Los monstruos ocultos en las fotograf¨ªas bellas de Tomoko Yoneda
La Fundaci¨®n Mapfre dedica la primera exposici¨®n en Espa?a a la autora japonesa, retratista de lugares con historia que esconden un pasado dram¨¢tico
El bosque de la batalla del Somme, en la que en un solo d¨ªa murieron 20.000 soldados en la I Guerra Mundial; la paradisiaca playa brasile?a en la que se ahog¨® Josef Mengele, o la de Sword, uno de los puntos del desembarco de Normand¨ªa; la franja de tierra que separa ambas Coreas, el paralelo 38... La fot¨®grafa japonesa Tomoko Yoneda, nacida en 1965 en Akashi, ha desarrollado como eje de su obra la memoria, entendida esta como el retrato de los lugares, exteriores o interiores, marcados por la historia, por lo que suscitan diferentes emociones al contemplarlos tal y como son hoy. Seg¨²n el espectador, una imagen puede causarle solo curiosidad, o inquietud, o quiz¨¢s remueva su pasado porque le despierte recuerdos cercanos. La Fundaci¨®n Mapfre, en Madrid, dedica a esta autora una amplia panor¨¢mica, con 125 im¨¢genes de 17 series distintas, en su primera exposici¨®n en Espa?a, abierta hasta el 9 de mayo.
Yoneda, que se form¨® como fot¨®grafa en Chicago ¡ªaunque inicialmente viaj¨® a EE UU para ser periodista¡ª y reside en Londres, tom¨® primero el pulso a su mundo m¨¢s cercano, con un trabajo sobre lugares afectados por un terremoto en su pa¨ªs en 1995, cerca de donde vive su familia, y c¨®mo segu¨ªan esos espacios una d¨¦cada despu¨¦s. Llama la atenci¨®n la belleza de una instant¨¢nea de las nuevas viviendas levantadas, con un canal que las divide por el que un ni?o camina sobre un hilo de agua. En toda su obra es fundamental la informaci¨®n de las cartelas y de los textos que pueden leerse en la exposici¨®n, escritos por ella, que solo as¨ª dan sentido a lo que uno ve. Como ocurre al saber que esa vista de una barriada de Beirut era la ¡°posici¨®n de un francotirador cristiano¡± en la guerra civil libanesa.
En otros casos logra una mirada po¨¦tica, aunque lo captado por su objetivo sean los barcos varados o las f¨¢bricas abandonadas de la ¨¦poca sovi¨¦tica en la isla de Sajal¨ªn. Tambi¨¦n hay una parte de juego, como en una serie en blanco y negro sobre los lugares en que se reunieron en secreto los miembros de una red de espionaje sovi¨¦tico en Jap¨®n durante la II Guerra Mundial. Son fotos brumosas, que parecen tomadas clandestinamente. M¨¢s solemne es su serie sobre las conmemoraciones anuales en Jap¨®n por el bombardeo de Hiroshima.
¡°Es alguien que se documenta mucho antes de fotografiar y que se enfrenta a esos lugares con met¨¢foras¡±, se?ala Carlos Gollonet, conservador jefe de Fotograf¨ªa de la Fundaci¨®n Mapfre, que subraya que la preparaci¨®n y montaje de la exposici¨®n se ha gestado v¨ªa Zoom, con la artista y el comisario, Paul Wombell, sin haber pisado la sala debido a la pandemia. El trabajo de Yoneda es en anal¨®gico y normalmente con c¨¢mara de medio formato, con un resultado que, en color, consigue unas tonalidades con gran contraste. Unas fotograf¨ªas en general bellas, incluso pintorescas, pese a los monstruos que pueda albergar su pasado. ¡°Es la manera en que ella logra que reflexionemos, al meternos en las im¨¢genes de una forma tangencial¡±, explica Gollonet, que apunta que las series en las que trabaja Yoneda normalmente est¨¢n abiertas a incluir m¨¢s piezas.
Una excepci¨®n en el recorrido es la serie en blanco y negro que se titula Entre lo visible y lo invisible, en la que Yoneda mira a trav¨¦s de las gafas de personajes ilustres. As¨ª, enfoca un fragmento de una conferencia de Le Corbusier visto con los anteojos del propio arquitecto franc¨¦s. Lo repite con Brecht, Freud, o Sartre, en este caso observando con las gafas del escritor unas palabras de una carta que le envi¨® Albert Camus.
La muestra, titulada sucintamente Tomoko Yoneda, incluye una serie espa?ola, El sue?o de las manzanas, un encargo de la Fundaci¨®n Mapfre en la que la japonesa fotografi¨® los escenarios de las batallas del Jarama y Brunete y objetos de Federico Garc¨ªa Lorca, como su malet¨ªn o el mono que el poeta usaba en la ¨¦poca de La Barraca. Antes de llegar a la ¨²ltima sala, una pincelada de naturaleza, con unos maravillosos crisantemos, en una foto en gran formato. La exposici¨®n finaliza con una rareza, las im¨¢genes que tom¨® con una Olympus pen de su padre. Esta c¨¢mara permit¨ªa en cada negativo dos im¨¢genes verticales, un recurso para ahorrar, que ella utiliz¨® para retratar lugares de Argelia y Francia por los que pas¨® Camus. La opci¨®n de disparar dos veces, separadas por el tiempo que ella decidiera y que el resultado se viera en un solo negativo, le permiti¨®, en ocasiones, sacar dos im¨¢genes gemelas y en otras establecer relaciones entre ellas. Es una manera m¨¢s en la que Yoneda evoca los esp¨ªritus del pasado.
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