?scar Castro en la memoria ardiente
El director teatral chileno, quien refund¨® la compa?¨ªa Teatro Aleph durante su exilio, muri¨® el domingo a consecuencia del coronavirus
Cuando ?scar Castro ¡ªun eminente hombre de teatro chileno que falleci¨® el domingo en Par¨ªs de covid a los 73 a?os¡ª decidi¨® quedarse en su pa¨ªs y no partir al exilio despu¨¦s del golpe militar contra Salvador Allende en septiembre de 1973, no pod¨ªa saber que iba a convertirse en un ejemplo luminoso de c¨®mo el arte puede derrotar a la desesperanza en los peores momentos de dolor colectivo.
Dispuesto a desafiar la feroz censura del r¨¦gimen, ?scar y s...
Cuando ?scar Castro ¡ªun eminente hombre de teatro chileno que falleci¨® el domingo en Par¨ªs de covid a los 73 a?os¡ª decidi¨® quedarse en su pa¨ªs y no partir al exilio despu¨¦s del golpe militar contra Salvador Allende en septiembre de 1973, no pod¨ªa saber que iba a convertirse en un ejemplo luminoso de c¨®mo el arte puede derrotar a la desesperanza en los peores momentos de dolor colectivo.
Dispuesto a desafiar la feroz censura del r¨¦gimen, ?scar y su compa?¨ªa estrenaron algo m¨¢s de un a?o despu¨¦s del golpe, una obra teatral en la que un capit¨¢n naufraga junto a su barco, prometiendo d¨ªas mejores y, en otra escena, un profeta muere prometiendo que sus palabras habr¨¢n de continuar m¨¢s all¨¢ de la muerte. El p¨²blico entendi¨® las referencias aleg¨®ricas a Allende, quien hab¨ªa muerto en el palacio presidencial defendiendo la democracia. Desafortunadamente, tambi¨¦n lo entendi¨® la polic¨ªa secreta que, un mes m¨¢s tarde, detuvo y tortur¨® a ?scar y a su hermana actriz, Marietta. Algo peor les esperaba: su mam¨¢, Julieta Ram¨ªrez, y Juan Macleod, el marido de Marietta, fueron aprehendidos y permanecen hoy en calidad de desaparecidos.
Esta terrible tragedia no amortigu¨® la creatividad de ?scar. Durante dos a?os, en varios centros de detenci¨®n chilenos mont¨® obras de teatro del repertorio universal (S¨®focles, Brecht, Albee) as¨ª como de su propia cosecha, obras llenas de melancol¨ªa, anhelo y humor.
Tuvo que usar mucho ingenio para burlar la vigilancia de las autoridades, llegando en una ocasi¨®n a convencer al comandante del campo de Melinka de que la obra programada hab¨ªa sido compuesta por Emil Kan (anagrama de Melinka), un supuestamente insigne autor jud¨ªo austriaco refugiado en Buenos Aires.
Tambi¨¦n organiz¨® ?scar unos happenings delirantes. Fingiendo que el centro de detenci¨®n era una aldea y que ¨¦l era su alcalde, recib¨ªa a cada nuevo contingente de harapientos, apaleados prisioneros con alegr¨ªa, d¨¢ndoles la bienvenida al ¨²nico espacio libre en el pa¨ªs. Se disculpaba por el hecho de que los medios de transporte, tan eficientes para transportarlos hasta ese lugar, fueran tan irregulares en cuanto a las partidas, lo que har¨ªa dif¨ªcil predecir cu¨¢ndo los visitantes podr¨ªan marcharse. Y en los d¨ªas que segu¨ªan, ?scar Castro prolongaba la ilusi¨®n, animando con su jocosidad y optimismo a los atribulados prisioneros.
Ese mismo esp¨ªritu indomable acompa?¨® a ?scar cuando le toc¨® salir al exilio de Francia, donde reconstituy¨® El Aleph, montando algunas de las obras escritas en los campamentos y otras nuevas que exploraban los desaf¨ªos del exilio.
Arraigado en el vern¨¢culo chileno y manteniendo una relaci¨®n visceral con los despose¨ªdos de su tierra, encontr¨® un lenguaje que trascendi¨® fronteras, asent¨¢ndose en sus maestros, Fellini y Grotowksi, Augusto Boal y los Beatles.
Tambi¨¦n trabaj¨® en el cine, notablemente en 1983, cuando Antonio Sk¨¢rmeta, al filmar su novela Ardiente paciencia, eligi¨® a ?scar para encarnar el rol de un t¨ªmido cartero que, enamorado de una chica inalcanzable, busca el consejo de Pablo Neruda para conquistarla, una historia emocionante que el mundo conocer¨ªa bajo el nombre de Il postino, aquella galardonada pel¨ªcula que hizo Michael Radford 11 a?os m¨¢s tarde, con Massimo Troisi actuando de cartero.
Troisi muri¨® unas horas despu¨¦s de que la filmaci¨®n en Capri termin¨®. ?scar, el primer postino, vivi¨®, en cambio, muchos a?os adicionales, asombrando a diversos p¨²blicos con su versatilidad e inventiva, hasta que la pandemia se lo llev¨®, acosando al hombre al que la plaga de la dictadura fue incapaz de someter o suprimir, matando al actor que, hace d¨¦cadas, se subi¨® a un peque?o escenario en Santiago de Chile y, encarnando a un profeta, prometi¨® que su obra lo sobrevivir¨ªa, continuar¨ªa m¨¢s all¨¢ de la muerte.
Ariel Dorfman es autor chileno