Un libro para entender la literatura espa?ola del siglo XX
'Babelia' adelanta el prefacio de 'El amanecer podrido', un texto de Mauricio Jal¨®n que contextualiza los relatos in¨¦ditos de Luis Mart¨ªn-Santos y Juan Benet, creadores del 'bajorrealismo'
Entre los papeles in¨¦ditos de Luis Mart¨ªn-Santos y de Juan Benet figura un nutrido grupo de relatos breves, ya reunidos por ambos autores bajo el t¨ªtulo El amanecer podrido. Escritos a m¨¢quina, y con numerosas correcciones a mano, no est¨¢n fechados ¨C?aunque sabemos que fueron redactados entre 1948 y 1951?¨C y por ende no se conoce hoy con precisi¨®n el momento exacto ni el orden en que fueron escritos, aunque se publicaron dos de ellos, uno por cada autor, en 1950, un momento crucial en sus vidas.
Podemos ver aqu¨ª los curiosos preludios de un par de escritores en ciernes. Son ?pruebas de escritura? hechas paralelamente, y fueron corregidas varias veces por ellos. Resulta significativo de su confianza mutua, y de su valor testimonial, el hecho de que sus familias tengan cada una copia de estos documentos desde hace seis d¨¦cadas.
Uno de los originales se conserva en un archivador color magenta que contiene cuartillas u holandesas insertas en camisas separadas y mecanografiadas todas, salvo algunas l¨ªneas. El t¨ªtulo que figura en el lomo, M¨¢s ap¨®logos, apenas tiene que ver con el volumen Ap¨®logos y otras prosas in¨¦ditas, de Mart¨ªn-Santos, impreso por Seix Barral ¨²nicamente en 1970 y dividido en f¨¢bulas m¨¢s bien breves, art¨ªculos y ensayos. Tambi¨¦n El amanecer podrido se aleja del conciso Trece f¨¢bulas y media de Benet (1981), hecho con un pu?ado de prototipos humanos: comerciantes, criados, pastores y alg¨²n raro mensajero intemporal.
Los mundos que sugieren esas alegor¨ªas o f¨¢bulas se hallan lejos de las historias que el nuevo libro despliega ante nosotros: son relatos llenos de vidas raras y de experiencias extremas bajo los turbios amaneceres que hab¨ªa en su pa¨ªs. Ya Leandro Mart¨ªn-Santos le consult¨® en 1964 a Benet sobre los ?cuentos que hicisteis juntos en Madrid?, y ¨¦ste en su respuesta habl¨® de ellos, en efecto, como ?cuentos que escribimos en comunidad?, y m¨¢s tarde destac¨® particularmente ¨C?en Oto?o en Madrid hacia 1950?¨C?, uno de ellos titulado ?Orestes?, que se recoge en esta colecci¨®n, como un ?cuento que hab¨ªa escrito Luis?.
El amanecer podrido recog¨ªa en bruto, antes, estas ?pruebas de escritura?, sin someterse a ning¨²n criterio aparente. Eso s¨ª, en 1964 hab¨ªan sido identificados sus autores, relato a relato, por Juan Benet, aunque ¨²nicamente a?adi¨® los nombres cuando tuvo certeza de esa autor¨ªa. Y, result¨® que, de los casi setenta cuentos recopilados, diez eran del propio Benet, cuarenta y uno de Mart¨ªn-Santos, pero diecis¨¦is escritos eran de origen inseguro lo que es una cantidad bastante alta ¨C?y acaso fueron compartidos entre los dos¨C. Por tanto, solo se dispon¨ªa de textos reconocidos en parte. Adem¨¢s, para nuestro trabajo previo, la numeraci¨®n usada es la que se nos facilit¨® al inicio del proyecto: una lista de t¨ªtulos que juntaba otras dos, ?Archivo LMS? y ?Archivo JB? ¨C?hoy, como el resto de sus papeles, est¨¢ en la Biblioteca Nacional?¨C?.
Ha sido la gu¨ªa esencial para reordenar la secuencia de sus textos, cuyo contenido se comentar¨¢ uno a uno en la nota final a la edici¨®n, regida ya por un nuevo ordenamiento tem¨¢tico. Aquella primera numeraci¨®n era defectuosa desde el principio, ya que arrastraba varios saltos y adolec¨ªa de confusas repeticiones. Ello nos oblig¨® a renumerarlo todo de entrada e incluir justificadamente fusiones as¨ª como dos nuevos t¨ªtulos. Entre los cambios se ha pasado a una nota el viejo n.? 18 (?Amistad?), de dudosa autor¨ªa; o se han suprimido dos peque?os textos incongruentes con el resto (los n¨²meros 24 y 70). Los antiguos n.? 6 y n.? 48 se repet¨ªan (?El buen hombre?), y otro tanto suced¨ªa con los n¨²meros 16 y 56 (de los dos, s¨®lo queda ya uno, ?Se?or, ?no me oyes??, que es el nuevo n.? 55). Por el contrario, junto al actual n.? 22 (?Yo y el campo?) se ha incluido otro n.? 22 como variante, pues figuraba aparte como una sorprendente ampliaci¨®n del antiguo n.? 7, con el t¨ªtulo: ?Preparando la traves¨ªa a nado del canal de la Mancha?.
El hijode LMS ha encontrado, en un rastreo final, otra pieza m¨¢s: ?L¨¢zaro? de LMS, ahora el n.? 61, que suma cuarenta y un textos suyos. El libro agrupa finalmente sesenta y siete relatos (m¨¢s un medio, si se quiere) o cuentos fantasiosos y ajenos a cualquier valor ejemplar, menos acaso el primero. La mayor¨ªa de estos esbozos, aun cuando sean imperfectos, ofrecen perspectivas novedosas. Parec¨ªa obligado ¨C?por respeto a la sobresaliente calidad verbal de los autores y por el cuidado de sus publicaciones en vida?¨C?, corregir sistem¨¢ticamente las erratas y enderezar muy levemente algunas distracciones sint¨¢cticas, pues estos maestros de nuestra lengua no llegaron a fijar el original ni siquiera a revisarlo para hacer un libro. Adem¨¢s, hab¨ªa que respetar su puntuaci¨®n en lo posible, por ser ellos muy escrupulosos (y, m¨¢s a¨²n, por ser innovadores), as¨ª que los textos del conjunto se han homogeneizado de acuerdo con criterios actuales de la RAE, cuidando los aspectos de forma y volviendo a filtrar o probar cada una de las supresiones o a?adidos de palabras que estaban en el manuscrito.
Con todo, y salvo la irresuelta construcci¨®n de ?La culebra larga?, que ha sido rearmada, las intervenciones han sido m¨ªnimas, y han sido resumidas en las notas o indicadas mediante corchetes. En todo caso, siempre se ha tenido presente el ejemplo de sus prosas ya impresas. Las revisiones han sido efectuadas con ayuda de los herederos y de la fil¨®loga Rosario Iba?es.
En El amanecer podrido resulta imposible identificar con seguridad, en bastantes casos, a cada uno de los dos escritores. Poco o nada se deduce de las lecturas, luego, hechas por sus amigos. En cierta medida fueron cuentos tocados a cuatro manos, pero desconocemos c¨®mo se elaboraron realmente. Muchas veces parece adivinarse m¨¢s el ingenio de uno ellos, aunque s¨®lo se ha querido sugerirloen las notas.
Se a?aden ¨C?en cap¨ªtulo aparte?¨C cinco iluminadoras cartas fechadas en esos a?os (dos de ellas, in¨¦ditas) as¨ª como el gran texto de un Benet ya consagrado sobre los madrile?os a?os 1950, en donde Mart¨ªn-Santos tiene un protagonismo central. Estos escritos evidencian el alto grado de su colaboraci¨®n literaria y corroboran que su hondaamistad se mantuvo abierta. Remachan esta cercan¨ªa y familiaridad dos odas de ambos, una de Luis a Juan y otra de Juan a Luis, as¨ª como los dos dibujos de sus facciones llevados a cabo por Benet; todo ello es un valioso complemento prestado por su hijo Ram¨®n, y hasta ahora desconocido.
Leemos c¨®mo Benet, tras la muerte de Mart¨ªn-Santos ¨C?y cuando iba a destacar, progresivamente, con sus libros?¨C?, recomend¨® olvidar El amanecer podrido. Era a su juicio s¨®lo una especie de ?preparaci¨®n y sacrificio? necesarios para sus carreras, de modo que hacerlo p¨²blico en 1964 podr¨ªa perjudicarlos. Ahora bien, tal precauci¨®n podr¨ªa haber tenido sentido entonces, pero sesenta a?os despu¨¦s resulta superflua. Juan Benet ha sido publicado por completo en diversas ocasiones desde su muerte en 1993, y se le ha traducido mucho; hoy, su fuerte influjo en variados narradores es evidente. A la par, desde hace m¨¢s de medio siglo se reconoce al traducid¨ªsimo Mart¨ªn-Santos como un gran innovador, f¨¦rtil verbalmente y de una exacta agudeza. Un buen historiador, Santos Juli¨¢, al ser preguntado por la posguerra en 2018, concentr¨® solamente en Tiempo de silencio toda la atm¨®sfera que hab¨ªa entonces en Espa?a, y El amanecer podrido apunta asimismo a ella sin nombrarla como tal.
Por encima de cualquier vacilaci¨®n, los dos amigos son hoy cl¨¢sicos de la literatura espa?ola del siglo XX, de la novel¨ªstica y del relato, tambi¨¦n de su creativo pensamiento informal. Y tales ejercicios primeros e incompletos, pero maduros en sus percepciones y maliciosos en l¨ªneas generales, guardan un empuje que permite ver mejor el pasado desde ¨¢ngulos culturales propios. Sus inicios literarios, que son disgregativos, titubeantes y movedizos, dejan entrever a veces misteriosamente algunos caminos de la creaci¨®n posterior.
Desde 1964 ha transcurrido demasiado tiempo como para que esas apreciaciones de lectura ¨C?razonables, aunque fechadas?¨C no merezcan otra reconsideraci¨®n. Benet y Mart¨ªn-Santos modificaron de ra¨ªz la idea de novela al inventar recursos literarios muy alejados de nuestra tradici¨®n y de su vetusta moral. Hoy son formas innovadoras del arte narrativo. Lo son, por ejemplo, los cambios de tono tan radicales que van eligiendo ambos en sus p¨¢ginas ;o los finales, tan vehementes, tanto de Tiempo de destrucci¨®n ¨C?con su estallido personal y su buscado ?ser otro??¨C?, como de Una meditaci¨®n, donde llega a ver ?la masa desilencio precipitado en miedo con que el pa¨ªs acept¨® y disfraz¨® su renuncia a la violencia?.
Ya Mart¨ªn-Santos, tras conocer a Benet y reorientar suslecturas, como era y es habitual, dec¨ªa preferir, por encima de todos, a escritores como Stendhal, Mann, Proust, Faulkner o Joyce, y el ineludible Cervantes.
El propio Luis, en el Madrid de 1963, al escribir sobre realismo y realidad, junto con ponentes extranjeros avezados, supo plantear entonces la urgencia ¨C?y la imposibilidad?¨C de una renovaci¨®n inmediata de la mirada literaria. Ellos la iniciaron por dos v¨ªas muy dispares.
Poco despu¨¦s, en 1969, indic¨® Mart¨ªn Gaite que los a?os cuarenta y cincuenta empezaban ya a ser historia, y as¨ª ha sido.
En 2020 ni discutimos a sangre sobre las formas del realismo ni nos atrevemos a insinuar qu¨¦ es lo realmente real. Tampoco pensamos en la evoluci¨®n y el porvenir de la novela como suced¨ªa por aquellos a?os. Distintas corrientes se han solapado hasta hoy: objetivas a ultranza, sociol¨®gicas, hist¨®ricas, para-biogr¨¢ficas, estetizantes, intimistas. Elecl¨¦ctico mundo literario de finales del siglo pasado y el del siglo actual deshace cualquier pretensi¨®n un¨ªvoca sobr enuestras letras.
Oda a Luis Mart¨ªn-Santos
Cacho de carne inmolado,
avispa de cementerios.
Una voz se alza hacia tus universos de porcelana,
te sigue por el camino tras los caballos
en el cielo de ceniza que rompiste.
Es mi voz, mi voz que acostumbra ser opaca
y quiere seguir tus pasos amarillos.
Yo no creo en tu vieja voz materna,
ni en tu frente como una lega?a de Dios,
ni en tu pobre vida inmoral y ecuestre,
ni en tu bistur¨ª, sagrado cincel de lo que vive.
Yo no oigo una llamada desde aquel vuestro Corinto
y t¨² s¨ª:
esa es la diferencia que corre por nuestras venas
y que t¨² sabes:
en tu sexo tan s¨®lo de volador,
cacho de carne inmolado,
avispa que ha clavado una virgenen un mundo de flores epiteliales,
que t¨² deseas a tu amor restringido
a tu amor sin leche,
empedernido y mustio como una ciruela,
como una nube ocultando su gravidez,
como un r¨ªo que enga?a a su lecho.
T¨², peque?o Luis Mart¨ªn,
como un p¨¢jaro que quiere nadar
y bajar al mundo amoratado,
con ansias de intranquilidad, con dolor en las formas
y muerte y despertar de tu metaf¨ªsica,
y tu alma dispuesta a desaparecer,
y tu cuerpo como un pedazo m¨¢s,
como una pompa f¨²nebre de la serenidad;
oh Luis Mart¨ªn,
tienes cabeza de patata y de sinalefa
otra vez eres el r¨ªo que conoce al mar,
y su m¨¢gico despertar en los bosques,
y su et¨¦reo comp¨¢s oto?al.
Yo no s¨¦ si odias tu mundo de carne magra,
ni c¨®mo es tu mirada en el vientre de una mujer,
pero s¨ª tu despertar
y se me figura como un viejo rito,
porque ma?ana volver¨¢s a nacer,
peque?o Luis Mart¨ªn lleno de banalidad;
en ti las noches tienen ritmo blando
en ti la savia se hunde,
en ti los movimientos del pedernal
y la ca¨ªda del esp¨ªritu, musical,
con sus trenzas de melancol¨ªa,
peque?o Luis Mart¨ªn
?qu¨¦ sabes t¨² de mi inmortalidad?,
te lo pregunta alguien que como t¨², cree en la atm¨®sfera,
y que ha conocido el origen.
Yo quisiera decirte adi¨®s con las yemas de los dedosadi¨®s, adi¨®s,
adi¨®s tambi¨¦n a la primavera,
con luces y ondas de primavera,
peque?o Luis Mart¨ªn,
pedazo de eternidad.
Juan Benet Goitia
Oda a Juan Benet
Como un largo gusano negro que se estira
alzas tu cuerpo agreste, dulce pino flexible;
las gre?as de tu pelo caen como una llovizna
sobre un mundo lejano que soporta tus piernas.
Tu nariz se encabrita, joven potro irascible,
en la pradera p¨¢lida de tu frente sin gl¨®bulos;
los l¨¢tigos el viento azotando su grupa
custodian un galope inm¨®vil que recorre
tu luna adolescente, ya sat¨¦lite o rostro.
Tus ojos que no miran, s¨®lo piensan, no saben
de qui¨¦n es el pie loco que ha torcido un eclipse
de qui¨¦n es ese cuerpo prolongado que amastan s¨®lo como a nave, fantasma o cisne puro
que navega en el lago de una atm¨®sfera en duda.
?T¨² crees en las atm¨®sferas y en los dientes met¨¢licos del hombre que est¨¢ hambriento,
t¨² crees en las atm¨®sferas
y en las metamorfosis lentas que, en los vientres pre?ados,
la carne proletaria inicia amargamente!
Carne del hombre sufre en tus ojos
estrechos t¨²neles hondos, laboratorios, fosasde donde cae una palabra mon¨®tona y segura.
Tu cabeza extra?¨ªsima rige
los movimientos torpes de tu cuerpo solemne:
t¨² vas a las azoteas y desde los teodolitos
lentamente te alzas:
vuelas como un p¨¢jaro dormido
moviendo cautamente tus brazos
como alas que acarician el aire.
Luis Mart¨ªn-Santos
'El amanecer podrido'
Autores: Juan Benet y Luis Mart¨ªn-Santos
Editorial: Galaxia Gutenberg. 2020
Formato: Carton¨¦. 352 p¨¢ginas
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