S¨¢ltense esto si est¨¢n angustiados
El mundo es ya un ¨¢mbito de ¡°m¨¢s de un mill¨®n de cad¨¢veres (seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas)¡± por la covid-19
1. Tremendismos
Me qued¨¦ solo (bueno, un rato me acompa?¨® Johnnie Walker) hasta las tantas de la madrugada para ver por la tele el debate entre el emperador y el aspirante, y los ulteriores comentarios de los tod¨®logos estadounidenses. Zapeaba entre la CNN y la Fox, tal como suelo hacer, cuando hay debates en nuestra provincia imperial, entre las televisiones que reflejan las dos almas sin principios (fuera de los econ¨®micos) de Planeta ¡ªla que le pone la vela al diablo y la que lo hace a Dios¡ª, para hacerme una idea aproximada de c¨®mo lat¨ªa por all¨ª la opini¨®n publica a trav¨¦s de sus int¨¦rpretes. Respecto a los dos rivales, el del burro y el del elefante, poco hay que decir: se gritaban y se interrump¨ªan como los de aqu¨ª, ment¨ªan como los de aqu¨ª, se justificaban como los de aqu¨ª, aburr¨ªan como los de aqu¨ª. Como s¨²bdito preocupado y provincial del Imperio, sigo qued¨¢ndome con Bernie Sanders, que no se presenta: siempre me pasa lo mismo. En alg¨²n momento me vino a la cabeza la sentencia reaccionaria y pesimista del Qohelet (1, 8-10): ¡°Lo que pas¨®, eso pasar¨¢; lo que sucedi¨®, eso suceder¨¢: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice: ¡®Mira, esto es nuevo¡¯, ya sucedi¨® en otros tiempos, mucho antes de nosotros¡±. Discut¨ªan los contendientes mientras, parafraseando a D¨¢maso Alonso en su libro m¨¢s tremendista, el mundo es ya un ¨¢mbito de ¡°m¨¢s de un mill¨®n de cad¨¢veres (seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas)¡± por la covid-19, y el antropoceno puede convertirse en la ¨²ltima era geol¨®gica. Pienso, hablando de pesimistas, en esa generaci¨®n de posguerra ¡°del interior¡±, desilusionada, desgarrada y metaf¨ªsica, representada po¨¦ticamente no solo por el grupo leon¨¦s de Espada?a (Cr¨¦mer, De Nora, Gonz¨¢lez de Lama), sino, con distinto talante, por D¨¢maso (Hijos de la ira, 1944), por Aleixandre (Sombra del para¨ªso, 1944), por el poco le¨ªdo Fonollosa (La sombra de tu luz, 1945), por el deslumbrante Costafreda (Nuestra eleg¨ªa, 1949), de quien no me resisto a transcribir dos versos que vienen mucho al caso: ¡°Husos largos, fantasmas tristes de otro mundo, / por vosotros est¨¢ el cielo cubierto de negrura¡±. Y perdonen la tristeza, que dir¨ªa Vallejo; creo que voy a llamar otra vez a Johnnie Walker.
2. Cerdos
Veo en la tele la grotesca performance de los fan¨¢ticos de Torra lanzando entre las llamas cabezas de cerdo a los ?mossos. No s¨¦ lo que dir¨¢n al respecto los animalistas, pero la escena le habr¨ªa encantado a Ridley Scott, que en su Hannibal (2001) homenajeaba a los cerdos antrop¨®fagos del millonario Mason Verger, empe?ado en dar de comer a sus marranos las carnes del mism¨ªsimo Hannibal Lecter. Cirlot indica escuetamente en su estupendo Diccionario de s¨ªmbolos (Siruela) que el cerdo simboliza los deseos impuros, la transformaci¨®n de lo superior en inferior, ¡°el abismamiento amoral en lo perverso¡±. Otros simb¨®logos y semi¨®logos afirman, por el contrario, que representa la fertilidad y la abundancia (en China, por ejemplo), pero tambi¨¦n la voracidad y la ignorancia. ?En qu¨¦ quedamos, pues? ?Qu¨¦ quisieron decir los cedeerres? Quiz¨¢s les har¨ªa falta lanzar las porcinas cabezas con un peque?o manual de instrucciones. No s¨¦, para entender mejor su amarillo enfado. Mientras tanto, que pongan a sus cerdos a hozar, a ver si encuentran trufas republicanas.
3. Apocalipsis
En Una violencia ind¨®mita (Cr¨ªtica), quiz¨¢s la mejor y m¨¢s seria s¨ªntesis del ¡°corto siglo XX¡± (y los lugares y zozobras de la memoria hist¨®rica, de su recuperaci¨®n y su utilizaci¨®n) que he le¨ªdo en los ¨²ltimos a?os, Juli¨¢n Casanova hace una encendida defensa de la historia y del papel del historiador como ¡°gu¨ªa que estimula a leer y pensar cr¨ªticamente¡±. En todo caso, la mayor¨ªa de la gente se interesa, m¨¢s que por las interpretaciones y debates hist¨®ricos, por la historia como espect¨¢culo, por lo ¡°oculto¡± en ella, por las pretendidas conspiraciones, por las an¨¦cdotas con morbo. Eso es lo que hace, y de forma amena (tengo el libro en el ba?o, y lo voy leyendo de vez en cuando), Dan Carlin (titular del famoso podcast Hardcore History, un periodista que se autodefine ¡°friki de la historia¡±) en el compendio de historias apocal¨ªpticas de las que habla en El fin siempre est¨¢ cerca (Debate), un entretenido panorama (¡°desde la edad del bronce hasta la era nuclear¡±) de cat¨¢strofes hist¨®ricas de las que, de un modo u otro, podemos aprender.
4. Sue?os
Si a pesar del consejo impl¨ªcito en el t¨ªtulo de este ceniciento Sill¨®n de orejas, alguno de mis improbables lectores ha llegado hasta aqu¨ª, merece un respiro narrativo. Muy a tono con lo que se lleva (puesto) son las decadentes Historias de m¨¢scaras (Abada; edici¨®n de Alexandra Bouteaux y Luis Puelles), del decadente y parnasiano Jean Lorrain (1855-1906), uno de los personajes m¨¢s escandalosos del Par¨ªs del fin de si¨¨cle, bohemio, homosexual liberado y promiscuo frecuentador de salones y suburbios. Los relatos reunidos aqu¨ª, lejos de la complacencia, hacen gala de una imaginer¨ªa m¨¢s cercana a Poe o a Huysmans y, por qu¨¦ no, a Goya. Pero si de relatos se trata, recomiendo vivamente la antolog¨ªa Poder del sue?o (Atalanta; traducci¨®n de Mauro Armi?o), presentada y prologada por Roger Caillois (1913-1978), antiguo surrealista (Breton lo consideraba la ¡°br¨²jula¡± de su grupo) y posterior alumno de Marcel Mauss y Georges Dum¨¦zil. Obsesionado por las manifestaciones de lo sagrado (El hombre y lo sagrado est¨¢ en el FCE) y por lo fant¨¢stico, Caillois re¨²ne en esta antolog¨ªa sue?os antiqu¨ªsimos (egipcios, chinos) y modernos (Cort¨¢zar, Borges), incluido uno de Jean Lorrain que tambi¨¦n figura en el mencionado libro de Abada. Caillois se explaya en su estupendo pr¨®logo en su teor¨ªa acerca del misterio casi ontol¨®gico del sue?o, de su poder y de su misterio. Un libro para disfrutar y pensar.
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