Y lo bien que se est¨¢ sin Twitter
La era de Trump es la de las redes sociales, que a diferencia de los aparatos de radio y televisi¨®n, no son neutrales
Donald Trump debe de estar rabiando tras quedarse sin Twitter y, sin embargo, alguien deber¨ªa decirle que podr¨¢ vivir mucho mejor. Salir de ah¨ª es una de las mejores decisiones para quienes queremos huir del odio y el asalto verbal. Que no es el caso.
Recuerda Irene Lozano en su oportuno ensayo Son molinos, no gigantes (Pen¨ªnsula) c¨®mo la radio fue el instrumento eficaz que emple¨® Goebbels para expandir la propaganda nazi a trav¨¦s de los Volksempf?nger, aparatos b¨¢sicos que transmit¨ªan los mensajes del Tercer Reich sin capacidad para recibir ondas cortas (extranjeras). La televisi¨®n y la imagen marcaron, a?os m¨¢s tarde, la campa?a entre Kennedy y Nixon con el resultado y recorrido que todos conocemos.
La era de Trump es la de las redes sociales, que a diferencia de los aparatos de radio y televisi¨®n, no son neutrales. La informaci¨®n que consumimos nos llega a partir de lo que Lozano llama un ¡°algoritmo intolerante¡±, elaborado a partir de millones de datos que ni el propio Zuckerberg compartir¨ªa c¨®modamente con nosotros, como reconoci¨® ante el Senado de EE UU. Mientras creemos asomarnos al mundo, no lo estamos haciendo, sino que nos asomamos a un espejo que nos devuelve la imagen que queremos ver, la que se parece a nosotros. Los criterios de jerarquizaci¨®n y contraste propios de los medios de comunicaci¨®n se han evaporado.
Solo as¨ª puede explicarse que tantos millones de norteamericanos crean que Biden es socialista, que le han robado las elecciones a Trump y que el chavismo manej¨® el recuento electoral en una carrera lun¨¢tica que ha llevado a un hombre con gorro de cuernos al atril del Congreso. Al estilo Pedro Picapiedra, pero con armas.
El falso documental Death to 2020, elaborado por los creadores de Black Mirror, nos regala en Netflix hilarantes personajes de ficci¨®n, interpretados por actores como Hugh Grant o Samuel L. Jackson, que intercala con escenas reales del a?o por fin concluido. La que encarna a la portavoz de Trump arranca risas en su constante recurso a formulaciones como: ¡°Ucrania no existe¡±, cuando le preguntan por la presi¨®n de Trump a este pa¨ªs. ¡°Claro que existe¡±, asegura el periodista. ¡°Prefiero pensar que no¡±. Y sin que se le mueva una ceja.
Algo as¨ª ocurri¨® con el presidente casi golpista Donald Trump, que a la vez jaleaba a los asaltantes y les ped¨ªa irse a casa en paz, en un ¡°yo no he sido¡± que no supera la prueba del algod¨®n.
Si Black Mirror nos ofrece la parte siniestra y perturbadora del control tecnol¨®gico al que estamos expuestos, Death to 2020 nos ofrece inteligencia para re¨ªrnos de ello. Lo ¨²nico bueno de Twitter en las ¨²ltimas horas es haber expulsado a Trump. Ha sido m¨¢s f¨¢cil que un impeachment, tanto como lo es salir de ah¨ª sin quedarnos pegados a la trampa de moscas en que se ha convertido esta red social. Adi¨®s, odio.
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