La pasi¨®n de ser un poeta del mundo entero
Padr¨®n, autor que recogi¨® el Nobel de Vicente Aleixandre, escribi¨® m¨¢s de un centenar de libros, fue traducido a 44 lenguas y tuvo incontables premios
Cuando acababa de publicar Los oscuros fuegos, su primer libro de poemas, se cruz¨® con un cr¨ªtico literario de Las Palmas de Gran Canaria, su ciudad natal, y le sugiri¨® a gritos que escribiera una rese?a, ¡°para as¨ª completar hasta 40¡± las cr¨ªticas que ya hab¨ªa recibido. Justo Jorge Padr¨®n ¡ªfallecido el domingo por la covid a los 77 a?os en el Hospital de La Paz de Madrid¡ª escribi¨® despu¨¦s m¨¢s de un centenar de libros y fue traducido a 44 lenguas; tuvo incontables premios, en Espa?a, en su tierra, Canarias, en el extranjero, y abund¨® en su pasi¨®n como si nunca hubiera dejado de ser aquel joven poeta ¨¢vido de reconocimiento.
La c¨²spide de su carrera p¨²blica, sin embargo, no lo tuvo a ¨¦l como ¨²nico protagonista, pues fue porque Vicente Aleixandre lo eligi¨® entre todos sus amigos para que recogiera el Nobel que le correspondi¨® al vecino de Velintonia en 1977. Esa presencia de Justo Jorge Padr¨®n en Estocolmo, portada de EL PA?S de aquel entonces, fue a la vez una gloria por persona interpuesta y un martirio, que ¨¦l vivi¨® como si no le estuviera ocurriendo la catarata de improperios que recibi¨® de sus propios colegas o coet¨¢neos, que interpretaron (se dijo que as¨ª sinti¨® tambi¨¦n Aleixandre) que el poeta canario hab¨ªa exagerado hasta tal punto su papel de recipiendario provisional de aquella gloria que lleg¨® a interpretarla como pr¨®logo a su propio ¨¦xito en el futuro.
Un amigo suyo dec¨ªa ayer que esa faceta de autoestima le duraba al poeta cinco minutos, que luego era un hombre leal y cari?oso, capaz de grandes destellos de bonhom¨ªa. Junto a eso, hizo de aquel viaje a Estocolmo y de otras actividades p¨²blicas, como festivales a los que acudi¨® como invitado o anfitri¨®n, una oportunidad para codearse con otros premios Nobel y con relevantes figuras de la literatura universal. Podr¨ªa decirse que no cej¨® ni un d¨ªa de ser poeta, de escribir desde el coraz¨®n o desde la historia, de modo que al final de su vida fue autor de una colecci¨®n de poemas a su esposa Kleo (Kleopatra Filipova, de origen macedonio) y de largos poemas de admiraci¨®n por la historia antigua del archipi¨¦lago del que proviene (en su libro Hesperia).
Aquel volumen dedicado a Kleo (¡°que fluye en el encantamiento del amor y en su intensa aventura¡±) lleva en su primera solapa una expresi¨®n de la abundancia de personajes e inteligencias literarias que trat¨® en la estela de aquel primer retrato con Nobel que se hizo en representaci¨®n de Aleixandre. En esa p¨¢gina se contienen los juicios que mereci¨® su poes¨ªa al propio Aleixandre (¡°Todo el libro [Los c¨ªrculos del infierno] es un s¨ªmbolo cerrado del destino humano¡±), Borges (¡°Padr¨®n ha conseguido con estos poemas de Los c¨ªrculos del infierno lo que hace mucho tiempo no me ocurr¨ªa, emocionarme profundamente y hacerme llorar¡±), Neruda (¡°Su voz es la verdadera poes¨ªa¡±), y, entre otros, Octavio Paz, Cela, Vargas Llosa...
?l hab¨ªa perseguido estar bajo el influjo de Aleixandre y de Lorca; durante casi 60 a?os, como dec¨ªa, hab¨ªa escrito ¡°con la esperanza de hacer llegar a los lectores el fulgor de la poes¨ªa¡±. Uno de sus grandes amigos, el periodista y escritor Guillermo Garc¨ªa Alcalde, lo despidi¨® ayer en el diario La Provincia como al autor de ¡°una obra magistral, iluminada por el aliento de la genialidad¡±. Seg¨²n Garc¨ªa Alcalde, en toda la obra de Justo Jorge Padr¨®n ¡°est¨¢n las islas, expl¨ªcita o espiritualmente¡±, hasta llegar a Hesperia, donde figuran las distintas etapas de la historia del archipi¨¦lago. Como si el poeta canario rebuscara en los rescoldos de su propia adolescencia la ambici¨®n con la que se puso a escribir con el deseo de llegar al mundo entero.
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