¡®De amor y monstruos¡¯: insectos mutantes en un posapocalipsis pueril

Han puesto un dineral para los efectos especiales, para que los cangrejos, caracoles y dem¨¢s bichos mutantes convertidos en amenazantes engendros posapocal¨ªpticos tengan una fant¨¢stica credibilidad y sean un espect¨¢culo, pero se han olvidado del guion. De amor y monstruos, producci¨®n de Netflix, quiere jugar a la efervescencia del cine juvenil de los a?os ochenta y, al mismo tiempo, a la feliz ingenuidad de la ciencia ficci¨®n de serie B de los a?os cincuenta, pero se ha quedado en un insustancial h¨ªbrido entre aventura pueril y producto familiar de fin de semana, que desaprovecha el buen trabajo con las alima?as.

Sacando una idea tras otra de infinidad de t¨ªtulos mejores ¡ªlas sanguijuelas de Cuenta conmigo, el encuentro con el robot de Wall¡¤e¡­¡ª, Michael Matthews y sus dos guionistas, Brian Duffield y Matthew Robinson, procedentes de la serie Divergente: Insurgente y de Dora y la ciudad perdida, apenas aportan algo original, salvo el hecho de que su personaje principal sea un pusil¨¢nime. Y adem¨¢s, con detalles tan toscos como el acostumbrado truco de escritura de sacarse un perro de la manga, que poco aporta a la historia, con la ¨²nica intenci¨®n de que el joven no vaya hablando solo, verbalizando todos sus objetivos e interioridades, en los interludios entre los sucesivos encuentros en su odisea de b¨²squeda.

Eso s¨ª, esa cobard¨ªa tan humana en un universo de h¨¦roes de una pieza nunca cuaja con el tono del relato, con el aspecto de su protagonista y con sus di¨¢logos y acciones. De hecho, acaba dando la impresi¨®n de que parece una pel¨ªcula escrita para un protagonista de 11 a?os que, en el ¨²ltimo momento, por una decisi¨®n empresarial, ha terminado desempe?ando un actor de 29 a?os, que ya son, como Dylan O¡¯Brien.