¡®La mami¡¯, un excelente documental sobre el drama de las ¡®ficheras¡¯ en M¨¦xico

Trabajan en un cabaret como acompa?antes de baile y de bebida, como complementos de la juerga del macho, a cambio de dinero. Pero de ah¨ª no pasan: ¡°No son putas¡±. Tampoco forman parte del organigrama del local ni est¨¢n en n¨®mina de nadie ni tienen qui¨¦n las defienda. Existen sin existir en una cruel forma de autonom¨ªa laboral y vital, de agotamiento y de soledad, de lucha y de falsedad, en la que parad¨®jicamente est¨¢n rodeadas de gente. Porque para ellas los hombres que llegan cada noche al Barba Azul, nombre de l¨®gica malsana, en Ciudad de M¨¦xico, son como la mism¨ªsima llamada de las trompetas del Apocalipsis. Al mismo tiempo, su salvaci¨®n y su tumba.

La mami se configura como una pel¨ªcula que huele: a or¨ªn y a carm¨ªn, a mujer luchadora en un mundo de infinita soledad.

La espa?ola Laura Herrero Garvin, toledana de 35 a?os formada en el m¨¢ster de Documental de Creaci¨®n de la Universidad Pompeu Fabra, ha filmado en M¨¦xico, pa¨ªs al que ha estado muy ligada, La mami, excelente documento visual, ¨¦tico, social y humano sobre el anacr¨®nico oficio de las damas de compa?¨ªa, all¨ª llamadas ficheras, en un pa¨ªs asolado por el machismo y la violencia. Y lo articula en un escenario casi ¨²nico, desde un punto de vista a la vez revelador y respetuoso: el ba?o de mujeres, un reducto del local donde gobierna la se?ora del t¨ªtulo, una mujer mayor, antigua cabaretera, que ofrece consejo y compa?¨ªa mientras cuida abrigos y bolsos a cambio de una propina.

El relato de Herrero comienza y termina con la llegada y la retirada de una nueva acompa?ante, una madura mujer con un hijo veintea?ero enfermo de c¨¢ncer que necesita dinero para pagar los tratamientos del hospital. Y se desarrolla a lo largo de muchos meses, partiendo de la inicialmente temblorosa mujer ante el abismo de la supervivencia, la de su hijo y la de ella misma, a trav¨¦s de sucesivas conversaciones y encuentros entre las ficheras, tan compa?eras como rivales, obligadas a unas estrictas formas de belleza y provocaci¨®n, que adem¨¢s deben sufrir los rigores del alcohol, una copa tras otra, un baile tras otro, un hombre tras otro.

La mirada de la directora es siempre respetuosa y apenas baja la c¨¢mara a la sala de baile, a la barra y las mesas, en unos minutos magn¨ªficos que descubren la amargura de las trabajadoras entre la presunta fiesta. Herrero compone un retrato de la desolaci¨®n, pero tambi¨¦n de la perseverancia, de la resistencia: a la borrachera, al bostezo, a la depravaci¨®n. Y La mami se configura como una pel¨ªcula que huele: a or¨ªn y a carm¨ªn, a mujer luchadora en un mundo de infinita soledad.