El regreso fallido de Eddie Murphy, rey descoronado

Entre la lista de pel¨ªculas grandes (que no grandes pel¨ªculas) de presumible ¨¦xito que se fueron estacando para su estreno comercial, incluidas en la mayor¨ªa de los reportajes informativos de estos meses sobre el desgraciado estado de los cines por culpa de la pandemia, la m¨¢s sorprendente era sin duda El rey de Zamunda: b¨¢sicamente por ser una secuela tard¨ªa de una pel¨ªcula vulgar, protagonizada por una estrella del cine que ya no lo es. Al final ha acabado en Amazon; desde hoy en su plataforma.

El pr¨ªncipe de Zamunda (1988) marc¨® el inicio del declive como cineasta de un portento como John Landis, que a esas alturas ya nos hab¨ªa legado las fant¨¢sticas Desmadre a la americana, Granujas a todo ritmo, Un hombre lobo americano en Londres, un magn¨ªfico segmento de En los l¨ªmites de la realidad y Entre pillos anda el juego. Tras El pr¨ªncipe de Zamunda, una parodia sin gracia de los reg¨ªmenes dictatoriales africanos, en contraste con la vida cotidiana de los afroamericanos neoyorquinos, o al menos con su arquetipo, Landis nunca lleg¨® a los niveles de anta?o en los cines, pese a su presencia en estupendos productos televisivos como Sigue so?ando (1990).

En 1988 Eddie Murphy estaba en la c¨²spide de la comedia y del policiaco comercial tras los triunfos de L¨ªmite: 48 horas, Entre pillos anda el juego y las dos entregas de Superdetective en Hollywood. Salvo 48 horas m¨¢s, la calidad de sus pel¨ªculas posteriores fue descendiendo en picado y su vis c¨®mica haci¨¦ndose cada vez m¨¢s cargante en infumables productos familiares como El profesor chiflado y Dr. Dolittle.

De modo que El rey de Zamunda, comandada ahora por Craig Brewer, dif¨ªcilmente lo sacar¨¢ del olvido. M¨¢s ?o?a, repite en buena medida la estructura y los escenarios de la original, y quiz¨¢ solo tenga inter¨¦s en la parte musical. Por lo dem¨¢s, hay chistes que provienen de la primera entrega y aterrizan en esta, que ning¨²n nuevo espectador entender¨¢ (la prometida del entonces pr¨ªncipe, ladrando como un perro y saltando a la pata coja), un gui?o sin agudeza a Entre pillos anda el juego (el nieto de los Duke) y otra tentativa de resurrecci¨®n, la de Wesley Snipes. Mucho histrionismo y nula chispa.