La aventura sonora de Pauline Oliveros
Una retrospectiva en C¨®rdoba revisa el legado de la artista, pionera de la m¨²sica electr¨®nica y otras muchas maneras de escuchar la vida
Hay un ejercicio del chi kung, una variante del taich¨ª, que bien podr¨ªa resumir ahora mismo el deseo de la mayor¨ªa. Responde al nombre de Dentro lo bueno, fuera lo malo y consiste en separar los pies a la anchura de los hombros y estirar hacia delante las palmas de las manos con los dorsos enfrentados para recoger la energ¨ªa. Despu¨¦s llevas las palmas hasta los ri?ones poni¨¦ndote de puntillas. Ah¨ª aguantas un poco. Luego aprietas los pu?os mientras recoges la mala energ¨ªa del h¨ªgado y del bazo y la expulsas con un grito mirando a los pies, al tiempo que tus talones vuelven al suelo con un golpe seco. ?Fuera, bicho!
Pauline Oliveros (1932-2016) adoraba esta postura. La realizaba casi a diario. A veces, le serv¨ªa simplemente para calmar los nervios. Bye, Bye, Butterfly dice su primera entrada en Spotify. Otras veces, lo convert¨ªa en un ejercicio de escucha de todos esos rincones sonoros de su cuerpo y su cabeza que muchas veces pasan inadvertidos. El crujir del suelo en la madera o el roce de la tela de los tejanos. Desde muy joven, con apenas 16 a?os y un acorde¨®n familiar, tuvo claro que hab¨ªa sonido hasta en el silencio m¨¢s profundo.
Esa era su brillantez, que siempre acompa?aban a esta artista curiosa, activista y feminista. Un nombre que revolucion¨® la escena de San Francisco junto a los compositores Ram¨®n Sender y Morton Subotnick desde el Tape Music Center, cuna de la experimentaci¨®n sonora en los sesenta. La chica del grupo, junto a Steve Reich, Terry Reily y John Cage, que igual experimentaba con drones que se volcaba con la fascinaci¨®n de la vida simple.
El rescate de su aventura sonora por parte del mundo del arte era una cuesti¨®n de justicia po¨¦tica que llega tarde. Apenas dos exposiciones en su larga carrera dan cuenta del olvido institucional de esta artista capital, seguramente una de las mentes m¨¢s l¨²cidas del ¨²ltimo siglo. Una se celebr¨® en 1980 en Estados Unidos, cuando todav¨ªa no hab¨ªa lanzado las ideas que esconde el deep listening, su mayor legado, el que nos anima a concebir la escucha como una actitud consciente. Deep tiene que ver con la complejidad y los l¨ªmites de lo que habitualmente nos sucede. Unido a listening se convierte en una t¨¦cnica con la que aprender a percibir los detalles del sonido. Su idea era escuchar todo lo humanamente posible, el germen de su obra individual, celebrada en 2014 en Noruega. La Bienal del Whitney le gui?¨® entonces el ojo ese mismo a?o, cuando Pauline Oliveros hab¨ªa superado los 82 a?os y apenas le quedaban dos m¨¢s de vida. Falleci¨® en 2016, un a?o antes de que la Documenta 14 de Kassel tambi¨¦n le rindiera homenaje.
La exposici¨®n que le dedica ahora el Centro de Creaci¨®n Contempor¨¢nea de Andaluc¨ªa (CA3), su primera gran retrospectiva en un museo, contribuye a subsanar ese silencio y a devolver a Pauline Oliveros el lugar que siempre ocup¨® en la experimentaci¨®n art¨ªstica. Al fin y al cabo, la pr¨¢ctica en el San Francisco Tape Music Center era completamente multidisciplinar y otros colectivos de artistas, como Fluxus, persegu¨ªan ideas muy parecidas. La propia Oliveros tendr¨ªa vinculaci¨®n con ellos, a trav¨¦s de su relaci¨®n con Dick Higgins, ya que particip¨® con ¨¦l y John Cage en su editorial. Un largo trabajo de investigaci¨®n lleno de empe?o por parte del comisario, ?lvaro Rodr¨ªguez Fominaya, tambi¨¦n director art¨ªstico del CA3, que no podemos m¨¢s que celebrar.
Hay, claro, porqu¨¦s, sobre todo porque es una exposici¨®n hecha conscientemente a contrapelo, con un nivel de resistencia intelectual alto, lo que los directores de los museos llaman ¡°de alto riesgo¡±: lo contrario a esa otra idea de blockbuster que agolpa a gente en la puerta del museo. No hay aqu¨ª un nombre popular que funcione como reclamo, pero s¨ª ideas revolucionarias que cambiaron el modo de observar el mundo. Y eso es mucho m¨¢s que una frase hecha.
En total son m¨¢s de 100 documentos, en su mayor¨ªa in¨¦ditos, del archivo que maneja ahora su estate en California y Nueva York. Entre ellos, la apertura del Guggenheim de Nueva York en 1980, con una obra de Elaine Summers y m¨²sica de Oliveros. Y la m¨ªtica performance What¡¯s Cooking?, junto a Allan Kaprow, en 1976. O las muchas colaboraciones que hizo con artistas y core¨®grafos de la ¨¦poca, tambi¨¦n mujeres, como Alison Knowles, Paula Josa-Jones, Deborah Hay o Susan Marsha. Como buena acad¨¦mica, fue una magn¨ªfica ensayista. Public¨® tres libros: Software for People, The Roots of the Moment y Sounding the Margins, adem¨¢s de una gu¨ªa sobre la ¡°escucha profunda¡± que acaba de traducir y publicar Edictor¨¤lia. Y en medio de todo ello, cre¨® la Deep Listening Band, cuyo primer disco suena en bucle en este centro de arte como si la m¨²sica electr¨®nica estuviera metida en un eterno bumer¨¢n.
Aunque lo que podemos llevarnos de una exposici¨®n como esta no es solo una discograf¨ªa, sino esos valores escondidos en la partitura llena de mec¨¢nica estructural que le dio fama mundial. A una compositora fascinada por lo que no se puede nombrar. Una creadora que rechaz¨® en vida quedar con una voz silenciada y aprovech¨® cualquier oportunidad para difundir sus ideas, sin el glamour del reconocimiento. Un aula, un concierto, una calle. A una persona que escuch¨® para sobrevivir. Alguien capaz de dejar de respirar para promover una comunidad de intereses creativos. Alguien que camina de forma tan silenciosa que las plantas de sus pies se convierten en o¨ªdos.
Pauline Oliveros. Retrospectiva. CA3. C¨®rdoba. Hasta el 17 de enero de 2021.
Deep Listening. Una pr¨¢ctica para la composici¨®n sonora. Pauline Oliveros. Edictor¨¤lia, 2019. 144 p¨¢ginas. 15 euros.
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