuando escriben. Demasiadas veces, la gran gente del circo o de la danza se pone un poco pomposa y subraya en exceso o cae en nader¨ªas como decir que lo suyo ¡°es una reflexi¨®n¡± sobre lo que sea. V¨¦ase, en cambio, un fragmento de los poetas voladores sent¨¢ndose a la mesa para escribir fragmentos como ¨¦ste, con un deje de perfume Julien Gracq: ¡°Hay un rastro que el paso del tiempo ha convertido en casi invisible. Estos a?os hemos ido avanzando en colectivo, los unos sobre las espaldas de otros, anclados en la tierra f¨¦rtil de la acrobacia¡±. La compa?¨ªa es pr¨®diga en sorpresas. Ah¨ª va otra: la m¨²sica soberbia de ritmo, y de repente la danza enmudece absolutamente por unos instantes, y ellos y ellas siguen bailando como reci¨¦n ca¨ªdos de otro planeta. Vendr¨¢n a ser una veintena de acr¨®batas, aunque en momentos como ese se desplazan demasiado r¨¢pido para ser contados.
?Lo que habr¨¢n entrenado para echar a volar esas enormes alas imaginarias! Y 15 a?os de ensayo, me dicen, buscando esos tirabuzones que se dir¨ªa brotan sin esfuerzo. Parecen solitarios, pero las coproducciones, los apoyos y las residencias art¨ªsticas ocupar¨ªan tantas l¨ªneas como sus nombres. Ah, que no se me olvide resaltar esto: es una de las pocas compa?¨ªas que se han atrevido a saltar por encima de fronteras y coronavirus para regalarnos su arte.
En Francia hay un apelativo aristocr¨¢tico y muy hermoso: ¡°circo a¨¦reo¡±. Esto, pienso ahora, puede tambi¨¦n querer decir que est¨¢n con un pie en el empuje de la fuerza y el otro en el salto de la danza, y hay tanta sabidur¨ªa y elegancia que lo hacen sin que lo parezca. De pronto se plantan como torres de castellers de varios pisos de altura: en sus brazos, los portadores se cargan y descargan siguiendo un juego de sutiles pero arduas exigencias. O se desplazan como una bandada de p¨¢jaros de un territorio muy lejano.
La compa?¨ªa ha estado varias veces en el Grec y el de esta edici¨®n, me dicen, es su quinto montaje. Con Le Gran C, de 2012, recibieron el Premio Ciudad de Barcelona; en 2015 volvieron a deslumbrar con Il n¡¯est pas encore minuit. Deber¨ªa llamarles ¡°banda¡± por ¡°bandada¡±, pero sonar¨ªa igual de bien ¡°tribu¡±, aunque habr¨ªa que buscar o inventar un nombre para el acr¨®bata en continuo movimiento ¡°sin raz¨®n dramat¨²rgica¡±, dice Jordi Bordes, ¡°solo por el deseo del juego y de la alzada¡±: no poco deseo es ese. A lo largo de los 60 minutos del espect¨¢culo, contenemos la respiraci¨®n cada 5 y se nos escapa un gemido de sustazo cada 10: ese lamento sostenido y tenso indica que con un leve tropiezo pueden partirse la crisma.
Ellas son menudas, agil¨ªsimas, y parecen montar caballos imaginarios a los que conocen desde la ni?ez; ellos tienen algo de jinetes corpulentos con grandes barbas y parecen creados por Joseph Kessel. Ellas y ellos son el emblema del movimiento; los juegos que culminan, por ejemplo, en un interrogante de los cuerpos sobre la tela blanqu¨ªsima, como las de un velero. Cada vez que vuelan de unos brazos a otros y son recogidos por sus compa?eros se convierten en criaturas flotantes encarnando el puro virtuosismo. ?Y nosotros? Cada vez que miramos por un instante a derecha o izquierda, nos vemos con m¨¢scaras y picos inquietantes: parecemos los p¨¢jaros de Judex, de Franju, y el cielo blanquirrojo, de tormenta inminente (que luego descargar¨¢), nos teletransporta al Grec de nuestra infancia. Aquella noche so?¨¦ que en el Grec so?aba M?bius. Miro el reloj. Cuesta creer que solo ha pasado una hora.
M¨¢s tarde llego a casa y veo desplegarse de nuevo la vela blanca. ?Est¨¢ volviendo a suceder? Sucede que los de la cadena Betev¨¦ han filmado 13 montajes y se emiten en directo: tan regalo como que la entrada del Grec valga 15 euros este a?o pand¨¦mico. Hay otro regalo, y este viene de Londres: las filmaciones agrupadas bajo el nombre de National Theatre at Home. La mayor¨ªa de las obras que llegan cada semana por YouTube son joyas, como The Deep Blue Sea: se repuso en julio de 2016 y fue emitida el pasado jueves 16. Gracias a esta filmaci¨®n (ya no est¨¢ en YouTube) he vuelto a ver una de las grandes piezas de Terence Rattigan y he descubierto a una actriz maravillosa, Helen McCrory, interpretando a uno de los m¨¢s conmovedores personajes femeninos del teatro brit¨¢nico, Hester Collyer. Y recomiendo otro obsequio v¨ªa Betev¨¦: el lunes 27 de julio, S¨ªlvia P¨¦rez Cruz mano a mano con Marco Mezquida (20.30 horas).
M?bius, de la compa?¨ªa XY, se represent¨® los d¨ªas 14 y 15 de julio en el Festival Grec de Barcelona, que contin¨²a hasta el 31 de julio.
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